CAPÍTULO SETENTA Y OCHO.

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¡Holas!

Espero que el capítulo les guste mucho y si es así, dejen sus votos y comentarios.

¡Disfruten!

***
DREEY

La ira que sentía dentro de mí se transformó en algo denso y más hosco cuando entramos a la casa de los abuelos de Francheska y nos encontramos frente a frente no solo con los abuelos de ella, sino también con el inepto que decía ser su padre.

Había estado sobre pensando la manera de como hacer para que Esmeralda, la abuela de Francheska me aceptara sin problemas, siendo sincero, me daba igual si me detestaba, aun así, quería hacer todo lo posible para hacerle más fácil la vida a mi mujer y eso requería llevarme bien con su abuela, la cual no sabía apreciar la clase de hombre importante que yo era.

Cosas de ancianas.

La cuestión es que estuve pensando en muchas cosas y esperé demasiadas más; aun así, en mi mente nunca estuvo el tener que verle de nuevo la cara a Franco Sberlyn. No era un imbécil, sabía que yo también le había hecho mucho daño a Francheska; aun así, nada se comparaba a todas las malditas humillaciones que ese bastardo le hizo a ella.

De repente, tuve ganas de que le dieran otra paliza ordenada por mí.

—¡Cariño! —Esmeralda se acercó rápidamente a Francheska cuando la vio entrar y la abrazó con fuerza—. Oh, mi niña está aquí. ¿Por qué no avisaste?

Ella le regaló una suave sonrisa a su abuela, pero en el fondo, yo sabía que seguía nerviosa por dar la noticia de nuestro futuro bebé.

—¿Por qué no avisaste que venías? —insistió la mujer—. Te hubiese hecho tu almuerzo favorito.

Ella no le respondió nada a su abuela, se centró en su abuelo, al cual saludó en español y después miró a su padre, el cual la estaba observando en total silencio.

—Aleksander —me saludó Gabriel y en sus ojos vi un brillo emocionado—. Volviste.

Le regalé un corto asentimiento al anciano en agradecimiento, porque realmente gracias a él yo estaba de nuevo con Francheska. Pese a que yo había sido un imbécil en el pasado, él jamás dudó de la clase de amor que sentía por su nieta y le agradecería siempre la oportunidad que brindó de ir a buscarla.

No sabía qué sería de mi vida en la actualidad si no la tuviera a ella.

Por otra parte, Esmeralda no se mostró tan feliz de verme. Me regaló un corto "buenas" y después se centró en su nieta, ignorándome deliberadamente.

Jodida anciana.

—¿Qué hace él aquí? —preguntó finalmente Francheska, mirando a Franko con calma.

Su abuela abrió la boca para responder, pero fue Franko quien dio un paso adelante y habló.

—Estaba tratando de contactarte. Llevo una semana por aquí cerca y vine a hablar con tus abuelos para saber de ti —informó—. Quería saber de tu vida.

El enojo creció aún más dentro de mí, porque ese bastardo no merecía nada de ella. De hecho, pese a que quería arrancarle la cara, me mantuve en neto silencio porque esto era asunto de ella y yo sabía que Francheska sabría cómo sortearlo.

Mi mujer había avanzado muchísimo.

—Pero, veo que estás muy bien acompañada —los ojos de él fueron a los míos—. Señor Vandeleur —me saludó.

ALEVOSÍA  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora