CAPITULO 33

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ANNE

Ruedo por toda mi cama intentando dormir pero no puedo, no voy a hacerlo hasta que mi papá llegue a casa, son casi las dos de la mañana, ya le llame como treinta veces y no contesta, él jamás llega tan tarde, la única vez fue como a las doce.

Me aviso que iría a tomarse algo con mi padrino y que no llegaría tarde, pero no está aquí y me preocupa, ¿qué tal que le pasó algo?

Tomo mi celular y marco el número de mi padrino, no contesta, vuelvo a llamar al de mi papá y tampoco, no tengo idea de a quién puedo llamar.

Voy a llamar de nuevo cuando de repente escucho la puerta principal ser cerrada fuertemente, mi corazón comienza a latir muy rápido ya que me entra un poco de miedo, estoy sola, ¿y si es un ladrón?

Mis sentidos se ponen más alerta cuando un estruendoso ruido se escucha, como si se hubiera quebrado algo.

Ay no, se metieron a robar, ¿y si me hacen algo?

Con todo el miedo del mundo marco el número de emergencia, no le pulso a llamar sólo lo tengo ya puesto. Me bajo de la cama y me pongo mis pantuflas, con sumo silencio salgo de mi habitación.

Una luz en el pasillo está encendida pero cuando llegó a la escalera ya no hay nada más encendido, no logro ver bien desde aquí arriba pero hay dos figuras al parecer masculinas a un lado de la puerta.

Me armo de valor y bajo en silencio, al parecer no me ven.

—Tubo, tubo— frunzo el ceño.

—Shhh...— le dice el hombre a su lado.

Me acerco más a ellos y...

—Tu...

—¿Papá?— guarda silencio, trata de mirarme así que voy al interruptor de luz y la enciendo.

Es mi papá junto con Tom.

—Oye, este no es el club, ¿y las mujeres?— le pregunta a Tom.

Están borrachos.

—¿Club?, ¿mujeres?, ¿en donde te metiste papá?

Me mira con los ojos entrecerrados como detallándome.

—Te pareces a alguien que conozco— arrastra las palabras.

—Soy Anne papá— alza ambas cejas.

—La enfadosa.

—Mi pequeña— abro los ojos como platos.

—Cállate— le digo a Tom y me acerco a mi papá.

—Oye de verdad eres muy parecida a mi hija— lo miro a los ojos.

—¿Estas drogado?— miro a Tom que no deja de sonreír como estúpido —¿Están drogados?

—Para nada, ¿y tu?— ruedo los ojos, mi papá casi se cae así que intento detenerlo, huele a perfume de mujer.

—¿En donde estaban?— sonrie.

—Con unas muchachas, muy lindas por cierto, la mía bailaba muy bien con ese tubo— niego molesta.

—La mía era una impostora— suelta Tom recargándose de la pared.

—¿Estaban es un club donde están mujeres desnudas?— ambos asienten.

—Claro que si, huelen a perfume barato.

—Yo regresare...

—No papá— lo halo cuando quiere irse —Te llevaré a dormir.

—¿Con la morena?

—No, solo— pasó uno de sus brazos por mis hombros.

—Te ayudo pequeña— miro mal a Tom.

Clase a media noche | Tom Hiddleston Donde viven las historias. Descúbrelo ahora