Capítulo 17

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Nueva York

- Señores, me han estado siguiendo por un buen rato, ¿Les puedo ayudar en algo?

- Ya lo hiciste.

Un humo negro emerge desde las mangas del Vulturi inmovilizando a su objetivo.

- Buen trabajo, Demetri, lo encontramos rápidamente.

- Félix, llévalo al avión, partimos mañana a primera hora.

- Si, Jane.

- ¿Demetri?

- ¿Qué le sucede? - Pregunta Alec a su hermana.

- Lo mismo de siempre. - Le responde Jane.

Desde su último encuentro, Demetri cumplía órdenes como si de una máquina se tratara, no había sustancia en sus acciones, simple obediencia. Solo uno de sus maestros, que sabía el porqué, se encontraba feliz de su subordinado.

Acababan de hacerse cargo de un vampiro que se había revelado a un pequeño pueblo, llamando un poco la atención de la gran ciudad. Después de llevarlo a ser juzgado por los monarcas el asunto se irá olvidando.

Demetri se encontraba recargado en una pared de aquel callejón con la vista perdida hacia el cielo nocturno.

Arrepentimiento era la emoción dominante, la dueña de sus pensamientos permanecía, pero ahora no era para reconfortarlo, sino que le hacía recordar su último encuentro, aquel que debió haber sido aprovechado fue interrumpido por su propia necedad.

En medio de sus pensamientos, externo a las miradas de los gemelos, sacó de un bolsillo interno de su abrigo un pañuelo cuyo aroma de ella iba siendo lentamente opacado por el de él. Respiró profundamente en este, cerrando sus ojos, y logró ver una vez más su rostro. Leves pero presentes ojeras y palidez mayor a la normal para uno de su especie denotaban la falta que se hacían el uno del otro.

La vio pelear contra Victoria y por poco salir vencedora, fue empujada por una bestia que lo hizo salir del fragmento de visión. Volvió a inspirar, después de recobrar un poco de energía, ahora muy preocupado, y pudo suspirar de alivio al verla bien y de camino a casa.

Volvió a la realidad cuando Jane llamó su atención.

- ¿Si, Jane? Te escucho. - Respondió sin mirarla, mientras guardaba el pañuelo donde siempre lo tenía.

- Volveremos al hotel, ¿Vienes? - Preguntó por cortesía sabiendo la respuesta.

- Caminaré un poco antes de volver. - Respondió, la misma frase de siempre.

Los gemelos asintieron y salieron del callejón con naturalidad.

Demetri emprendió su camino sin rumbo, una que otra pareja que pasan por su lado, incluso de la acera contraria, lo miraban extraño por su belleza, pero carencia de expresión.

Al doblar una esquina, acercándose a lo que parecía ser un gran hospital, un auto que salía del estacionamiento subterráneo frena de golpe y su conductor baja de este.

- ¿Demetri? ¿Hijo, eres tú?

- ¿Papá? Tu... ustedes... ¿qué...?

Sin poder modular ninguna frase coherente, Carlisle llega delante del rastreador y lo abraza fuertemente para ser correspondido rápidamente, por el contrario.

Carlisle lo guía a su auto y Demetri sube aún sorprendido.

Su padre lo lleva a las afueras de la ciudad, aparca el auto cerca de un mirador y ambos bajan. Pasan unos minutos en silencio. Un momento padre e hijo que ambos necesitaban.

- ¿Qué haces aquí, hijo? - Carlisle decide empezar.

- Un rebelde. - Responde con sencillez.

- ¿Cuándo se irán? - Vuelve a preguntar.

- Mañana al amanecer. - Responde y gira de frente a su padre. -Padre. - Llama su atención y los ojos de Carlisle se agrandan cuando Demetri se arrodilla delante de él y baja la mirada.

>> He cometido el error más grande de mi existencia, he faltado a la única petición que me hiciste cuando pedí permiso para cortejarla, la lastimé, rompí el equipo que nos pediste que fuéramos, rompí la promesa que juré nunca romper e intenté renunciar a lo que por el privilegio de ser compañeros tengo responsabilidad. Te ruego tu perdón, lastimé a tu hija, pero aún la amo y en cada momento que recuerdo su rostro antes de haberme ido, antes de haberla dejado, si pudiera regresar el tiempo evitaría a toda costa aprender a hablar así mis palabras nunca la volverán a dañar y no te volvería a mentir con promesas falsas.

Sus labios tiemblan y en un inútil esfuerzo porque paren, muerde su labio inferior.

>> Dime si tengo que arrancarme yo mismo las piernas para nunca querer volver a ella y así obtener su perdón. - Pide ante el silencio de su figura paterna.

- Si te pido tus brazos, ¿también me los darás? - Pregunta después de unos segundos.

- ...Si. - Duda al principio al no esperarse tal respuesta. - Si con eso puedes perdonarme.

- No los quiero. - Dice y ayuda a su hijo a levantarse del suelo y sacude sus rodillas. - Me has demostrado que no hay nadie mejor que merezca estar al lado de Beth. Estoy orgulloso de ti, Demetri, y sé que no ha sido fácil todo esté tiempo. Cometiste errores, ¿Qué harás ahora?

- Yo...no sé si quiera verme...- Ante Carlisle todos se vuelven niños pequeños que necesitan dirección.

- Es lo que más quiere, y sé que tú también. - Sonríe Carlisle, pero poco a poco está va desapareciendo. - Pero estos momentos son muy tensos... Apoya, aconseja y protege a tu compañera, cuando llegue el momento en el que se vuelvan a ver. Prepárate.

- Lo haré. - Suspira soltando una pequeña risa. - Sé que se supone que soy mayor que tú, pero sigues siendo más sabio. - Confiesa Demetri.

- Me estoy preocupando, de hecho, tal vez te afecta con la edad. - Bromea Carlisle y ambos ríen.

- Ya veremos en unos años. – Frunce el ceño recordando. - ¿Por qué tú estás aquí y ella en Forks?

- Tuvimos un problema con Edward. - Se escucha un murmuro de Demetri << Otra vez...>>. - ...y tuvimos que irnos. - Continúa, pero es nuevamente interrumpido.

- Y ella se quedó cumpliendo su promesa. - Termina Demetri entendiendo aún más los fragmentos. - ¿Y por qué no Edward? - Pregunta volviendo a la confusión. - ¿No era la humana su pareja?

- Fue su decisión. - Responde observando como las facciones de su hijo se tensan.

- Haré que decida qué brazo le arrancaré primero. - Dice conteniéndose de ir a ayudar a su esposa con su promesa, o rastrear a su problemático hermano.

Sus planes se ven interrumpidos por la risa de su padre quien adivinó sus pensamientos.

- Me harías un favor si descubres dónde está. Hace meses no sabemos de su ubicación, sólo llama de vez en cuando. - Su risa se apaga, pero su sonrisa no, en cuanto mira los puños apretados de su hijo. - Ya habrá tiempo para discutir o desmembrar a otros, está amaneciendo y los demás se han de estar preguntando por mi paradero. - Lo abraza de nuevo. - Te extrañé mucho, hijo mío. - Susurra en del abrazo. - Nos volveremos a ver pronto, lo sé.

- Confía en mí. - Sonríe con el ánimo arriba.

- Siempre.

Demetri se despide con la mano mientras camina hacia atrás y corre hacia el hotel para reunirse con sus hermanos de la guardia.

En el avión, y con un semblante más tranquilo, ahora sus pensamientos han dejado la culpa para dar paso al anhelo.

Mi amada Beth, ¿Cómo estás?

Confía en mí [Demetri Vulturi] (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora