Capítulo 12

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- ¡Félix, sujétala!

Annabeth se encontraba débil. Si bien su compañero no había rechazado su vínculo con ella, intentó rechazar su autoridad sobre su don, inútilmente, claro está, ambos fueron creados para el otro. Pero eso sólo resultó en dejarla vulnerable.

Mientras la pareja discutía, el rey Caius y su escolta Félix escuchaban atentamente.

En estos momentos, Caius aprovechó para tener una pequeña reunión con Annabeth, al parecer venir a Forks no había sido en vano, solo debía seguir preparando el terreno.

- Maestro. - Llama la atención del rey sujetando del brazo derecho a Annabeth.

- ¿C-Caius...qué hace aquí? - Susurra Anne tratando de incorporarse, a pesar de su debilidad.

- Debo de admitir que me impresionas cada vez más. - Dice Caius con una sonrisa juguetona en sus labios. - No sólo los secretos que guardas, sino también tu falta de modales.

- ¿De qué...? - Anne aclara su garganta. - Saludos rey Caius... Disculpe, no sé a qué se refiere. - Dice firme.

- No me mientas. – Murmura divertido mientras se acerca peligrosamente a ella. - ¿Y tu compañero, Annabeth? - Pregunta sin moverse de su lugar.

Anne le mantiene la mirada.

- No está aquí, como puede apreciar. - Caius hace una señal a Félix para que la suelte y éste lo hace.

- Hm, eso parece... Pero eso no es tan importante ahora, ¿O sí?

>>Pasa el dorso de su mano por la mejilla de Annabeth y baja hasta su cuello.

>> No es bueno jugar con la comida, Annabeth. – dice y sonríe complacido de la tensión que creó. - Esa humana... llama mucho la atención.

La falsa calma en su voz alerta a Anne, pero sus fuerzas son casi nulas para ocultar su sorpresa.

- Rey Caius...yo...- Es interrumpida por la voz amenazante del rey.

- Silencio - Es tanta la debilidad de la vampiresa que cae al suelo ante Caius.

Este se sorprende por la facilidad con la que esta cayó, la mira hacia abajo.

>> Estás débil...- Una sonrisa traviesa adorna su rostro. - Muy débil, diría yo... Demetri cree que todos lo han abandonado, pero, ¿Quién está sola ahora?

Se arrodilla frente a ella y toma su mentón haciendo que ella lo mire.

>> ¿Quién podrá detenerme ahora de matarte...o a esa humana? - Sonríe victorioso, pero esto no es suficiente para él.

Se levanta y empieza a caminar a paso lento lejos de ella...

3...2...1...

- ¡Caius, espera!... por favor...no le hagas daño...- Suplica desde su lugar mientras se levanta. - No la quieres a ella... lo sé. - Parecía un juego de ajedrez, pero era su única opción. - T-te lo ruego, no la lastimes... solo necesito tiempo, p-por favor. - Ruega con la cabeza inclinada, casi haciendo reverencia.

- Félix. - Dice Caius sin voltear hacia Annabeth, con una expresión complacida, que empiece el juego. - Vete.

- ¿Maestro? - Dice un confundido Félix.

- No tengo porqué repetirlo. - Suspira Caius, ahora mirando a su objetivo.

¿Será un peón, un alfil o... una reina?

- Me retiro, maestro. - Y sin más sólo quedaron dos.

- Vamos, continúa, querida Annabeth. – imitó a su hermano con burla.

- Ella no causará problemas. - Dice rápidamente Annabeth al levantar la cabeza.

>> No la perderé de vista, no dirá nada, no sabrás nada de ella, será invisible, hasta que sea convertida, si es necesario, lo haré yo misma.

La firmeza de sus palabras la hacen alguien a quién admirar, si tan solo pudiera manipular al rey, sumaría otra infracción, al menos estarían a salvo, pero no puede, necesita el apoyo de su compañero para que su don pueda funcionar.

- Nunca creí que te escucharía hablar así.

En un parpadeo Caius se encontraba frente a ella con una mano en su mentón.

>>Me gusta que me supliques. - Se burla con una sonrisa sádica, característica del rey, incluso similar a la de Aro. - Ahora, ¿Por qué debería escucharte? Aún peor, ¿Por qué debería hacer lo que dices?

Era cierto, no había ninguna razón para que Caius hiciera caso omiso a lo que vio y escuchó hoy.

- No me uniré a la guardia por cuanto nuestro trato sigue en pie, pero, ¿qué podría hacer para que me des más tiempo? - Habló decidida.

- ¿Tiempo? - pregunta Caius, al siguiente momento tiene a Annabeth contra un árbol y tomada por el cuello, dando paso a pequeñas grietas, nada grave, por ahora.

>>Te daré tiempo, pero nos veremos más seguido, Annabeth. - Pronuncia lentamente.

>> Me aseguraré de que ambos estén presentes. - Dice mientras la suelta. - Espera por mi llamado, señorita Cullen, pero antes, quiero ver cómo se ha desarrollado hasta ahora. - Dicho esto la toma del antebrazo y comienza a correr hacia el límite del tratado con los Quileutes arrastrándola.

>> Nos veremos pronto, querida... Beth. - Besa el dorso de su mano y desaparece.

Un aullido resuena en la lejanía, pero se acerca con rapidez, Annabeth se levanta con dificultad y corre hacia su territorio, pero no lo suficientemente rápido.

Una cabellera rojiza acude a su ayuda, la toma de la cintura pasando su brazo sobre ella como soporte, tapándola con una parte de su abrigo, y logra atravesar la línea del tratado, ocultándola tras unos árboles. Aquel lobo de pelaje negro oscuro resopla de frustración al no lograr alcanzar su objetivo, pero la imagen del ser de cabello rojo queda en su memoria.

De vuelta con Annabeth, se encuentra en un estado que parece inconsciente pero no, los vampiros no pueden tener descanso, mucho menos ella.

- Me debes una Crystal, casi te vuelves comida de perro. - Comenta aquella pelirroja mientras toma un conejo que pasaban por allí.

>> Te ves horrible. - Le extiende el animal.

- Espero no pagarte con una vida. - Toma el conejo y comienza a beber de él. - Gracias.

Agradece el gesto, no el "cumplido".

- No, jugaremos en otro momento. - Se sienta al lado de Annabeth y recuesta su cabeza en el hombro de ella.

>> Si nada de aquello hubiera pasado, tal vez hubiéramos intentado tu dieta, tan siquiera por un momento. - Comenta con pesar.

>> Me tengo que ir, vienen por ti, nos veremos pronto Crystal.

- Espero no verte por aquí nunca más, Victoria. - La nombrada ríe y se va.

En eso llegan Edward y Jasper, al verla en ese estado y con el aroma de la pelirroja piensan lo peor, sin embargo, ahora lo importante es llevarla a casa.

Jasper la lleva en brazos mientras dudas inundan su cabeza sobre el estado de su hermana adoptiva, pero la más fuerte es, ¿Por qué su corazón está dividido?

Confía en mí [Demetri Vulturi] (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora