CAPITULO 46

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TOM

—Yo creo que es una buena propuesta la que tienes en mente, todavía podemos pulirla un poco más pero estoy seguro de que convencerás a la asociación— miro a Sebastian a través de la pantalla del iMac.

—¿Disculpa?— suspira —Me perdí en una parte repite...

—Tom, has estado ido toda la llamada, ¿que te pasa?

Suelto el lápiz que tengo en mi mano.

—Estoy enojado conmigo, se que Anne esta mal por mi culpa— frunce el ceño.

—¿Por que?, yo la vi muy bien la última vez.

—Si pero he estado algo fuera de órbita con lo de reunirme con Elizabeth, ella notó que tenía algo y tuve que decirle, luego me pregunto que si todavía la amaba.

—¿Y que le contéstate?

—¿Pues que voy a decirle?, no puedo mentirle.

—Tom, ¿de verdad todavía la amas?

—No se, ya no se, estoy muy confundido, se qué siento algo más por Anne y algo menos por Elizabeth pero igual se que los sentimientos por mi...por ella siguen ahí.

—¿Y que te dijo Anne después de que le contéstate la pregunta?

—Lloró, piensa que si miro a Elizabeth de nuevo voy a dejarla, que si hablo con ella voy a perdonarla o algo así.

—No es la única que lo piensa— le doy una mala mirada —Hay que ser realistas.

—No quiero lastimarla, es muy importante para mi, no puedo estar sin ella.

—Mira, yo confío en que no te echaras para atrás, tu jamás estuviste con alguien tantos años menor que tú y qué Anne lograra eso y que ademas también lograra que quisieras a otra persona que no fueras tu mismo, a Elizabeth y a mi...— alzo una ceja —Es mucho, no quiero estar equivocado pero creo que te enamoraste de Anne, no sólo la quieres, pero todavía no te has dado cuenta tu.

—Tal vez tienes razón— suspiro —Ya esta, voy a reunirme con Elizabeth, que me diga lo que quiera decirme no me importa si se arrodilla a pedirme perdón, el divorcio se hará y no me va a convencer así remueva fibras en mi.

—Vaya, te escuchaste muy decidido.

—Lo estoy.

—Esta bien, pero te recomiendo que le digas a Robert que si se hará la reunión, pero después del cumpleaños de Anne hazlo, por si acaso al menos no pase su cumpleaños en depresión— respiro hondo.

—Decídete, ¿confías en mi o no?

—Siempre hay que ver más opciones— mira su reloj en su muñeca —Tengo que irme, hay una reunión con tu papá, está vuelto loco por que trabaja desde lejos.

—Como si no pudiera manejarlo.

—Ya sabes cómo es.

—Si...oye, antes de colgar, se me olvidó preguntarte hace unas semanas, ¿te acostaste con la amiga de Anne?— hace una expresión como si no entiendes mi pregunta, pero yo conozco esa expresión, claramente sabe de que hablo —Sofia, la mexicana.

—Mitad mexicana, aunque si tiene más personalidad latina, ya sabes, son muy sensuales, la vieras en la cama, es...

—No quiero saber tus cochinadas, yo tengo a mi propia diosa en la cama.

—Bueno, contestando a tu pregunta, si, nos acostamos el catorce de febrero, no le pedí su número, dile a Anne que te lo de y me lo pasas para llamarla cuando vaya de nuevo a visitarte.

Clase a media noche | Tom Hiddleston Donde viven las historias. Descúbrelo ahora