One in a million (Steve Rogers & tú) (Steve Rogers y tú)

T3 - Capítulo CIV: No lo suficiente

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- ¿Y qué significa eso? – pregunté – lo de que fui tu dama especial – él miró hacia abajo, parecía algo avergonzado – vamos, dime – insistí.

- No quiero que sientas que quiero sacar una ventaja de la situación.

- Claro que no, solo dímelo, Buck – él me miró emocionado.

- No pensé que volvería a oírte llamándome así – sus ojos estaban brillosos.

- ¿No quieres que te vuelva a llamar así? Es que dijiste que para mí eras Buck.

- Me encanta que me llames así – me sonrió, correspondí a su sonrisa – desde que te volví a ver, quiero hacer una cosa ¿te puedo abrazar? – asentí, él inmediatamente se acercó a mí para envolverme con sus brazos, esto se sentía bien, era como si mi mente recordara esto, la temperatura de su cuerpo, su aroma, su esencia, me sentía muy cómoda cuando me abrazaba, me sentía a gusto, correspondí a su abrazo, envolviéndonos en un abrazo cálido, se separó delicadamente de mí, sus ojos estaban ligeramente llorosos – no tienes ni idea de cuánto te he extrañado – dijo tomando mi rostro entre sus manos, mis mejillas enrojecieron, él sonrió al notarlo – también extrañaba eso – me dijo acariciándolas, aspiró ligeramente mi aroma – sigues usando ese perfume con aroma a jazmines que me encantaba tanto – besó mi frente para volver a abrazarme.

- ¿Ahora si me dirás que significa que fui tu dama especial? – pregunté, él se alejó nuevamente de mí.

- Significa que fuiste mi novia, ____, incluso íbamos a casarnos.

- ¿Qué nos pasó?

- Lo que tenía que pasar, elegiste el camino que siempre te hizo feliz y te daba paz, yo lo acepté porque nada era más importante para mí que ver siempre sonriente a mi dama especial – dijo acomodando mi cabello.

- ¿No te amé?

- Claro que sí, estabas enamorada de mí, me amabas, pero no lo suficiente – volví a pensar en Steve, pero dejé de hacerlo cuando vi el dolor en su mirada.

- Perdóname, Buck – le dije, él sonrió levemente – ¿Qué?

- Es que eso fue lo que me dijiste cuando tuvimos esa conversación, en la cual te dejé ir, después de haberte amado por tanto años.

- ¿Quieres que hablemos de otra cosa? – asintió – cuéntame algo que solo tú y yo sepamos – se puso a pensar.

- Pues una vez, cuando estábamos en una misión con Los Aulladores, yo quise sorprenderte, ya sabes, eras mi dama especial – reí – así que aproveché el descanso para ir a buscar girasoles para ti porque son tus favoritos, y no me di cuenta de que había hiedra venenosa – empecé a reír – es que liberé el aceite de esas hojitas por accidente ya que te quise hacer un ramo, ya sabes decorándolo con pequeñas hojas – reí nuevamente – felizmente tenías ungüento y me ayudó a liberar un poco la picazón, mi puntería durante esos días se volvió un asco, tú me cubriste y solo podía pensar en que eras la mujer de mis sueños, felizmente nadie lo tomó porque me ayudaste o hubiera sido la burla de los demás.

- ¿Y qué pasó con los girasoles?

- Pues no te los pude dar porque reconociste la hiedra a tiempo, eso fue bueno para ti, pero malo para mí, es que tú siempre has sido una mujer muy inteligente, eres científica.

- ¿En serio?

- Por su puesto, mejoraste la fórmula del Suero de Súper Soldado de tu padre.