CAPÍTULO SETENTA Y TRES.

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¡Nuevo capítulo! Espero que les guste mucho y espero verlas muy activas aquí, porque sé que lo amarán. Dejen comentarios y su estrellita. Las estaré leyendo <3

Sin más, disfruten.

***

DREEY.

No sabía qué decir, ni qué hacer, aquello no era algo propio mío, siempre tenía algo que decir en cuanto a cualquier eventualidad, sin embargo, era consciente de que había perdido la facultad de hacer cualquier otra cosa que no fuese verla a ella ahí, en mi casa.

Una casa que siempre esperé que fuera para los dos.

Francheska entró a mi casa y se volvió a inclinar en el piso para abrazar y besar a Snow, el cual, pese a que habían transcurrido tres largos años, aún la recordaba con la misma fuerza que yo.

Quizás, en todo aquel tiempo, yo no había sufrido de su ausencia solo, quizás Snow siempre fue consciente de que le faltaba una parte tanto como a mí.

—Estás precioso —le seguía diciendo ella—. Y ahora eres un bebé gigante.

Semanas habían pasado desde la última vez que la vi. Desde el momento en donde entendí y acepté el hecho de que ella había avanzado sin mí y yo tenía que hacer lo mismo.

Ese día en Australia, ahí bajo el sol, cuando ella me sostuvo la mirada y me dijo que era feliz con su nueva vida, entendí que yo también debía seguir adelante, lo deseara o no. Me matara o no.

Pero, ahí estaba ella, en mi casa, en mi país, frente a mí.

—¿Quieres algo de beber? —me obligué a preguntarle, aunque sinceramente, no deseaba alejarme, estaba seguro de que si la perdía de vista así fuese por un solo segundo, iba a desaparecer de nuevo.

Los ojos amarillos de ella, mis ojos favoritos, dieron con los míos, mientras se ponía de pie y me miraba.

Sus mejillas estaban más sonrojadas que antes y tuve que frenar el impulso desesperado por tocar su piel, que sabía que era tan suave como la seda.

—Está bien, gracias.

—¿Qué quieres, Francheska?

Se estremeció cuando dije su nombre y separó los labios, antes de susurrar:

—Algo fuerte.

Asentí mientras salía de la sala principal y buscaba dos vasos para llenarlos con Whisky. La conocía, sabía que el líquido no iba a ser de su agrado, así que lo rebajé para que no sintiera la quemazón.

Mi mente estaba trabajando a mil por hora.

¿Qué hacía ella ahí? ¿Qué iba a decirme? ¿Sobre qué deseaba hablar?

Estaba seguro de que ninguna dé esas respuestas importaba para mí, porque el simple hecho de tenerla ahí conmigo lo era todo.

—¿Anthony? —me preguntó, cuando le ofrecí el vaso.

—Arriba durmiendo, pasó una noche difícil con Grecia.

—¿La hija de Dahara, verdad?

Asentí.

—¿Ellos tienen algo?

—Son mejores amigos.

Eso era una mierda porque para nadie era un secreto de que Anthony estaba enamorado de la pelirroja hasta más no dar, de hecho, estaba seguro de que todo mundo lo veía, menos ella.

—Oh, entiendo.

Francheska levantó el vaso para beber un poco del líquido ámbar e hizo una meca de asco cuando el sabor amargo la envolvió.

ALEVOSÍA  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora