Capítulo 3

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Narra Annabeth

- No debí contestar esa llamada. - Digo contra el cuello de Demetri.

Es de madrugada y no he podido apartar el asunto de Edward de mi cabeza por completo, aunque Demetri es muy bueno para distraerme.

- No digas eso, si no hubieras contestado estarías ansiosa por saber porqué te llamaba, ahora que sabemos qué es, puedes estar más tranquila. - Dice Demetri acariciando mi espalda y cabeza.

- Tienes razón. - Suspiro. - Aunque, también me arrepiento, perdí parte de nuestro tiempo. - Hago un puchero.

Demetri ríe.

- No le des muchas vueltas, algún día conoceré a la familia, sería bueno familiarizarme un poco con sus voces por lo menos.

- Cierto. - Río. - ¡No me quiero ir! - grito con pesadez, Demetri suelta una carcajada.

- ¡Yo tampoco quiero que te vayas! - grita de la misma forma. - ¡Oh, cierto! - Se levanta y, por ende, a mí también. - Tengo algo que mostrarte. - Sonríe como niño chiquito con juguete nuevo. - Es sobre mi don. - Sonrío emocionada, Demetri tiene mucho potencial.

- ¿El señor no puede esperar a que su señora se ponga algo de ropa? - Le pregunto mientras me levanto de la cama en dirección al guarda ropa.

- ¡Oh, vamos! – se queja.

>> De acuerdo, pero rápido, sé que te gustará, Beth. - Su voz es animada. Se levanta corriendo a cambiarse también.

Una vez vestidos, toma mi mano colocándola en su cabeza indicándome que viera, y lo que veo es increíble.

- Es genial, ¿no? - sonríe orgulloso. - Ahora no solo podré encontrar a quien busque por la dirección de su olor, ¡ahora podré ver un fragmento de lo que sea que esté haciendo en ese preciso momento! - Sonríe y me levanta en brazos dejando mis pies flotando por el suelo.

- ¡Es increíble, cariño! Sabía que tenías potencial para hacer grandes cosas. - Correspondo a su abrazo.

- Claro que sí, no podía dejar que mi mujer avanzara sola, siempre juntos, ¿no?

- Y me alegra que sea en todo. - Tomo sus mejillas y beso todo su rostro provocando que ría.

>> Confío en ti, Demetri. - Junto nuestras frentes.

- Y yo confío en ti, Annabeth. - Dice para besar tiernamente mis labios para luego gruñir.

- ¡Tortolos! Los maestros los esperan en la Sala de Tronos. - Gritan detrás de la puerta.

- ¡Alec! - Se escuchó un golpe, no preguntaré quién lo recibió. - Anne, dense prisa, el maestro Caius está molesto.

- Qué sorpresa. - Dice Demetri con sarcasmo.

- Debemos ir, ¿Podrás acompañarme a Seattle? - Digo aún en sus brazos con un puchero.

- Saliendo de la Sala de tronos tengo que prepararme para una misión, pero Jane se ofreció escoltarte. - Dice riendo.

- De acuerdo. Vamos, cariño. - Entrelazo nuestras manos y salimos.

Caminamos a paso humano entre risas por los comentarios de Alec y Demetri más sarcasmo de Jane con quien tengo mi brazo entrelazado. Félix se ve tenso, pero no incómodo, tal vez preocupado, decido dejarlo pasar.

Una vez en la Sala de tronos cada quién va a su puesto, excepto Demetri, doy mis saludos y despedida. Miro a Demetri para darle un último abrazo hasta nuestro próximo encuentro y Jane se coloca a mi lado para irnos.

- Esperamos buenas nuevas en la próxima ocasión. - Dice Aro, tan teatral como siempre.

- La oferta seguirá en pie por toda la eternidad, Annabeth. - Dice Caius con su tono frío de siempre, aunque un poco más insistente.

- Nos volveremos a ver en la fecha establecida. Aro, Marcus, Caius. - Doy una reverencia, recibo un asentimiento de los reyes más sus miradas cínica, amable y desinteresada, y frustrada, respectivamente, sin más salimos de camino al aeropuerto.

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Al llegar a Seattle veo a mi padre esperando en el estacionamiento recargado en la puerta del copiloto, claro, con las miradas embobadas de las mujeres a su alrededor.

Me mira y sonríe distrayendo a más personas, quienes ahora miran en mi dirección.

Corro a sus brazos que me reciben y me guían hacia el auto.

- ¿Qué tal todo en Volterra? ¿Cómo están los demás de la guardia? - Pregunta mirándome de reojo y hacia el frente, una vez dentro del auto.

- También me alegro de verte, papá, todo allá es muy diferente, todos están bien, dentro de lo que cabe. Caius sigue insistiendo, Aro trata de complacerme en cada momento, es algo gracioso, Marcus igual de sereno y "viviendo" el día a día. - Digo con un toque de melancolía.

- Eso es bueno, ¿Algo nuevo? - Pregunta curioso.

- Si, pero tal vez deberías llamar a Demetri para descubrirlo, es increíble. - Digo orgullosa de mi compañero.

- Perfecto, ahora no podré dormir hasta averiguarlo. – Bromea.

- Rosalie llamó, y muchas veces. - Confieso. - ¿Qué sucedió mientras no estuve? Se escuchaba muy alterada.

Papá suspira.

- Edward por poco no se controló en la escuela, no se alimentó antes y fue sediento el mismo día que llegó Isabella Swan, ¿recuerdas a Charlie? - Asiento.- Es su hija. Tal parece que ella es su cantante de sangre.

- Entiendo, ¿esto amenaza nuestra estadía? - digo algo preocupada.

- Por ahora no, solo es cuestión de vigilarlos, a ambos.

- Dime que no les dijiste esa palabra a los demás. - No contesta.- ¡Rayos, Carlisle!

- Esa era la palabra que mejor describía la situación. – explicó.

- No quisiera ver la expresión que tuvo Isabella durante la semana, dos miradas asesinas y dos juguetonas, la mejor semana de su vida. - Suelto con sarcasmo.- Papá...

- ¿Qué sucede, Beth? - Puedo notar algo de preocupación en su tono.

- Tengo un mal presentimiento...- Digo mientras tomo el puente de mi nariz. - ¿Crees que vayan a extender el plazo? ¿Y si quieren cambiar los términos? - Juego con mis manos nerviosa.

Antes de tomar la desviación hacia el bosque detiene el auto y me mira, toma una de mis manos con la suya y con la otra acaricia mi cabeza, me siento pequeña.

- No pienses en ello, ya has esperado bastante tiempo, te lo deben. - Dice mirándome con esa mirada paternal que da seguridad.

- Gracias, papá, es solo que... creo que son nervios, creo que deberé acostumbrarme a tenerlo a mi lado de nuevo y sin límite de tiempo. - sonrío y retoma el camino a casa.

>> Creo que también será el presentarlo a los demás.

- Eso será lo más difícil. - Detiene el auto y bajamos. - Cada día tiene su batalla. - Dice mientras pasa su brazo por mis hombros.

>> Todo saldrá bien, ¿confías en mi pequeña? - Abre la puerta de la entrada.

- Siempre, papá. - Lo abrazo y al separarnos revuelve mi cabello.

Los demás aparecen al poco tiempo para saludarme y seguir en sus asuntos, saben que por más que pregunten no sabrán la verdad.

- Te dejo, Beth y.... ya sabes... se amable. - Dice Carlisle antes de irse a su turno en el hospital.

Muy bien:

- Edward Cullen, te quiero aquí, ahora. - No aparece.

>> Edward, no me obligues a-. - Y aparece delante de mí con la cabeza agachada.

Lo abrazo y se tranquiliza, al poco tiempo corresponde.

>> Ahora dime, ¿Qué te ha pasado en estos días?

Confía en mí [Demetri Vulturi] (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora