Capítulo L: Última esperanza

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- Bucky – dije sorprendida al verlo llegar al lugar donde estaba, hice que pasara.

- ¿Te sorprendes de verme? – me preguntó cuando nos sentamos en el sofá.

- La verdad sí, pero me alegra verte ¿Cómo van las cosas por allá?

- Alborotadas, ya sabes mañana es la boda – asentí – vine porque dejamos algo inconcluso antes de qué pasara todo ese problema, pero no vengo a pedirte nada, bueno de hecho sí, pero no por mí, sino por Steve, aún tienen tiempo, pueden intentarlo nuevamente, lo de ustedes sí estaba funcionando, solo apareció Sharon y su manipulación.

- Buck, agradezco que hayas venido, pero estás perdiendo tu tiempo, él sabe que estoy aquí y no ha venido, la última vez que hablamos fue antes de venir aquí, me preguntó cómo estaba, le dije que vendría aquí, dejemos las cosas así.

- Solo quiero que mis mejores amigos sean felices, yo no quiero ser un impedimento para tu felicidad, así que me voy porque quizás venga, de hecho, estoy seguro de que vendrá – me sonrió – piensa en ti, no te detengas por nada, solo quiero que seas feliz así no sea conmigo – dijo para marcharse.

Las horas fueron pasando y cada que pasaba era una menos para la boda, realmente tenía ganas de buscarlo, pero si no ha venido es por algún motivo importante y ese claramente es su hijo, me senté en la sala tratando de evitar cualquier pensamiento sobre él hasta que volvieron a tocar la puerta, mi corazón empezó a latir rápidamente deseando que sea Steve, me acerqué con temor porque si no se trataba de él, terminaría desilusionada, la abrí.

- Hola – me dijo Steve, sonreí ligeramente al saber que todavía había esperanza – ¿puedo pasar? – me hice a un lado para que pasara – yo realmente no sé cómo llegué aquí, salí del Complejo y solo empecé a caminar y llegué hasta aquí.

- ¿Qué quieres decir con eso?

- Ni yo lo sé, no sé si estoy haciendo lo correcto al casarme mañana.

- Creo que yo soy la persona menos indicada para responderte eso.

- ¿Por qué? – preguntó parándose para caminar hasta la mitad del espacio que nos dividía, imité su acción.

- Porque te diría que no te cases, Steve – coloqué mis brazos alrededor de su cuello, juntamos nuestros rostros, él colocó sus brazos alrededor de mi cintura – te diría que no nos dejes ir, que no me dejes ir – dije colocando mi mano sobre su mejilla.

- Nunca – me dijo.

- Sé que es una decisión difícil para ti, pero si piensas en nosotros por un instante, no lo será.

- No quiero dejarte ir, quiero quedarme siempre contigo, solecito – dijo para besarme finalmente, en serio, sus besos eran lo único que necesitaba, lo amaba tanto y sé que él a mí, empezó a desabotonar mi blusa para quitármela, le quité el suéter que llevaba puesto, desabroché la correa de su pantalón con desesperación mientras él besaba mi cuello y mis pechos, él desabrochó mi brasier – por fin pude – solté una pequeña risa.

- Claro que sí – le respondí para besarlo nuevamente mientras él me quitaba el brasier, nos dejamos caer sobre la alfombra que estaba bajo nosotros para continuar besándonos y deshacernos de todas las prendas que evitaban que pudiéramos sentirnos completamente, él entró en mí, me aferré tomándolo de la espalda mientras besaba sus hombros.

- Te amo – dijo acariciando mi mejilla mientras seguía moviéndose dentro de mí.

- Yo también – volví a besarlo, aquella noche fue inolvidable como en Venecia, aquella noche en donde nos conocimos completamente, sabía que siempre querría sentirme solo suya y que él sea solo mío.

One in a million (Steve Rogers & tú) (Steve Rogers y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora