Capítulo I: Aliada

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Estaba en el restaurante al que solía ir, terminando de tomar mi café mientras leía las noticias, solo hablaban de la Guerra, se seguían perdiendo vidas, después del ataque a Pearl Harbor, fue imposible que los Estados Unidos siguiera dormido, terminé mi café y tomé mi bolso, le dejé buena propina a la mesera, siempre me atendía bien a pesar de mi casi notable acento y le gustaban mis vestidos, hoy llevaba uno con estampado de girasoles, unos pumps amarillo, un bolso negro. Estaba camino a la pizzería, ya que Cindy, mi compañera, me había pedido que lleve una para la noche.

 Estaba camino a la pizzería, ya que Cindy, mi compañera, me había pedido que lleve una para la noche

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- ¡Hey! – grité al ver que golpeaban a un pobre muchacho rubio en un callejón.

- ¿Qué pasa, muñeca? – dijo uno de los hombres – ¿Quieres que te enseñemos a respetar?

- Es muy bonita y joven – dijo el otro hombre que le dio un golpe más al muchacho, se acercaron más a mí – y huele a jazmines.

- Una hermosa chica – dijo para intentar tocar mi mejilla, tomé su mano y le hice una llave para colocarla en su espalda, él otro se iba a acercar, pero le di un golpe con mi pie en la garganta.

- Vámonos de aquí, es una de esas locas – dijo el sujeto hablando con dificultad, solté a su amigo y salieron corriendo del callejón, me acerqué al muchacho, era pequeño, pero tenía unos ojos hermosos azules, saqué mi pañuelo para limpiar la sangre de su boca, él solo me veía mientras lo limpiaba, se lo dejé en su mano y me paré para darme la vuelta.

- Gracias – solo moví la cabeza – espere señorita ¿Cuál es su nombre? – solo le sonreí y caminé hacia afuera del callejón con dirección a mi apartamento.

- Olvidaste traer la pizza – dijo Cindy.

- Lo siento, hubo un muchacho en problemas y lo olvidé.

- ¿Entonces te invitaron a salir?

- Claro que no, solo lo ayudé, había dos tipos golpeándolo, por más que estaba casi en el piso, él seguía defendiéndose.

- Parece que te dejó impresionada, pero apuesto que era muy pequeño.

- Sí, pero tenía los ojos más lindos que haya visto – dije mientras me cepillaba el cabello.

- Si no tuvieras ese pequeño acento alemán, te apuesto que tendrías a todos los tipos de New York a tus pies que tendrían mucho más que un par de ojos bonitos.

- Lo sé, pero cada vez se nota menos ¿cierto? Tú me has estado ayudando.

- Sí, solo habla pausadamente o mejor con acento francés, es mejor sonar una aliada que a alguien del Eje.

- Ni me lo recuerdes, pero no todas las personas pueden ser de buen corazón como tú – le sonreí.

- ____ Erskine, tú eres la del buen corazón, me estás permitiendo vivir contigo gratis, lo mínimo que puedo hacer es ofrecerte mi amistad sincera, y una cita.

One in a million (Steve Rogers & tú) (Steve Rogers y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora