capítulo 26

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Capítulo 27
Arielle Vandenberg
Elli’s



──¿Terminaste la actividad de Álgebra?

──Si.

Mi madre asiente en la distancia, se me queda observando un largo rato, suelta un largo suspiro y viene hacia mí.

──Me llamaron del instituto, haz cumplido con las actividades y en lo que va de semana tu puntaje a aumentado. ──dice. ──. Eso es bueno.

──Gracias, mamá. ──sujeta mis manos dejándome helada.

Es un tacto que no recordaba, mi instinto me dice que aleja mis mano pero por alguna razón se quedan allí.

──No es que odie a Rhett. ──murmura. ──. Es que temo que te lastime, y volvamos a lo mismo.

Trago grueso.

──No va a lastimarme, mamá. ──susurro.

──Eso espero. De verdad que lo hago.
Se marcha a atender a los clientes, y yo me quedo al pendiente de la caja. Quiero intentar llevar una vida normal, quiero mejorar mi situación con ella…

Sonrío hacia el cliente que espera por su té helado.

──Buenas noches, gracias por venir a Elli’s son 1,20.

──¡Que linda, niña! Buenas noches, toma.

──Gracias. ──susurro recibiendo el dinero.

Lo guardo en la caja, y le extiendo su ticket para que retire su pedido. El señor me guiña un ojo y se marcha, el siguiente cliente se acerca.

Me tenso al notar a Millie.

──Hola, Millie.

──Hola, Arielle. ──responde con sequedad, desvía su mirada hacia la inmensa pizarra.

Muerdo mi labio.

──¿Cómo estas? ¿Qué deseas? ──inquiero.

──Bien. Una milkshake de fresa y cambur.

──Listo. Son 1,30.

Saca el dinero y me extiende, no suelta el dinero cuando lo sujeto.

──¿Qué hacías hablando con Ben hoy? ──cuestiona.

Frunzo mi ceño.

──¿Cómo?

──Te vi hablando con Ben. En el pasillo. ──explica.

Halo el dinero, arrebatándolo de su mano.

──No me interesa Ben, puedes quedártelo con todo y su balón de football, Millie. Tengo novio…

Eleva sus cejas.

──¿El de la camioneta negra? ──asiento sin decir nada. Hago el cobro y le extiendo su factura. ──. Es muy guapo.

¿Muy guapo?

Demasiado guapo…

──Si, lo es.

──¿Y se fijó en ti…? qué lindo. ¿No? Y extraño también.

Siento un vacío en mi estómago.

Me digo a mi misma que no haga caso de su comentario, que no presté atención.

No le des vuelta, Arielle.

No lo hagas.

No lo hagas.

──¿De que hablan? ──inquiere Hesse la nueva mejor amiga de Millie .

──Del supuesto novio de Arielle.
Aprieto mis manos en puño. Mierda, la presión se instala en mi pecho.

Solo respira, Arielle.

Solo hazlo…

──¿Es tu novio? ¿Cómo un hombre como él, se fija en alguien como tú? Tan… insípida. ──suelta con veneno.

Empiezo a sentir las fuertes palpitaciones de mi corazón, mis manos transpiran y un leve mareo me toma por sorpresa. Una manos se anclan en mis hombro, elevo mi mirada para notar a Jenny que me da una sonrisa tranquilizadora.

──¿Desean algo más? Están deteniendo la fila… y no son nuestras únicas clientes, chicas. Vayan a soltar veneno en Salem, allí las brujas son bienvenidas. ──musita con molestia, el rostro de ambas se tensa.

Me anclo al suelo, y aprieto con fuerza mi chamarra gris.

Millie sonríe al notar que me ha afectado, inhalo con fuerza y con el mayor de mis esfuerzos le sonrío de vuelta.

──Me alegro por ti. Viste, solo tenías que controlar lo que sucedía en tu mente. Parar los pensamientos.

Si fuese tan fácil, nadie sufriría por ansiedad.

──Si, claro. Muy sencillo todo. ──mi sarcasmo no pasa desapercibido. ──. Al otro lado de la barra retiras tu pedido.

Trago grueso cuando se alejan, mis hombros caen y mi mente comienza con los cuestionamientos.

──¿Arielle? ──insiste Jenny fijando su mirada en mí. ──. No les prestes atención. Ellas son unas idiotas.

──Yo… yo iré atrás. ──gruño y me alejo de caja para irme a la parte de atrás.
Abro la puerta que da con la calle y respiro con fuerza intentando calmar mi cuerpo.

Los ejercicios…

Me repito, cierro mis ojos y tomó una larga bocanada de aire, no le permito a mi cerebro comenzar con los pensamientos buscando una respuesta para todas las preguntas que comienzan a fluir.

──Yo soy maravillosa. ──susurro con lágrimas en mis ojos. ──. ¡Yo soy maravillosa! ──grito desesperada. ──. ¡Yo soy maravillosa!

Sollozo dejándome caer al suelo.

Mierda. No puedo controlar lo que empieza a desarrollarse en mi cuerpo, el vacío en el estómago. Los temblores en mi cuerpo se hacen presente. Detallo mis manos temblorosas.

¿Por qué esta conmigo?

¿Por qué yo?

¿Qué tengo de especial?

Por favor ya no puedo más. La sensación inminente de muerte empieza a tomar fuerza. El aire en mi pulmones se vuelve escaso, respirar me cuesta, me cuesta mucho.

Colapso en el suelo ante el fuerte mareo que me golpea quedo mirando el cielo, llevo mi mano a mi pecho e intento desesperadamente abrir mi camisa pero no puedo. Escucho a lo lejos que soy llamada, unas manos familiares acunan mi rostro.

Mamá…

──Mi amor, aquí estoy. Respira. Ya pasará, es una ataque. Intenta respirar, Arielle.

Acaricia mi rostro con mimo, sus lágrimas caen en mi rostro.

──Respira mi amor, mami está aquí. Siempre estaré aquí. ──susurra. ──. Tu puedes, eres maravillosa mi amor. Lo eres, yo lo veo todos lo ven, Rhett lo ve.
Dice, y la lágrimas afloran.

──Respira. Tu puedes…

Mi madre se acuesta a mi lado, recarga su rostro sobre mi hombro sin importarle que se ensuciará

──Mira las estrellas, cariño. ¿Recuerdas cuando perseguíamos estrellas?
Inquiere y asiento débilmente.
──. Hagámoslo ahora. ¿Si? Mira allí veo unas que forman un corazón, un corazón tan grande y puro como el tuyo.

Sollozo y ella me abraza.

──inhala y exhala. Sigamos buscando estrellas. ──repite intentando calmar mi cuerpo y mi mente.

Hago lo que me dice y poco a poco mis pulmones se expanden.

──Allí… ──susurro. ──. Una flecha.
Ella eleva su mirada al cielo y asiente.

──Si, parece una flecha, veamos a que está apuntando. ¡Mira cariño! Una sonrisa.

Elevo levemente la comisura de mis labios.

──Mamá… ──susurro con un quebranto en mi voz. ──. Gracias…

Niega y se yergue para ayudarme a sentarme. Sus manos acarician mis mejillas.

──Vamos a casa, debes descansar. ¿Si?

Asiento en modo automático, mi cuerpo se maneja solo, soy una marioneta en este momento de mi vida. Todo aquello que parecía estar bien, se fue a la mierda en menos de un segundo.

Un segundo.

Uno solo, y la ansiedad me destrozó.

Solo hizo falta un segundo y unas palabras vacía para que mi cuerpo y mi mente colapsaran de nuevo. Subo al auto de mi madre, ella con sus manos delicadas coloca el cinturón y cierra la puerta, las lágrimas siguen corriendo por mis mejillas.

Se sienta a mi lado, y sujeta mi mano con fuerza, baja las ventanillas para que el aire de en mi rostro y la sensación de ahogo no vuelva.

──Mañana será otro día, cariño. Mañana todo estará bien.

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