Capítulo II: Enlistada

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Pasaron un par de días e ideé un plan para entrar al campo de concentración en San Francisco donde estaba papá y Harold, era el lugar a donde habían sido asignados haces un par de meses, me hice pasar por un soldado, sabía que esta fachada duraría muy poco, pero debía hacerlo si quería saber dónde estaba Harold, hasta sabía que podía meterme en graves problemas. Había dejado mi apartamento muy bien cuidado en las manos de Cindy, le dije que iría a visitar a un pariente por unos días. Aproveché en que todos los reclutas estaban colocando sus pertenencias en las barracas y empecé a buscar a mi hermano, no estaba él, pero sí Steve, no sé qué tramaba papá, solo espero que no lo escoja como conejillo de indias para el suero, unos tipos lo estaban molestando, pasé por el lado de uno de ellos y lo golpeé con el hombro.

- ¿Qué? Muy rudo, te crees – me respondió, calculé su movimiento, era obvio que quería golpearme, tomé su mano y le hice una llave, hice más presión hasta que me pidió que lo soltará, lo hice y seguí mi camino, no estaba mi hermano, eso me preocupaba, solo podía pensar que realmente estaba al frente.

- ¡Soldado! – gritó un general – ¿no oye que estamos llamando a todos los reclutas? – asentí – véame cuando le hablo – lo vi – otro cara de muñeco – renegó – no puedo creer que América no tenga más hombres, andando – gritó, me coloqué en la fila, lo más lejos posible de papá. Nos hicieron hacer lagartijas, quien tuvo problemas fue Steve, no dejaban de molestarlo, no podía creer que papá lo haya expuesto a esto, hicimos un circuito, trate de no hacerlo ni bien ni mal para no llamar la atención, después nos hicieron limpiar los fusibles, luego dijeron que podíamos bañarnos, pero creo que ahí definitivamente llamaría la atención, fingí que lo hice, en cuanto a las comidas, me senté sola observa a todos esos tipos, eran tan desagradables, molestando a Steve que seguía soportando todo y no se rendía, papá tenía razón era uno en un millón, a la hora de dormir todo fue tranquilo, al día siguiente nos levantamos temprano para correr, aproveche la hora del desayuno para buscar otra vez a Harold, debía cambiar mi atuendo, si quería caminar tranquilamente mientras los soldados estaban entrenando, entré a un consultorio, no había nadie, abrí el casillero de la enfermera y saqué su uniforme limpio, me quité el casco, al fin mi cabello podía respirar, abrí la chaqueta y me quité la camiseta, empecé a desenrollar la venda que puse alrededor de mis pechos para ocultarlos, respiré tranquilamente al fin.

- Eres una chica – oí la voz de Steve a mis espaldas – perdón – dijo al darse cuenta que estaba con el torso desnudo, me coloqué el uniforme de enfermera rápidamente y tomé su mano para evitar que se vaya – ¿___?

- Silencio – me valió mi acento, cerré la puerta – escúchame, nadie debe saber que estoy aquí, solo estoy buscando a mi hermano, Harold Erskine ¿has oído su nombre?

- ¿Hablas inglés? – seguía sorprendido – ¿eres alemana? – esto tomaría tiempo – ¿eres hija del Dr. Abraham?

- Sí, hablo inglés muy fluido, además de otros idiomas, como el alemán, porque era alemana, y, sí, mi padre es Abraham Erskine, ahora responde lo que te pregunté ¿Has oído el nombre Harold Erskine? – negó, ya había buscado por todos lados, mis ojos se aguaron – eso significa que él está al frente, perdón Steve – dije para quitarme el pantalón y las botas, tomar un par de tacones, me quedaban algo sueltos, Steve solo me veía, tomé el gorrito para abrir la puerta y salir de ahí.

- Espera – me llamó – ¿Qué harás?

- No lo sé, pero necesito buscar un lugar tranquilo para pensar.

- Rogers – gritó una agente, me vio – ese soldado tiene un corte, necesita que lo curen ¿lo hará usted o tengo que enseñarle a hacer su trabajo? – con mis ojos le hice una seña a Steve para que entrará otra vez al consultorio.

One in a million (Steve Rogers & tú) (Steve Rogers y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora