CAPÍTULO SESENTA Y OCHO.

34.3K 5K 5.7K
                                    

Espero que el capítulo les guste, tendremos nueva actualización el lunes o el martes, pero eso depende de sus votos y comentarios.

Sin más... Disfruten.

***

FRANCHESKA.

Pensé que antes había tenido el corazón roto, pero nada se le comparaba a lo que estaba sintiendo en ese instante. La muerte de mi madre me destrozó, pero alejarme de Aleksander iba a matarme.

De alguna manera inconsciente lo supe, lo sabía, pero hice todo lo posible por estar bien. Me lo debía a mí misma.

El día que él se marchó y no respondió las llamadas hasta semanas después. Fue uno de los peores momentos de mi vida, estaba segura de que nunca rogué tanto por el regreso de alguien y tampoco lloré de tal manera.

Lloré hasta que mi garganta dolió y mis ojos ardieron. Lo hice en la soledad de la casa del hombre que amaba, pero parecía que jamás iba a ser realmente mío.

—El dolor es una pesadilla, pero también es el combustible perfecto para superarnos a nosotros mismos —me había dicho Génesis en una de las terapias—. Va a doler, pero sanará.

No quería que sanara. No esa primera semana, ni la siguiente, ni la que seguía después de aquella. Solo lo quería a él de regreso y nada más. No soportaba la idea de perderlo y que estuviera con alguien más. Con ella.

Le escribí varios mensajes, pero jamás los envié. Solo me senté ahí en la sala de su casa día y noche, llorando y sin comer, esperando que volviera y me dijera que era eso que había hecho mal, en que fallé y como podía solucionarlo.

De alguna u otra manera encontraría la forma de arreglar lo que había roto, porque estaba dispuesta a acceder y hacer cualquier cosa por su regreso.

Pensar en el futuro me daba miedo, pero pensar en un futuro sin Aleksander era tan caótico y miserable que me ponía a temblar una y otra vez.

—Solo quiero que vuelva —le susurré a Génesis:—. Yo lo amo.

Ella no había dicho nada por un momento, hasta que con toda la paciencia del mundo, preguntó: —Es válido que lo ames a él. ¿Pero cuánto te amas a ti misma?

No sabía esa respuesta, no sabía cuánto me amaba a mí misma y tampoco me importaba. Nunca me había sentido tan querida, cuidada y adorada en otra parte que no fuera con él. Yo solo lo quería de regreso a cualquier costo.

Y, realmente, pasé días casi volviéndome loca ante la idea de que estaba con su ex y no conmigo. Fue así hasta que el dolor se volvió en algo más sólido y difícil de tragar. Algo que me hacía pensar en morir o, necesariamente en matarme.

Quería matarme.

Lo pensé una y otra vez, cada segundo, con más intensidad que el otro y con más firmeza. Con más carácter.

Una de esas tantas noches sin saber nada y sintiendo todo, entré al baño de la habitación principal teniendo como objetivo acabar con mi dolor, acabar con el sufrimiento y la desesperación. Iba a hacerlo.

Me senté en la tina, bebí un poco de vino y tomé la cuchilla. No debería de ser tan difícil ni tan doloroso, peores cosas había sufrido, peores cosas me estaban matando, sin embargo, cuando ubiqué precisamente el filo sobre mis venas y estaba dispuesto a todo y a quedar en nada, yo... Solo comencé a llorar de nuevo.

Realmente lo hice cuando Snow entró al baño y se sentó frente a mí, observándome con un suave moviendo de cola y esperando que saliera de la tina para jugar con él.

ALEVOSÍA  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora