Capítulo VII: Reconocimiento

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- Como espía, te matan – le dije por la espalda a Steve, se asustó.

- ¿Qué rayos haces aquí? – me dijo ligeramente molesto.

- Abajo – hice que se escondiera detrás de la roca conmigo – tengo mi propia misión personal dentro de la misión de llevarte en el avión de Howard.

- Me lo ocultaste.

- No, se llama compartimiento de misiones.

- Haces que sea difícil mantenerte a salvo.

- No necesito que lo hagas – le dije, estaba molesta por lo que él había estado escribiéndose por cartas con Peggy.

- Te quedarás aquí a esperar a que vuelva y no me digas que no puedo darte órdenes porque soy Capitán.

- ¿Qué crees? No soy Peggy, y por si lo olvidaste, soy alemana, así que no eres mi Capitán.

- Dijiste que te cambiaste la nacionalidad.

- La burocracia no es lo mío, así que permiso – dije para bajar y saltar hacia un camión por la parte trasera – caballeros – no pude decir nada más porque Steve saltó y empezó a golpearlos – un consejo cuando quieres entrar sin anunciarte a un lugar, no se deja un camino de cuerpos tirados – el camión paró y Steve golpeó a uno que estaba por entrar.

- Es el último, lo prometo – me dijo, le quité el casco y la vara para empujarlo debajo del camión.

- En serio, te encariñaste con esa cosa – dije viendo el escudo.

- Es muy útil – me dijo, empezamos a caminar por los tejados hasta que pudimos entrar a la fábrica.

- ¿Qué planeas hacer? ¿Tocar la puerta? – le dije al ver que solo había una forma de entrar y era por la entrada de emergencia, lo hizo, le abrió la puerta y lo golpeó.

- Ahora sí, es el último.

- Steve, el arma debe estar más abajo, proyectas mucho su sombra – me hizo caso, caminamos hasta encontrar una mesa con varias cargas de energía de armas, Steve tomó una y la guardó, solo había alguien quien podía hacer esto y era Zola, mi mentor.

- Por ahí – señaló hacia un punto de bajada hacia un sótano, caminamos, Steve empezó a golpear a algunos, usé la vara que tenía para hacer lo mismo, tenía mucho entrenamiento durante mis años en H.Y.D.R.A., ellos nunca quisieron soldados, sino máquinas de matar, tomé las llaves para abrir las celdas y bajé con Steve, los rehenes murmuraban con la esperanza de salir de ahí, Steve liberándolos hasta que noté que un soldado de H.Y.D.R.A. había estado escondido y quiso atacar a Steve evité que lo hiciera.

- Tienes un buen amigo – dijo un sujeto con gorrito, me quité el casco.

- Soy una chica y sí, era alemana – dije para la sorpresa de todos – andando.

- Espera ¿sabes lo qué haces? – preguntó uno.

- Yo no, pero ella sí – respondió Steve cuando me lanzaba contra otro soldado de H.Y.D.R.A. para noquearlo – se los dije – salí con Steve – ala este – me dijo, nos dirigimos hasta allá, los soldados rehenes hicieron una revuelta, el camino fue algo complicado porque ya sabían que habían problemas, llegamos hasta dijo Steve y vi salir a Zola de una habitación.

- Iré por él – dije corriendo detrás de Zola – ¡Zola! – le grité.

- Antes me decías, tío Zola.

One in a million (Steve Rogers & tú) (Steve Rogers y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora