Amo la forma en la que me siento con él, ya que hace que todo sea más fácil, él es de esas personas que conoces solo una vez en la vida y llegan para cambiártela completamente. Sabía que él siempre me cubriría las espaldas, así como yo a él, me enca...
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- Steve, basta — dije riendo mientras él estaba sobre mí besando mi cuello y acariciando mi cintura — Abraham y Benji nos van a oír — Benji se quedaba a dormir con nosotros con regularidad.
- Aún están dormidos, sino ya hubieran venido aquí — respondió — sólo una vez más y te prometo dejarte tranquila por la mañana, luego volveré a insistir por la tarde y más tarde por la noche.
- Está bien — respondí.
- Esa es mi chica — dijo sonriente.
- No, soy su esposa, y así será siempre — dije haciendo que nos diéramos la vuelta para quedar sobre él.
- El siempre me encanta si es contigo, solecito — dijo para besarme, sus manos acariciaban suavemente mi piel y las mías se deslizaban por su pecho y abdomen, me acomodé sobre él para que pudiera entrar en mí, colocó su mano sobre mi boca para que no se oyera mi quejido, su otra mano reposaba sobre mi cadera mientras las movía ondeándose y él alzaba su pelvis hacia mí, jadeaba suavemente pero no era equivalente a la profundidad de sus embestidas, deslizó su pulgar por mis labios, lo mordí ligeramente, él sentó apoyándose en el espaldar de la cama, me tomaba de los hombros, de la cintura, buscaba la forma de hacer sus embestidas más profundas.
- Steve — jadee sin poder reprimirme, llevó su mano a mi boca nuevamente para cubrirla, sus labios se dedicaron a consentir mis senos, para que se aferrara a mi cintura subiendo el ritmo del movimiento de sus caderas, mis mejillas empezaron a arder, así como mi feminidad, él me besó fuertemente para que mi gemido liberador no se escapara de nuestras bocas, seguidamente Steve se vino mientras besaba mis hombros y cuello.
- Jamás me cansare de venirme en ti, solecito — me dijo.
- ¡Mami! ¡Papi! — exclamó Abraham tocando la puerta — ¿están despiertos?
- Tenemos hambre, solecito — dijo Benji.
- Sí, un momento — contestó Steve — vayan lavándote la cara, mami solecito dejo la ropa limpia en sus cajones, cámbiense para desayunar panqueques.
- De acuerdo — dijeron al unísono, oímos sus pasos alejándose.
- Hay que salir de acá antes de que Abraham termine incendiando parte de la casa por querer hacer panqueques otra vez, por cierto, debo comprar otro extintor — me dijo Steve, reí.
Entramos a la ducha para bañarnos rápidamente, bueno casi porque Steve tiene las manos inquietas, salimos cambiados para preparar el desayuno de Abraham y Benji, nos sentamos juntos, tocaron el timbre, fui a abrir.
