CAPITULO 38

4.6K 265 104
                                    

ANNE

Salgo de mi habitación tratando de no hacer ningún ruido, mi papá ya está dormida pero tiene el sueño ligero así que tengo que ser cuidadosa.

Estoy ansiosa por escuchar a Tom, de verdad quiero escucharlo pero me da miedo creerle y después terminar enterándome que lo que me dijo no es verdad, de verdad me importa mucho y no quisiera perderlo.

Esta semana ha sido la peor, sin ningún mensaje ni llamada, sin escuchar su voz o sin sus abrazos después del sexo, es más, sin él sexo que me da que me encanta, pero sobre todo sin sus ojos, me gustan mucho, son muy hermosos.

Bajo las escaleras lentamente, le quito el seguro a la puerta con sumo cuidado, estoy a punto de salir pero mi estómago gruñe ya que no cene nada así que me regreso a la cocina y agarro unas galletas oreo que siempre tenemos ya que son mis favoritas.

Cierro la puerta con cuidado al salir, antes de abrir el pequeño portón que da a la calle, paso mis dedos por mi cabello desenredándolo un poco, tomo una gran bocanada de aire y con cuidado abro el portón.

Visualizo el auto de Tom no tan lejos, él está recargado en el cofre fumando un cigarro, se ve tan sexy cuando le da una calada y después se pulsa el humo de su boca.

El frío me llega así que me apresuro a caminar hasta el.

—Anne...

—Tengo frío— no lo miro a los ojos porque si lo hago no me resistiré y lo besaré.

—Subamos— caminamos hasta el lado d el copiloto, me abre la puerta así que me deslizo rápidamente dentro del auto.

Al cerrarla rodea el coche, antes de subir a mi lado le da una ultima calada al cigarro y luego lo tira, cuando sube enciende la calefacción.

—¿Así está mejor?— asiento mirando al frente —Anne, ¿podrías mirarme?

—¿Que tienes que decirme?— me abrazo a mi misma.

—Se que estás enojada y dolida por lo qué pasó, por la llamada— siento un dolor en el pecho al recordar la voz de esa mujer, segura de sí misma al decir que su esposo es el hombre a mi lado.

—Lo estoy— suspiro —No pensé que fueras el tipo de hombre que engañaría a alguien.

—Y no lo soy, yo no engañe a Elizabeth— lo miro.

—Genial, me llamo como ella, es medio enfermo, ¿no?— niega.

—Es que eso no tiene nada que ver, Anne no es lo que tú piensas, yo no engañe a Elizabeth, no te mentí, lo único que hice fue evitar decir que estoy casado pero...

—¿Y eso te parece poco?

—Es que ni siquiera me diste tiempo de decírtelo.

—Eres un idiota— No quiero llorar pero me es inevitable —Si, era yo la intensa que te seducía y la que te busque pero si yo hubiera sabido que tienes una esposa que espera por ti en Londres créeme que jamás me hubiera metido contigo, yo no hago lo que no me gustaría que me hicieran y tú no deberías hacer lo que no te gustaría que te hicieran Tom, ¿o te gustaría que tu esposa te engañe?

—No y aunque yo jamás la engañe ella aún así me fue infiel a mi.

—Pues ni siquiera...espera, ¿que?— trato de razonar lo que acaba de decir.

—Lo que escuchaste Anne— respira hondo —Ella me engañó a mi y por eso nos estamos divorciando.

Desvío la mirada tratando de comprender todo, eso explicaría muchas cosas pero...no quiero creerle y quedar como una estúpida.

Clase a media noche | Tom Hiddleston Donde viven las historias. Descúbrelo ahora