CAPITULO 30

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MARATÓN 4/4

ANNE

Una mano moviéndome me hace abrir los ojos un poco, Emma me sonríe y yo resoplo.

—Anne, iremos a esquiar a las montañas, nos llevará el helicóptero, vamos— niego.

—Me quedaré, odio esquiar.

—Todos iremos, te quedarás sola.

—Está bien— le restó importancia.

—Okay.

No se que habla con Sofía, segundos después escucho la puerta ser cerrada.

No vuelvo a dormir pero tampoco me levanto si no hasta media hora después, miro mi Apple Watch sobre la mesita de noche, son las siete de la mañana, ¿cómo es que se fueron tan temprano?, que humor.

Me bajo de la cama para ir al baño, hago mis necesidades, cepillo mis dientes y peino un poco mi cabello, creo que hoy es un buen día para patinar.

Ya es veintisiete de diciembre, sólo faltan días para Año Nuevo y yo sigo sin si quiera mirar a el idiota de mi profesor, el tampoco me habla y se que no lo hará, su ego es más grande.

No se porque siempre terminamos peleados, es como nuestra rutina, aunque debo admitir que esta vez fue un poco más por mi culpa, que no me contestara la pregunta de si se acuesta con Katie me hizo sentir algo horrible en él estómago que no se que es pero que cada vez que me acuerdo lo siento.

Idiota.

Trato de no pensar en eso así que enfoco mi mente en la ropa que me pondré para ir a patinar, no es nada del otro mundo, sólo unas mayas negras que son muy calientitas por dentro, blusa de manga larga, mi chamarra negra térmica, una bufanda gris y mi gorro gris de invierno.

Cuando esto lista tomo los patines y la cámara que me regalo mi padrino, estaba debajo del árbol en la mañana del veinticinco, misma mañana en que tuve que disimular que no me acababan de dar la mejor noche de mi vida y que no estaba durmiéndome, ni hablar de cómo me dolían las piernas.

Aunque estoy bien abrigada siento el frío abrazador cuando salgo, voy hasta el inicio del lago congelado, me quito los tenías y me siento sobre un tronco que está talado, con facilidad me pongo los patines. Sobre el tronco dejo la cámara y mis tenis.

La siguiente media hora me dispongo a patinar sobre todo el hielo, se siente tan bien, el aire frío sobre mi rostro cuando voy muy rápido, las vueltas que algunas me salen y otras no, admito que cuando era niña soñaba con ser patinadora artística, no se porque lo dejé, fui como un año y medio a clases.

O si se pero no quiero recordar porque, aunque esta claro en mi mente, mi papá me inscribió para distraerme de la enfermedad de mi mamá, un año y medio después ella falleció y deje de ir, deje de hacer muchas cosas por casi un año, ya no regrese jamás a mis clases de patinaje ni a las de pintura.

Me pierdo en mis pensamientos así que no me doy cuenta de que patino a la orilla del lago en donde caigo de rodillas sobre la nieve helada.

Me pongo de pie tratando de equilibrarme, al alzar la mirada me encuentro con mi profesor mirándome desde cerca de su cabaña, ¿que hace aquí?, se supone que todos irían a esquiar.

Salgo del hielo para ir hasta el tronco en donde están mis cosas, me quito los patines y me pongo mis tenis ignorando por completo la presencia del ojiazul.

Tomo mi cámara y comienzo a tomarle fotos al paisaje, las montañas y el lago congelado.

—Patinas bien— observo de reojo a el hombre que llega a mi lado —¿Sigues enojada?

Clase a media noche | Tom Hiddleston Donde viven las historias. Descúbrelo ahora