CAPÍTULO TREINTA Y UNO.

65.5K 6.7K 35.9K
                                    

Espero que el capítulo les guste, si es así, recuerden votar y comentar. <3.

Sin más, disfruten. ❤️‍🩹

 ❤️‍🩹

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

DREEY.

SIETE HORAS ANTES DEL ACCIDENTE.

Algo había estado mal con ella, lo había sabido solo con verla a sus hermosos y despampanantes ojos color amarillo.

Lo había sentido como si aquello fuese algo mío y me sentí incómodo.

Incómodo con la sensación de que el sentir de otro pudiera afectarme directamente a mí, pero era ella, Francheska. ¿Cómo podía quejarme por ella?

—Estás muy callado —escuché que me dijo Lory, mientras yo seguía viendo el lugar por donde Francheska se había ido con su amiga.

Ella había huido.

Aun así, no lo suficientemente rápido antes de que yo viese el dolor y el desespero en su pálida y pecosa cara.

¿Por qué ella sufría tanto?

Eso fue como un balde de agua fría para mí, fue como sumergirme en una realidad que había visto desde hace mucho tiempo, pero no había sido capaz de procesar.

Porque estaba claro que nadie entendía ni comprendía el dolor ajeno.

—Te estoy hablando, Dreey —Lory se puso frente a mí y sus ojos estaban llenos de interrogantes—. ¿En qué piensas?

La miré a los ojos por un momento y me sentí enojado conmigo mismo, me enojé porque no había sido capaz de controlar ese impulso cruel que yo sabía que tenía Lory.

—Eso estuvo mal —le dije en voz baja, helada—. No debiste de hacer eso.

—¿Hacer qué?

Ella enarcó una ceja con evidente ironía y la irritación me golpeó con tanta fuerza, que tuve que retroceder un paso.

—Ese comportamiento de hace unos minutos te convierte en una completa igualada —mi voz estaba llena de falsa condescendencia—. Tú y esa amiga tuya se complementan perfectamente, a decir verdad, una igualada puede llevarse muy bien con una maltratadora.

Sabía que debía silenciarme, pero el frío enojo que sentía dentro de mí se desbordaba tan fuerte, que era totalmente imposible el domarlo.

—¿Disculpa? —preguntó ella, frunciendo el ceño—. ¿Acabas de insultarme?

Mis ojos verdes volvieron a moverse por el lugar en donde se había ido Francheska y el enojo junto con la preocupación crecieron.

—No debiste decirle nada a la señorita Hess, Elizabeth —la observé—. No era, ni es incumbencia tuya lo que suceda en esa familia.

—¿Por qué estás tan enojado conmigo?

¿Por qué estaba enojado con ella...?

—Estoy desconcertado porque fuiste directamente cruel.

ALEVOSÍA  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora