CAPÍTULO DIEZ.

82.8K 6.2K 12.3K
                                    

Este capítulo está lleno de mucha informacióóón. 😏

—¿¡Te metió los dedos!? —preguntó Maria del Mar por tercera vez y yo me atraganté de nuevo con mi agua

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿¡Te metió los dedos!? —preguntó Maria del Mar por tercera vez y yo me atraganté de nuevo con mi agua.

—Baja la voz —siseé y miré hacia todas partes alrededor de la cafetería.

La morena metió una papa repleta de salsa a su boca y rodó los ojos.

—No te creo, perra —aseguró— estás mintiendo, no te creo, no te creo.

Solté una risita y la morena hizo un mohín.

—Cuéntame todo de nuevo, hay algo dentro de esta historia que no me cuadra.

Volví a contarle todo lo que había sucedido con el rubio la noche anterior y ella escuchó con sumo cuidado.

—Entonces definitivamente si te metió los dedos —concluyó— te corriste en sus dedos.

Tosí.

—Dios, eres una ordinaria —le tiré una papa y se rio— no seas bullosa.

—No puedo creer lo que estás diciendo, o sea... ¡Es el maestro Vandeleur! ¡El perfecto, rubio y alemán maestro de artes que aparte es un artista reconocido! —la miré con ojos entrecerrados— ¿Me estás diciendo que esa joya de hombre metió los dedos en tu vagina?

Dios.

—Recuérdame no volver a contarte nada —gruñí.

—No, perra, nada de eso —se acercó más a mí— ¿Sabes que significa eso?

—¿Qué soy una rompe relaciones?

—No, bueno sí. ¿Pero a quién le importa? —se encogió de hombros—. Esto significa que lograste hacer lo que muchas otras alumnas no lograron en tres años. ¡Mierda, dame un poco de tus feromonas!

Sin saber que estaba haciendo, la demente acercó su rostro a mis manos y comenzó a restregarse como si fuese un maldito gato.

—¿Qué haces? —pregunté y miré alrededor temiendo que la gente que pasaba nos viese como dementes.

—Necesito tus feromonas, dame un poco de tu suerte.

Me reí y alejé mis manos de su rostro, por un momento me quedé en silencio y recordé todo lo que había pasado la noche anterior. No solo el tacto de sus dedos que me habían regalado un estupendo orgasmo, sino también la llamada, yo misma tocándome y después enviándole una foto.

Mierda.

Quizás me había pasado con aquello y pese a que esperé algún mensaje suyo en donde me llamara la atención por el atrevimiento, aquel mensaje nunca llegó y yo no pude dormir en toda la noche debido a la ansiedad y la excitación por todo lo que había ocurrido.

—¿Crees que se enojó por la foto que le envié? —le pregunté a mi mejor amiga.

—Probablemente, pero antes de hacerlo es seguro que se jaló la verga.

ALEVOSÍA  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora