capítulo 19

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Capítulo 19
Arielle Vandenberg.
Ataque.


Hemos vistos en lo que va de día cuatro apartamentos en la ciudad, Rhett le ha buscado peros a cada uno de ellos mientras yo solo lo observó y río por sus excusas básicas.

“El balcón no me gusta”

“La puerta suena”

“Aquí no cabe el televisor que quiero”

Y así…

Sencillamente ninguno está lo suficientemente cerca de donde vivo, es el gesto más bello de todos pero debe decidirse.

Entramos al quinto apartamento, voy directo hacia el balcón, sonrío por qué en la distancia puede verse la urbanización donde vivo.

Estoy segura de que este si va a gustarle.

Siento su presencia detrás de mí, sus manos se posan en mi cintura y me pega a su pecho.

──Este si me gusta. ──susurra.

Río con fuerza, no ha vista nada. Solo la vista…

──Imagino el porqué.

──Y estoy seguro que aciertas. ──deja un beso en mi mejilla y se aleja para seguir viendo el apartamento. ──. Parece que lloverá.

──Así es.

Es bonito acabados modernos, paredes blancas, techo alto, lámparas negras y una muy moderna chimenea.

──Tiene tres habitaciones, una puede disponerla como oficina y la otra de vista, la habitación principal es amplia, con otro balcón y ventanal, baño privado y vestidor.

Nos muestra la habitación.

──Me gusta. ──dice, se gira a verme. ──. ¿Te gusta?

Me sorprendo ante su pregunta. La misma que me toma desprevenida.

──Si. Me gusta. Es lindo… yo lo rentaría.

──No pienso rentarlo, voy a comprarlo. ──dice guiñándome un ojos. ──. Finiquite los documentos, este es.

La mujer sonríe llena de emoción ya que ha cerrado una gran venta.

──¿Sabe el precio?

──No importa, solo… lo quiero. ──susurra viniendo hacia mí. Pasea sus dedos por mi mejilla. ──. ¿Dónde irán los libro?

Tomo su mano y lo guío hasta la sala donde pienso que se vería increíble una biblioteca con los libros.

──Aquí.

──Me gusta. ──puntualiza.

──Señor Owens, necesito que llene este formulario para gestionar la compra. ¿Podría, por favor?

──Si, claro.

Se aleja con pesar mientras salgo al balcón. Respiro el aire frío con olor a lluvia y cierro mis ojos.  Mi teléfono vibra en el bolsillo de mi pantalón.

Lo saco pensando que es mi madre pero me tenso al ver quién es. Deslizo mi dedo por la pantalla algo dudosa.

──¿Si?

──¡Arielle! ¿Cómo estás?

──Bien, papá. ──susurro. ──. ¿Y tú? Tenías semanas sin llamarme.

Su voz me llena de nostalgia.

──Si, lo se. Lo siento es que Patricia dio a luz y hemos estado ocupados con el nacimiento del bebé.

Frunzo mis labios al escucharlo. Él hizo su vida… él tiene otra familia.

──¿Y no pudiste avisarme? ¿No pensaste en mi? Papá, yo también soy tu hija.
Bufa en la línea.

──Arielle no empecemos.

──¿No empecemos…? ──repito. ──. Lo siento, papá. Es solo que te extraño, casi no hablamos, tengo meses sin verte. Te divorciaste de mamá, no de mi. Entiendo que tienes una familia…

Un llanto se escucha en la distancia interrumpiendo lo que diría, siempre pasa algo.  Trago grueso y las lágrimas se acumulan en mis ojos.

──Te llamo luego, el bebé está llorando. Hasta luego, hija.

La llamada se cuelga y me quedo con el aparato pegado a mi oído, pensando que no me colgó que yo solo estoy escuchando locuras.

Finalmente bajo el teléfono y me quedo viendo la pantalla sin decir nada.

Siento unas manos posarse en mis hombros al tiempo que una lágrima corre por mi mejilla. No podía ser tan perfecto este día.

No podía ser.

──Hable con la agente, nos va a dejar quedarnos un rato. Luego, debemos entregar la lleve en recepción. Va a ir agilizando la compra.

No digo nada, me quedo en silencio llamando su atención, se para frente a mí para notar las lágrimas y mi teléfono en mis manos.

──¿Arielle? ¿Qué pasó?

