Capítulo 24

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Volterra

Se sentía el ambiente tenso.

Aquellos que desconocían la situación o no estaban lo suficientemente cercanos a la guardia de los reyes, se encontraban nerviosos, ansiosos, creían que en cualquier momento cabezas rodarían, nadie se arriesgaría a ser el primero.

Félix atravesó las puertas que venían del estacionamiento subterráneo con un cuerpo en sus brazos. La expresión de quienes lo veían era variada, la mayoría temía por el fin de la chica.

Mientras éste caminaba entre los pasillos, la vista de Annabeth se hacía más clara, los sonidos a su alrededor se hacían más entendibles y el aroma llegaba a sus fosas nasales como vientos rebeldes.

Su propio cuerpo buscaba la cura para su condición, hasta que llegó.

Por otro lado, Demetri, quién había sido llevado, sino arrastrado, por un guardia de bajo rango hacia una habitación alejada de las zonas concurridas, sentía sus fuerzas regresar y el exquisito aroma de hogar, paz y un toque de fresas, comenzaba a hacerse cada vez más intenso.

Como pudo se levantó del suelo, donde había sido tirado, y lentamente, con pasos torpes (a pesar de la gracia de un vampiro), se dirigió a la puerta que, al abrirla, una gran ola de aroma lo azotó y su piel se tornó del tono pálido habitual.

Pasos antes de doblar la esquina donde el aroma de hogar, paz y un toque de tierra mojada con canela, Annabeth salió de los brazos de Félix para casi terminar en el suelo, de no ser por los rápidos reflejos del último que la sostuvo.

Una vez incorporada, se soltó del apoyo de Félix recargando sus manos en la pared donde tomaba impulso para seguir.

Caída tras caída, pero Demetri no sé rendía.

Tropiezo tras tropiezo, pero Annabeth ni siquiera lo tomó en cuenta.

Esa esquina fue el encuentro de la trágica pareja. Fue allí donde chocaron cayendo ella sobre él debido a su debilidad.

Creyendo que sus mentes les jugaban una mala broma, creyendo que sus sentidos se habían rendido a la locura, Annabeth se levantó un poco para mirar contra quién chocó. Ambos, abriendo los ojos con sorpresa y algo de duda.

¿De verdad eres tú?

La mano de Demetri se levantó para tocar el rostro del espejismo. Pero no lo era, su mano pudo tocar la mejilla de ella. Y ella sintió el toque.

Sentándose en el piso, trayendo a Annabeth consigo, Demetri la rodeó con sus brazos enterrando su rostro en el hueco del cuello y hombro de ella.

Beth no se quedó atrás y con sus brazos rodeó el cuello de él atrayéndolo más hacia ella mientras acariciaba el cabello de Demetri recordándose a sí misma que él seguía allí. Demetri la apretaba a más no poder, casi como si quisiera fusionarse con ella.

- Estás aquí, Beth, estás aquí. - Demetri no paraba de murmurar la misma frase contra el cuello de ella.

- N-no me dejes. - Rogaba Annabeth. - N-no te v-vayas, ¡por favor! - Clamaba con dolor.

Estas palabras resonaron en la mente de Demetri, mientras sus labios seguían repitiendo aquella frase.

En ese momento se prometió que nunca volvería a escucharla decirle esas palabras.

- Nunca más. - Declaró Demetri. - Lo lamento tanto, Beth. - Rogó con lágrimas contenidas.

>>Perdóname por favor. - El agarre de Demetri se suavizó y su cabeza descendió hacia el pecho de ella donde descansó.

Confía en mí [Demetri Vulturi] (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora