UNA OPORTUNIDAD

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ROBERT

Los rayos del sol entran por la ventana, me debato en si ir a cerrar las cortinas o no, no quiero que el sol moleste a la mujer que duerme sobre mi pecho, pero no creo que sea necesario, ella dijo que le gustan los lugares así, llenos de naturaleza y con el sol iluminando su rostro, un rostro hermoso por cierto.

Jamás pensé volver a estar así con alguna mujer así, en un fin de semana conociéndonos más de lo que ya nos hemos conocido en estos meses, toda mi vida pensé que si me metía con alguien más le sería infiel a Annalise, pero ahora estoy aquí, sintiéndome bien.

Cuando conocí a Kate se me hizo una mujer muy hermosa, con su cabello de oro y sus ojos azules, de verdad que es muy bella, pero además de eso, es inteligente, capaz, imponente, ademas una muy buena persona, no quería aceptar que me gustaba pero no pude más y después de unos meses saliendo ahora conoce a mi hija, se quedo en mi ciudad para estar conmigo algunos días y venimos solos de fin de semana.

Definitivamente es algo nuevo para mi, bueno, algo que hace mucho tiempo no hacia.

Con cuidado de no despertar a Kate alcanzo mi celular para enviarle un mensaje de buenos días a Anne, me siento un poco angustiado de que piense que prefiero pasar los días con Kate o que le dejare de prestar atención, tampoco quiero que crea que alguien remplazará a su madre porque eso jamás pasará pero...

No, ella no pensará eso, sabe que es lo más importante para mi, ademas, fue ella la que siempre me dijo que buscara a alguien, que me diera una oportunidad y ahora lo estoy haciendo.

Dejo el celular cuando Kate comienza a moverse, alza un poco su cabeza para verme, le dedicó una pequeña sonrisa la cual devuelve y luego vuelve a abrazarme.

—Buenos días— dice sin soltarme, la abrazo por la espalda.

—Buenos días.

—¿Como estas?, ¿Ya le hablaste a Anne?— se separa de mi acostándose en el lado libre de la cama.

—Estoy muy complacido— sonríe —Y acabo de enviarle un mensaje, ¿por que?

—Pues se que es tu princesa y que eres un poco intenso cuando se trata de dejarla sola— río —Pero me gusta, es tan lindo que seas un excelente padre.

—Hago lo que puedo.

—Lo hiciste bien, es una linda chica, buena y muy tranquila— vuelvo a reír.

—Es todo eso menos tranquila, ya verás como se pone de inquieta cuando vamos de compra.

—¿Le gusta ir de compras?, la invitaré cuando volvamos.

—Piénsalo bien o quedarás en bancarrota— ríe.

—Oye, se lo que gastare, es mujer y seguro muy consentida— me mira divertida —Además, tu no me has visto a mi en las tiendas, serás tú el que salga huyendo.

—El dinero no es un problema para mi— rueda los ojos.

—Que ego— me acerco a ella para besarla pero me detiene —Primero me cepillare los dientes.

—No me da asco.

—A mi si me importa— se baja de la cama dejándome ver su desnudez, del suelo recoge su camisón de seda y se lo pone.

Va al baño, voy detrás de ella y así ambos nos aseamos, lo siguiente que hacemos es bajar a desayunar, ambos preparamos el desayuno, la verdad es que Kate cocina muy bien y con mi toque todo quedó delicioso.

Después de desayunar nos vestimos con algo cómodo y salimos a disfrutar de la naturaleza, rente una casa algo antigua, tiene enredadera de flores muy lindas, el jardín es un hermoso paisaje verde, con pasto y árboles, todo está rodeado de pasto, el pueblo es de este tipo, vintage diría Anne.

Clase a media noche | Tom Hiddleston Donde viven las historias. Descúbrelo ahora