capítulo 29

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Capítulo 29
Rhett Owens
Confianza.


──Mis padres han decidido divorciarse, finalmente la demanda de divorcio ha sido introducida, hablar del dolor que produce su separación no ha sido fácil… verlos destruirse mutuamente cuando antes de lo sucedido eran incapaces de permanecer separados me ha negado la posibilidad de creer en el amor. ¿Existe realmente? ¿Cómo dos personas que han jurado amarse en un altar pueden odiarse tanto en algún punto de sus vidas? ──trago grueso, Arielle a mi lado permanece callada. ──. Mi padre me acusa por callar, me culpa de ser cómplice de algo que repudio con mi alma. ¿Cómo le dices a tu padre que la mujer que ama le es infiel? ¿Cómo destruyes un corazón que sientes que debes de proteger?

Cierro el cuaderno y suspiro con fuerza.

──Arielle tú no tienes culpa de nada. ──musito buscando su mirada.

Ella no dice nada, puedo notar lo mucha que le afecta.

──¿Lo entiendes? ──inquiero.

Ella muerde su labio inferior. 

──Sigue leyendo. ──dice bajando su mirada, mueve sus manos y he notado que hace eso cuando está inquieta.
Poso mi mano sobre las suyas, y sigo leyendo.

──Mi padre vino hoy a casa, saco toda su ropa y la guardo en una maleta azul y que compramos  para irnos de viaje, me pare en el marco de la puerta suplicando que volteara a verme, que me escuchará y no lo hizo, sencillamente me ignoro mientras las lágrimas corrían por mis mejillas, mientras mi alma se desgarraba por el dolor de fractura que se creaba en mi hogar, en nuestro hogar…
Mierda…

Su mano se afianza a mi agarre.

──Le supliqué que me escuchará pero se negó en repetidas ocasiones, pedí perdón por algo que yo no hice… corrí detrás de él y se negó a voltear. Sentí como mi corazón se destrozaba por dentro como mi mente me acusaba y señalaba afirmando la culpa. Caí en la carretera con manos temblorosas y la ansiedad me golpeó. Fue mi segundo ataque de ansiedad… sentí que moría por dentro y él me dejó allí. Mi mente colapso… mis pensamientos contaron vida, las culpas se acentuaron y poco a poco me he vuelto un alma vacía y sin color. Alguien que piensa que el mundo sería mejor sin su presencia, que la vida no es vida y que el aire es tan pesado que mi pulmones quieren dejar de funcionar.

Maldito… cierro el cuaderno y lo hago a un lado, y la abrazo con fuerza.

──Yo no voy a dejarte.

──Pero, quizás yo si lo haga. ──me tenso al escucharla.

──¿Qué?

──No puedes estar con alguien como yo. ──susurra con lágrimas en sus ojos. ──. No puedo arrastrarte a mi inestabilidad.

Niego, seco sus lágrimas.

Mi corazón…

──No lo haces. No hagas esto… ambos nos hacemos bien.

Oculta su rostro en pecho, siento un vacío en mi estómago.

──¿Después de leer eso aún quieres estar conmigo?

──Podría leer los tres diarios, y aún moriría por estar a tu lado. ──musito. ──. Arielle, mírame. ──Acuno su rostro. ──. Daría todo lo que tengo y lo que no tengo por estar contigo. No tienes ni una maldita idea de lo que significas para mi. Eres todo. Me dijiste que eras de alta demanda y aquí estoy dispuesto a cumplir con lo que necesites de mi, aunque sé que no es mucho porque tú eres muy fuerte.

──No lo soy.

──Si lo eres, Arielle. Si lo eres…

──Millie me hizo sentir tan mínima, tan poca cosa. Dude de lo que tú sientes por mí. ──dice. ──. Mírate, mírame.

──Veo ante mi a la mujer más bella del mundo, eres fuerte, admirable y sexy. Me tienes en tus manos… soy tuyo y no tengo ojos para nadie más que no seas tú, mi corazón te pertenece. ──confieso. ──. No creas palabra vacías, y ardidas. Míranos…

Saco mi teléfono del bolsillo y  lo enciendo para observé la fotografía de ambos.

──Míranos. ──insisto.

Sonríe débilmente y eso es más que suficiente para mí.

──Somos mágicos. ──susurra.

──Lo somos. ──afirmo.

Duramos un rato sentados en el césped, hasta que el intenso sol del día nos hace entrar, Ela ha preparado desayuno, y aunque Arielle insiste en que no tiene apetito ambos tratamos de convencerla en que debe comer un poco y lo hace, de mala gana, pero lo hace.

No termina su plato y no insisto porque hay que darle su espacio.

Mi teléfono resuena con fuerza en el bolsillo de mi pantalón. Saco el aparato y detallo que es Hilda.

Mierda.

La empresa…

Me excuso mientras Arielle hace a un lado su plato y sigue mis movimientos.

──¿Hilda?

──Señorito Rhett… Buenos días, al parecer no recordó el camino al trabajo.

Sonrío al escucharla.

──Lo siento, se me hizo tarde. No creo que asista hoy.

──Bueno, puede zafarse de la empresa hoy, ya que es el jefe y dueño de todo. Pero, de la firma del apartamento, no. Lo esperan en una hora.

──Mierda. ──gruño desviando levemente mi mirada hacia donde se encuentra Arielle quien abraza sus rodillas.

──¡Que boca Rhett! ──exclama. ──. Te esperan… y te enviaré la dirección al teléfono.

──Gracias, Hilda.

Tranco la llamada y muevo mi cuello lleno de tensión, y agotamiento.

Arielle baja su piernas y sigue a su madre quien sube las escaleras aclarando que llamo al instituto informando su ausencia.

──Llamare también a Jenny.

──No. Ve tranquila a Elli’s, mamá. Yo estaré bien.

Ambas intercambian miradas. Es cómo si tratasen de comunicarse en silencio.

──Tengo la firma del apartamento hoy, me gustaría que me acompañaras, Arielle. Te haría bien un poco de aire fresco y a mi tu compañía, por favor.

Ela se gira a verme y sonríe.

──Esa idea me gusta. Yo iré a Elli’s y tú ve con Rhett. Los espero a la hora del almuerzo allá… les haré unos emparedados. ──musita.

Arielle no dice nada, está muy callada y pensativa. Muerde su labio, y cierra sus brazos en su pecho.

──Por favor… ──insisto.

Ella asiente, relajo mis hombros y su madre sube finalmente a arreglarse para marcharse.

Doy pequeños pasos hasta donde se encuentra, toma en sus manos el diario y me lo extiende.

──Termínalo. ──pide.

──Lo haré pero no aquí, y no ahora. Esto, no te hace bien en estos momentos.

──Quiero que entiendas…

──Y yo quiero que tú entiendas, que nada de lo lea me hará cambiar de parecer. Quiero estar a tu lado, siempre.

Declaro, traga grueso.

Su nariz está roja y sus hermosos ojos se muestran tristes pero allí a pesar de eso está el brillo. Esta ella…

──No hay concierto de Coldplay hoy pero podemos hacer otra cosa…
Eleva un poco la comisura de sus labios.

──¿Qué?

──Salir… disfrutar del día. Puedo robarme otra Dalia, podemos caminar por el parque… o quedarnos en mi apartamento nuevo cuando nos entreguen las llaves. Solo salgamos de aquí.

Me observa por leves segundos.

──Esta bien.

Ela aparece y se despide de ambos, tomando sus cosas. Observa a Arielle, y aunque duda se acerca a ella.

──Llámame cualquier cosa.

──Lo haré.

Acaricia un mechón de su cabello, para alejarse de ella y venir hacia mí.

──Cuídala.

──Lo haré.

──Ok.

Ela se marcha y quedamos solo, Arielle toma mi mano y me guía hacia las escaleras para ir directo a su habitación, entramos y cierra la puerta, me encamino hacia su cama mientras ella busca en su closet algo que ponerse.
──Yo… iré a ducharme.

Asiento.

──Te esperaré, siempre lo haré.

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