CAPITULO 40

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TOM

Intentarlo.

Nosotros.

Novios.

Son tres palabras que estaban fuera de mi diccionario a lo que corresponde con Anne, siempre tuve claro que era solo sexo y que no podía ser más que eso por muchas razones y la principal es la edad, la etapa que ella está pasando, las que va a pasar y las que yo ya pase.

Pero aunque tener una relación con ella era algo que no tenía pensado, aquí estoy en la cama con los ojos cerrados fingiendo que duermo, Anne tiene como media hora solo mirándome dormir, ¿que es lo que pensará?

Yo lo único que puedo pensar es qué tal vez estoy siendo muy egoísta, se lo que siente por mi, se que se enamoro de mi, pero yo no sé lo que siento por ella, tengo claro que la quiero por que...¿como no hacerlo?, hemos pasado mucho tiempo juntos, es divertida, amable, algo loca y ocurrente, si estoy enojada ella hace que ya no lo esté.

La quiero conmigo, la quiero para mi, anoche las palabras me salieron solas sin siquiera pensarla y hoy ya somos novios, es tan gracioso, hace años no usaba esa palabra y sinceramente no pensaba usarla, ahora ya de adulto me suena como muy adolescente, ¿pero que puedo hacer?, mi novia es una.

—Me vas a gastar de tanto verme— le digo abriendo los ojos.

Sus ojos verdes en la mañana son la cosa más hermosa que pueda existir.

Noto como se sonroja un poco.

—Pensé que estabas dormido— acaricio su mejilla.

—Desde que comenzaste a verme que no— sonríe apenada.

—¿Tienes media hora despierto y no me dijiste?

—Me gusta la sensación que me da cuando me miras.

—¿Y que sientes?— se acerca a mi y se recuesta en mi hombro.

—Pues tu amor— asiente de acuerdo conmigo —¿Tienes hambre?

—Si.

—¿Que quieres que te haga?

—Lo que sea.

—Lo que sea...— pienso —Ese platillo no me sale.

Ríe —Pues lo que tú quieras, yo como de todo, menos hígado y pizza con piña.

—Okay, entonces vamos, te prepararé algo— se sienta con sumo cuidado.

—Yo prefiero quedarme aquí, sería lindo desayunar en la cama.

—¿Segura?— asiente —Okay— me bajo de la cama y me pongo el bóxer —Entonces ahora vuelvo.

—Está bien— me mira expectante.

No deja de mirarme, ni cuando voy al baños ni cuando estoy a punto de salir de la habitación, me mira sin parpadear como si quisiera decirme algo o si tuviera esperanzas de algo.

Antes de cruzar la puerta para salir me giro para mirarla.

—¿Mi chica no me va a dar un beso de buenos días?

—Si— su sonrisa se ensancha —Ven.

—Ven tu— abre y cierra la boca repetidas veces.

—Tu eres el que quiere un beso— medio sonrío —Si no vienes no te lo doy.

Niego sin dejar de sonreír, voy hasta ella, me recargo con mis brazos en la cama y acerco mi rostro al tuyo.

—¿Que tienes?— pregunto.

—¿De que?

—Siempre estás pegada a mi como una sanguijuela, ¿que tienes?— niega.

—Nada, sólo estoy cómoda en la cama.

Clase a media noche | Tom Hiddleston Donde viven las historias. Descúbrelo ahora