──Yo nunca seré suficiente. ──murmuro como en una especie de trance. La ansiedad empieza a tomar rienda…

Cruzo mis manos en mi pecho y me cierro a todo. La pesadez me impide moverme y el dolor de estos que no existía llega haciéndome sentir débil.

──¿Por qué dices eso? ¿Qué pasó?

──Pasa que existo. Eso pasa… pasa que me quema no importarle, pasa que me duele mucho tanta mierda. Que quiero que acabe… que acabe para siempre. ──sollozo dando un paso hacia atrás alejándome de su toque. ──. Tengo que irme…

──No. ──musita intentando evitarlo. ──. ¡Carajos, Arielle! Ven acá.

Niego repetidas veces sintiendo el pánico correr por mi piel. La sensación de muerte es desagradable, es terrorífica.

Acuna mi rostro con evidente preocupación, seca mis lágrimas como puede mientras intenta zafarme de su agarre.

──Solo suéltame. Quiero irme… quiero irme. Quiero irme… ──murmuro entre dientes.

Niega aferrándome a su cuerpo.

──Respira… solo hazlo, se que puedes.

──¡No! ¡Suéltame! Quiero irme… yo no sirvo, yo no importo.

Las preguntas llegan, junto con los pensamientos que agobian mi mente.
Llevo mis manos como puedo a mi cabeza, quiero salir corriendo, necesito salir de aquí el espacio empieza a sentirse pequeño y sofocante.

──Quiero estar sola.

──No voy a dejarte sola. Habla conmigo, dime qué pasó… Arielle quiero estar para ti, estoy para ti.

──No sabes lo que dices, todos se alejan, todos se marchan porque yo soy un desastre, porque la ansiedad me controla. ──lo empujo con todas mis fuerzas.

Y busco salir del apartamento, necesito aire… No bajo por el elevador, voy directo a las escaleras sintiendo el insistente golpeteo de mi corazón.

Solo quiero correr y perderme. Correr y no volver…

Un fuerte estruendo retumba las paredes de la edificación, llegó al lobby y la torrencial lluvia que hace rato amenazaba con caer, ya lo hace…
Salgo sin importarme mojarme.

Me detengo en todo el frente al sentir las frías gotas recorrer mi piel, elevo mi rostro hacia el cielo y cierro mis ojos.

¿Por qué no puedo ser normal?

Siento unos brazos que me arropan por la espalda, lloro con fuerza recargando mi cabeza en su pecho.

──Aquí estoy. ──susurra con la torrencial lluvia cubriéndonos por completo.

Nos deslizamos al suelo, me sube a sus piernas..

──Aquí estoy. Lo que sea lo vamos a superar… tú y yo. Dijiste que estabas para mí, yo estoy para ti.

Sisea conmigo en sus brazos en plena cera de la ciudad.

Mi cuerpo poco a poco se va relajando bajo la intensa lluvia que ha tomado los cielos. No sé cuánto tiempo permanecemos así, no se cuánto tardo en calmar mi cuerpo. Solo sé que luego de un rato poco a poco voy sintiendo calma. Soy elevada por los brazos de Rhett, el vigilante del edificio le extiende un par de toallas a este toma.

Entramos al elevador, y subimos a lo que será su nuevo hogar. Nadie dice nada solo me mantengo pegada a su cuerpo húmedo. La puerta se cierra y me guía hasta donde se encuentra la chimenea, la enciende con el control remoto mientras se escucha la lluvia de fondo.

Me quita mi chaqueta de cuero y posa sobre mis hombros la toalla que el vigilante nos proporciono. Pequeños temblores toman mi cuerpo, el frota mis brazos desnudos.

──Respira.

Esta empapado, los pequeñas gotas recorren su rostro, su camiseta gris está ceñida a su cuerpo.

Mis manos van al borde de esta, su mirada está en mi con el rostro lleno de tensión. Levanto un poco y él eleva sus brazos para dejarme quitársela. Su torso queda al descubierto, anclo mis rodillas al suelo y me elevó un poco para soltar su cabello húmedo.

Dejo que las piezas húmedas caigan al fino piso de madera.

Él no dice nada, sus manos van a mi rostro cuando quedó a su nivel nuevamente.

──¿Estás bien?

──Bésame, tócame… por favor.

Mi escape…

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