Epílogo

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Epílogo.


Arielle Vanderberg


Ansiedad.


Dos años después.




"La única batalla que se pierde, es esa que no se enfrenta..."



Estos dos años han pasado volando, la universidad no ha sido fácil pero he enfocado toda mi energía en ello y como dice Gustavo; "La mente tiene poder" me he planteado un propósito y ese es graduarme.

Deseo vivir la experiencia de caminar hacia un estrado y recibir mi título, ese que marcará el comienzo de una vida llena de grandes cambios. Estoy haciendo esto por mí, y por los míos.

Ahora mi madurez emocional es otra, mi madurez física también. Tengo nuevos amigos, y viajo cada que puedo a Atlanta para abrazar a mi madre y besar a mi prometido.

A mi prometido...

Es impresionante como sólo pensarlo dibuja una sonrisa en mis labios. Rhett no me ha abandonado en todo este tiempo, al contrario nos hemos vuelto más unidos a pesar de la distancia que se interpone entre ambos, nuestra relación a escalado hasta la cima, el amor es infinito, al igual que la confianza.

La gravedad siempre unirá corazones, esos que se pertenecen.

Lo extraño con cada respiro que doy, esa es la verdad. Y muero porque las semanas pasen con rapidez para estar en verano junto a él. Un viaje que hemos programado por meses, y que queremos disfrutar al máximo.

Estoy a un año de graduarme, tengo libros publicados; Mis tres diarios y sus críticas han sido muy buenas. Mis miedos fueron evaporados con el amor y gratitud de aquellos que me han dado su apoyo y han llenado de amor mis libros.

Y lo agradezco como nunca, la editorial me pidió hacer una firma de libros, y ahora estoy aquí, muerta de miedo.


Una firma de libro, una gran firma de libros en Utah sin mi familia...

No han podido viajar por cuestiones de tiempo, y logística y eso me tiene muy ansiosa. Verme rodeada de personas que no conozco, él no saber si vendrán lectores, el imaginarme escenarios donde critican mi libro frente a mi y todos escuchan.

Cierro mis ojos ante los temblores de mis manos, un fuerte mareo me golpea, y las nauseas me abordan.

Tu puedes Arielle, siempre podrás. Me repito en mi mente una y otra vez.


La ansiedad nunca te abandona, sólo aprendes a canalizar tu energía de una mejor manera, y aprendes estrategias que te ayudan a sobrellevarla, aplico cada una de las estrategias que me ha dado Gustavo y Vivien.

Respiro, una y otra vez, cierro mis ojos y me concentro en calmar los latidos de mi corazón. Bloqueo mis pensamientos negativos, y le doy pasos a aquellos que me calman.

La sonrisa de Rhett, llevo mi mano a la cadena que me regaló, la pequeña flor empieza a girar sobre su eje.

──Yo puedo, siempre puedo. ──digo en voz alta.

──Arielle.

No digo nada.

──¿Arielle estás bien?

Siento las manos de Marifer la encargada de la librería en mis hombros.

──Yo... ¿No hay nadie, verdad?

Inquiero con lágrimas en mis ojos, y con la manos en mi collar.

──Arielle, hay más de 100 personas y la verdad es que creo que son más.

Me giro a verla, su sonrisa es sincera, real y llena de emoción.

──¿Es en serio?

Asiente emocionada, sujeta mis manos y puedo sentir su energía positiva, y su emoción. Lo cual me relaja... la tensión en mis hombros desaparece.

──Y debo decirte que la emoción de ellos es alucinante. Quieren verte, están aquí por ti, todos tienen los libros.

Me hala del brazo y lleva a la puerta la cual entreabre para que pueda ver hacia fuera, noto la fila de lectores en la distancia y mi corazón sigue con sus frenéticas palpitaciones pero estás; son de emoción.

──¡Oh por dios! Quisiera que Rhett estuviese aquí. ──susurro. ──. ¿Puedes grabarlo? Quiero que mi familia lo vea.

──Claro que si. Grabaré todo... no te imaginas cómo has cambiado vidas Arielle.

Me abraza con fuerza y se marcha diciéndome que mi entrada está programada para dentro de cinco minutos.

Reviso mi cabello en mi pequeño espejo, y me repito mirándome en este que aquellos miedos que yo misma me enfundo, no existen.

No están.

Mi teléfono suena, lo contesto notando quién es...

──Hola...

──Mi hermosa Dalia. ¿Cómo estás?

──Nerviosa. ──me sincero.

──No tienes porqué estarlo, amor. Están allí por ti. ¿Tuviste una crisis?

──Si.

Suspira con pesadez.

──Amor, ellos están allí por ti. Lo que has hecho con tus libros es mágico, no le des pies aquello que busca hacerte decaer, aquí estoy para lo que sea.

──Lo se. Lo sé...

──Eres mi hermosa Arielle Vanderberg, mi Dalia preciosa y mi apellido extraño. Tu puedes.

Sonrío al escucharlo.

──Te amo, novio.

──Yo te amo, más. Nos vemos este fin de semana. ¿Ok?

──Ok.

Marifer vuelve a entrar para anunciarme que es hora.

──Te dejo, debo firmar libros.

Ríe llenando de alegría mi pecho, y alma.

──Ve... estoy orgulloso de ti. Te amo.


La llamada se tranca, y tomo una fuerte bocanada de aire para pasear mis dedos por el dije de flor.

──¡Yo puedo!

Salgo detrás de Marifer, el eco de voces empieza a hacerse fuerte con cada paso que doy, hago un leve conteo en mi mente... buscando alejar aquello que busca desestabilizarme.

Los gritos se hacen presentes cuando llego a la mesa, me quedo inmóvil al ver cómo se emocionan al verme y como muchos de ellos llevan mis libros en sus manos.

¡Lo hice!

Me siento con manos temblorosas, y con el corazón a mil.

¿En serio vinieron por mi?

Empiezan a pasar y la emoción que cada uno imprime en sus palabras me hace sentirme orgullosa de lo que logré con un poco de valentía. Toque almas, logré empatía. Mi cuerpo se va relajando a medida que van pasando, firmo, sonrió y disfruto de las emociones.

Cada uno tiene vivencias, es sorpréndete la cantidad de personas que sufren de ansiedad y no hablaban de ello por miedo, por desconocimiento y por falta de orientación.

Me siento grande y no en mal plan, me siento grande porque sin darme cuenta ayudé.

Marifer me llama y me distrae un instante, los gritos que se habían calmado, vuelven y llaman mi atención cuando poso mi mirada hacia él frente quien me sonríe me deja sin habla.

──Yo quiero mi libro firmado también. ──dice extendiéndome los diarios originales. ──. Jamás me perdería esto. Jamás... te amo.

Detallo Inspira y sonrió mirando mi anillo de compromiso.

Todos están emocionados al verlo, saben quién es y lo que hizo en mi vida. Siempre logra darme lindas sorpresas, y siempre me llena de felicidad que lo haga.

Abro el diario, y escribo.


Eres mi más bella Inspiración, futuro esposo. Yo también te amo.


Se lo devuelvo y roza sus dedos por mi anillo, lee y sonríe en demasía.

──Yo también te amo, Futura esposa.





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