Capitulo 62
Rhett Owens.
Utah
Seguir las recomendaciones de Vivien al pie de la letra ha sido un poco estresante para mí.
La ansiedad de Arielle puede presentarse en cualquier momento, no es algo que se cura y más nunca vuelve a pasar es algo con lo que ella debe aprender a vivir.
Son muchas emociones por las que está pasando en estos momentos en su vida, y aunque tenga tiempo sin una crisis lo incierto puede desatar una cuando menos se espera.
El avión…
Muchas personas que sufren de ansiedad temen estar en un ambiente cerrado, él no tener control de su vida desata crisis. Por ello Vivien nos recomendó un medicamento para que Arielle permanezca tranquila en el vuelo, son cuatro horas que para ella sin ayuda seguro parecerían una eternidad.
Su mano permanece cerrada en la mía, lleva los audífonos puestos y los ojos cerrados.
Todo va marchando bien.
Falta poco para llegar, y agradezco enormemente que su ansiedad no esté tomando partido en este momento.
Despedirse de todos aquellos que significan mucho para ella, duele. No quería nada agobiante, una despedida con todos. Ella quería darse la oportunidad de compartir con cada uno por separado para no abrumarse y creo que fue la mejor decisión.
Una tarde de películas con mi familia, unos helados con su amiga, un café con la vieja amargada y una tarde silenciosa con su madre. Esa es su manera de atesorarlos, y sobre todo de controlar aquello que su mente a veces reniega.
No llenarse de escenarios fatalistas, no hacerse historias, no sobre pensar las cosas y dudar de sus decisiones es lo que desea en el alma.
Paseo mis dedos por su mandíbula, sonríe ligeramente al sentirme.
──¿Todo bien?
Asiente.
Abre poco a poco sus ojos.
──Quiero llegar.
──Falta poco.
No dice nada, vuelve a cerrar sus ojos y me sujeta con fuerza la mano.
No sé qué pasa por su cabeza en estos momentos y no se realmente si debo preguntarlo. Porque sus pensamientos a veces son invasivos y el hacer preguntas solo hace que se afiancen más.
──Una cama inmensa. ──susurro. ──. Debemos comprar una cama inmensa.
──¿Por qué?
──Bueno, porque quiero que estés cómoda, y yo quiero estar cómodo contigo en ella.
──¿Qué mas quieres comprar?
──Una Tv, implementos de cocina, un perro…
Abre sus ojos y ladea su rostro hacia mi.
──¿Un perro?
──Si. Un perro.
──¿Por qué?
──Te hará compañía.
Sonríe y asiente.
Anuncian el aterrizaje, Arielle se tensa a mi lado, sujeto con fuerza su mano y le sonrío para aligerar su cuerpo.
──Ya llegamos, y estamos bien. ──susurro
──Si, estamos bien.
La ayudo con su cinturón, y me abrazo a ella para que pueda estar en calma, y así lo está.
****
El clima frío de Utah nos da la bienvenida, Arielle se ve hermosa con el abrigo negro y la bufanda turquesa en su cuello, sus ojos destellan viendo la ciudad por la ventanilla del auto que rente.
Pasamos la noche en un hotel, y ahora vamos camino a ver el apartamento que alquile para ella.
Empieza a mover sus manos en su regazo se quita los guantes y sé que hará.
──¿Cómo quieres la decoración?
Desvía su mirada hacia mi, dejando sus manos quietas.
──Como la de tu apartamento. Me gusta, me relajan esos tonos.
──Perfecto.
Llegamos al pequeño edificio de cuatro pisos, estamos exactamente a 10 minutos de la universidad.
La cercanía era esencial.
Arielle baja del auto colocándose los guantes nuevamente, sus mejillas rosa son lo más bello que existe en este mundo.
──Es bellísimo.
Mucha nieve, árboles bañados de blanco.
──En primavera debe verse más bello.
Rodea el auto para acercarse a mi, su mirada recorre el entorno con mucha emoción.
Eso es lo que quería.
Un hombre sale del edificio, nos sonríe.
──¿Rhett Owens?
Asiento, este se acerca a mi y me extiende su mano enguantada.
──Bienvenidos a Utah. Lamento haberlos hecho esperar.
──No tenemos mucho. En realidad acabamos de llegar. ──musito. ──. Mi novia, Arielle Vanderberg.
Arielle le sonríe, y extiende su mano. Notamos a un inmenso grupo con las camisetas de la Universidad de Utah.
──La ciudad en estas fechas está más concurrida de lo normal, los estudiantes llegan para instalarse y conocer la universidad.
Nos abre la puerta, y nos invita a pasar.
No me pierdo ningún detalle del lugar, quiero saber la segura, y bien. Y la verdad es la seguridad es impresionante en el lugar. Es un edificio nuevo y lo que más me gusta de todo es el rostro de Arielle lleno de ilusión.
Eso es suficiente para mí.
Subimos las escaleras, hasta el segundo piso. Son dos apartamentos por piso. Esta es la opción que ha ambos nos gustó mucho. Por lo cómodo, espacioso y seguro para ella.
Nos abre la puerta, Arielle es la primera en entrar.
Pisas de madera y paredes blancas. La distribución es perfecta. Sala, comedor, cocina que da una linda mirada a la calle, y un pasillo que guía hacia la habitación principal y una de visita.
Sólo le hace falta unos buenos muebles.
──¿Te gusta?
──Me encanta. ──dice, asiento al hombre que me extiende las llaves y también el contrato el cual firmo en la encimera de la cocina.
Se despide de ambos, nos deja a solos.
Arielle se quita el abrigo dejando que este caiga al suelo.
Me sonríe de oreja a oreja, se sienta en el suelo para luego acostarse en el piso, la sigo para acostarme a su lado.
──Recuerdo que bautizamos tu apartamento hace un tiempo.
Susurro, desvío mi rostro hacia ella.
──Yo quiero tener los mismos recuerdos que tú.
Río al escucharla.
──¿Me estás seduciendo? ──inquiero divertido.
──Si. Estoy seduciendo a mi novio.
Si quiere un recuerdo, yo se lo daré.
Me siento en el piso y empiezo a quitarme todo lo que llevo puesto con su mirada en mi.
Se arrodilla frente a mi, y se deshace de la bufanda y su camiseta. Voy a extrañar con locura su cuerpo, su manera de mirarme cuando nos entregamos.
Se acerca más a mi, y sus manos van a la liga de mi cabello y lo suelta.
La subo a mi regazo, y la sujeto con fuerza de sus nalgas.
──¿Vas a extrañarme?
──Como no tienes idea.
Murmura pegándose a mis labios. Mueve sus caderas sobre mi pantalón a medio quitar.
Buscamos deshacernos de su pantalón, para finalmente hacer a un lado su ropa interior, muero estar dentro de ella.
Sonríe al notar mi desespero.
──Tenemos toda la noche. ¿Lo sabes, verdad?
Asiento.
──Me pones mal, Arielle. Te amo demasiado. Mi hermosa Dalia.
Sonríe iluminando mi vida, su cabello cae a un lado, empieza a bajar lentamente, permitiéndome entrar en ella mi cuerpo se estremece y su gemido tan cerca de mi rostro me deja sin aliento, su espalda se contrae, su interior me aprisiona con fuerza.
Amo la manera en la que me recibe.
Empieza a mover sus caderas muy lentamente, me gusta que ella tome el mando, que ella se deje llevar. La complicidad y la confianza entre ambos nos ha compenetrado de una manera que nadie podrá entender. Y no necesitamos que lo hagan, ella y yo lo hacemos y más que suficiente.
Ella será mi amor por siempre, esa que me rescató y me saco de las tinieblas, la que me lleno de esperanza y que me demostró que en este mundo aún existen personas maravillosas y ella es una de ellas.
Mi hermosa Arielle.
ESTÁS LEYENDO
Respira
RomanceA veces olvidamos que la vida consiste en tomar un largo respiro y continuar con el camino. Si algo he aprendido es eso... ha apreciar hasta esa pequeña bocanada de aire fresco que inhalas y expande tus pulmones haciéndote sentir vivo y pleno. Vol...