T3 - Capítulo XCIV: La haré feliz

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-        Y se fueron – dijo Steve cuando cerramos la puerta para despedir a Tony junto a Pepper quienes fueron los últimos en irse.

-        Ahora a limpiar, Capitán – dije extendiéndole una bolsa negra grande, la tomé.

-        Sí, Capitana Solecito – dijo con un saludo militar, reí, empezamos a recolectar las botellas de cerveza y platos desechables, dejamos la bolsa en el contenedor y nos tiramos sobre el sofá, él me abrazó – ¿qué se siente volver a casa?

-        Casa – dije sonriendo – sabes creo que nunca tuve una, mi hogar en Ausburgo terminó destruido; luego la S.S.R., el lugar que nos dieron para refugiarme junto a mi padre y mi hermano era acogedor; luego me mudé a un apartamento porque mi papá no quería que parara encerrada con él en el laboratorio, el cual final también terminé dejando; en el campo de entrenamiento en New Jersey, mi habitación junto a Pegg era cómoda; después de ello, dormí en tiendas de acampar junto a ti durante las giras; viví con Pegg; viví en las instalaciones de H.Y.D.R.A.; el complejo; esta cabaña junto a Buck; Escocia contigo y nuevamente aquí.

-        ¿Cuál es tu punto, solecito? Sé que siempre tienes uno – preguntó acariciando mis mejillas con su pulgar derecho.

-        Pues cuando un lugar empezaba a sentirse como en casa, pasaba algo y siento que nunca he podido mantener una casa, un hogar, de cierta forma, eso apesta.

-        Te entiendo, después de mi madre murió, mi vida cambió, Bucky siempre quiso hacerme sentir como en casa, jalábamos un colchón para que durmiera en su habitación, no quiero ahondar mucho en el tema, pero ¿sabes cuando he sentido que tenía un hogar?

-        ¿Cuándo? – pregunté alzando el rostro hacia él.

-        Cuando estoy contigo, solecito – dijo sonriendo mientras sus dedos se deslizaban por mis mejillas – tú eres mi hogar – le sonreí.

-        Me siento de la misma forma – le dije, estiré mi cuello para darle un beso – así que desde ahora sea donde sea que tú estés, será mi hogar.

-        Me alegra oír eso, solecito y para celebrar – dijo alzarme en sus brazos, solté una pequeña risa – te haré el amor hasta que el sol vuelva a salir.

-        ¿Podrá hacer eso, Capitán? – pregunté sonriéndole.

-        Sabes que sí, ya sabes.

-        Puedo hacer esto todo el día – dije por él, rio, la risa de Steve es tan gratificante, subió las escaleras conmigo en sus brazos, me bajó cuando estábamos cerca a la cama.

-        Más de 10 horas sin ti fue una eternidad para mí – dijo mientras me quitaba mi leñadora así como mi suéter, me atrajo de las mejillas para besarme mientras desabrochaba mis jeans para bajarlos, me los quité completamente así como los botines mientras Steve me quitaba su chaqueta y suéter, así como sus pantalones quedando en boxers, me volvió a atraer hacia él para besarme, sus manos seguían en mis mejillas, su manera de besarme era tan dulce, tan llena de amor, desabrochó mi brasier rápidamente – todo ese tiempo en Escocia, me sirvió para convertirme en un especialista en esto – reí.

-        Espero que solo sea en mí – le dije mientras él pegaba su cuerpo al mío.

-        Es como quiero pasar el resto de mis días – dijo tomando mi rostro entre sus manos – desnudándote completamente para mí – lo besé para dejarnos caer sobre la cama, debíamos agradecer a Tony por mandar el servicio de limpieza antes de nuestra llegada, movimos las almohadas y encontramos chocolates junto a envoltorios de preservativos, reímos porque claramente era obra de Tony, empujamos las cosas hacia el piso, no necesitábamos eso, ya que nos cuidábamos de otra forma, él empezó a llenar mi cuello con sus besos y mi dorso con sus caricias, cada vez que Steve me tocaba, se sentía como la primera vez, solamente él y yo en esa noche en Venecia, sé que lo que paso después fue horrible, pero durante todos esas horas a su lado, entre sus brazos, se sintieron como horas regaladas por algo más grande que nosotros, un momento mágico, Steve dejó de lado al hombre dulce para dar paso al hombre apasionado que se esconde tras esa mirada azul cielo serena, nos deshicimos de las últimas prendas que nos estorbaban, entró en mí, jadeé fuertemente, prácticamente estábamos aislados de todos, no teníamos porque reprimirnos, colocó sus manos sobre mis caderas mientras profundizaba sus entradas, una de mis manos se aferraba a su cabello y la otra estaba sobre su espalda, sus entradas cada vez se hacían más profundas, mis muslos lo envolvieron para darle más acceso a mí, gemí más fuerte, hasta que sentí como empecé a alcanzar mi orgasmo y finalmente, él también empezó a venirse dentro de mí, me sonrió, pegó su cabeza contra mi pecho, tomé la manta doblada para cubrirnos la mitad del cuerpo, su cabeza seguía reposando contra mi pecho, yo lo acariciaba.

One in a million (Steve Rogers & tú) (Steve Rogers y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora