Capítulo 50
Arielle Vandenberg
Susto.
Dejo caer mi bolso en toda la entrada de la casa, han pasado un par de días y con cada uno de ellos se aproxima más mi graduación y todo lo que conlleva.
Voy directo hacia la cocina, abro el refrigerador para buscar algo para tomar. Me sirvo algo de agua y mientras lo hago detallo un par de cartas en el mesón.
No lleno el vaso, dejo todo a un lado y me encamino con el palpitar de mi corazón en mi pecho hacia el mesón. Mis dedos pican al mismo tiempo que mis manos tiemblan.
Cierro mis ojos por un instante, busco concentrarme en mi respiración y sobre todo en tener el control.
──Tu puedes, Arielle. Tu tienes el control. ──murmuro muy bajo para mí.
Vuelvo a repetirlo en voz alta, mientras insisto en volverlo en mi mantra mental para no darle chance a la ansiedad de tomar fuerza, y dominar.
Me deslizo hasta al piso al sentir que mis piernas comienzan a tambalearse, me abrazo a estas al pegarlas en mi pecho, elevo mi rostro a un con mis ojos cerrados.
──Solo respira… tú puedes. ──murmuro nuevamente. ──. Yo tengo el control.
Paseo mis manos sudorosas por mis muslos soltando el agarre que tenía hacia ellas, voy poco a poco soltando la tensión que amenazaba…
Abro mis ojos poco a poco, bajo mi mirada para notarme en el suelo.
──Eso es Arielle. Eso es…
Me felicito por lo que he hecho, he evitado una fuerte ataque. Saco mi teléfono de el bolsillo de mi pantalón, me quedo en el suelo y marco su número.
──Amor…
──Llegaron las cartas. ──suelto.
Se hace un largo y tortuoso silencio en la línea.
──No he abierto ninguna. Casi me da un ataque de ansiedad. Yo…
Detallo mi mano libre aún con leves temblores.
──Yo quiero abrirlas contigo. ──suelto.
──En estos momentos no puedo ir, quizás en unas horas. ──su voz suena triste. ──. Se que lo que tiene dentro será lo que deseas.
Mi corazón se estruja, las lágrimas se acumulan en mis ojos nublando mi mirada.
──Esta bien. ──murmuro casi al borde del llanto.
Le estoy pidiendo tanto… lo estoy lastimando.
──Amor, yo te amo. Y créeme que una parte de mi está siendo inmensamente feliz por ti. Pero mi corazón está sufriendo… intento hacer a un lado el dolor pero mierda… es difícil.
──Lo se. Lo siento… yo… no estoy pensando en ti. ──murmuro.
Un largo suspiro sale de sus labios.
La puerta de la sala se abre, seco mis lágrimas e intento levantarme antes que mi madre llegue a la cocina.
──Hablamos… luego.
──Arie… ──no le doy tiempo a nada y tranco la llamada.
Mi madre se asusta al verme en la cocina, se acerca a mí y me abraza por la espalda.
──¡Cariño! Pensé que irías con Vivien.
──Fui temprano. ──susurro llamando su atención.
──¿Arielle?
Su mano se posa sobre la mía, finjo una amplia sonrisa en mis labios y elevó mi mirada hacia ella.
──¡Llegaron las cartas!
Pasa su mirada de mi hacia donde se encuentran todos los sobres. Sonríe en demasía y vuelve su vista hacia mí.
──Yo recogí el correo está mañana pero estaba tan apurada que no me fijé. ¡Cariño! ¡Llegaron! ──Chilla pero se contiene al notar mi rostro.
Su sonrisa se borra y sin pedírselo ella viene y me abraza con fuerza, con tanto que siento que me pasa un poco de su fortaleza.
──Todo estará bien, cariño. Todo… Lo que esté en ellas sea bueno o no, te vamos a apoyar. ¿Lo entiendes?
Asiento ocultando mi rostro en su cuello.
──Le temo al cambio, mami.
──Yo lo sé. Aterra… créeme que lo hace pero tú eres tan fuerte y tan maravillosa que podrás con lo que sea. Los cambios abren ventanas a lo desconocido, llenándonos de experiencias de vida. Respiremos juntas… ¿Si?
Asiento, saliendo de mi pequeño escondite.
Ella seca mis lágrimas.
──¿Quieres abrirlas ya?
──Cuando venga Rhett.
──Ok, entonces prepararé algo rico de cena.
Acaricia mi rostro y se aleja para moverse por la cocina.
──Iré a mi habitación.
──Ok.
Me encamino a tomar mi bolso, y subo las escaleras para irme directo a mi habitación.
No cierro la puerta, dejo todo a un lado y me siento en mi escritorio.
Rhett me devolvió los diarios, los detallo sobre mi mesa, enciendo mi laptop y busca información sobre editoriales.
No se qué hago, ni se porque lo hago pero si no me atrevo ahora quizás jamás lo haga.
Desde que él me hizo el comentario la idea a rondando mi cabeza con demasiada insistencia. Incluso esa noche me costó dormir no podía apagar mi mente.
Solo pensaba en el efecto que podrían tener estos diarios en las personas con ansiedad. Quizás los ayudarían…
Quizás.
Mi mente también se encargó de llenarme de pensamientos negativos al respecto, quizás no sean bien recibidos, quizás ninguna editorial los tome en cuenta, quizás… nadie los lea. Pero como dice mi madre, son experiencias de vida.
Así que no presto atención a esas voces que buscan hacerme desistir, y consigo varias editores que están recibiendo manuscritos.
Tomo mis diarios, anoto las direcciones y muy decidida de lo que haré, salgo de mi habitación.
──¡Mamá!
──Dime…
──¿Me prestarías tu auto?
Sale de la cocina y me detalla el la entrada con rostro confuso.
──¿Mi auto? Arielle… sabes que cuando estás tomando medicamentos no puedes conducir.
Muerdo mi labio, y nota mi reacción.
──¿A dónde irás?
──Pensaba ir al Mall, sacar unas copias y volvía.
Me escruta con su mirada, relaja sus hombros, y viene hacia mí..
──Promete que solo irás al mall, y que vendrás…
──Lo prometo.
──Si sientes mareo o adormecimiento me llamas. Iré por ti… ──dice buscando las llaves para extendérmelas. ──. Promete que me llamaras.
──Lo prometo, mamá. Solo iré al mall está a tres calles de aquí…
──Ok. Ve con calma.
Asiento y salgo de casa para subirme al auto, respiro profundo antes de encender el motor. Tengo meses sin conducir… ya que por los medicamentos la recomendación fue no hacerlo pero quiero poder hacer cosas como las personas normales.
Mi ansiedad no debería limitarme.
No voy a negar que varios escenarios se pasean por mi mente para llenarme de pavor, pero bajo la ventanilla e inhaló el aire puro y doy marcha atrás para ir hacia mí destino.
No es mucha la distancia y el tráfico a estar hora de día es relajado ya que aún están en horario laboral. Voy con despacio y a mi ritmo… no tardo nada en llegar ya que queda cerca de mi casa.
Aparco y bajo directo hacia la tienda donde hacen copias.
El ruido, la música y las personas me abruman ligeramente, me aferro con fuerza a mi bolso y cuando entro todo es paz.
──Buenas tardes. ¿En qué puedo ayudarte?
──Buenas tardes… necesito hacer copias, y encuadernarlos.
Saco los diarios y los pongo frente a ella.
──Perfecto… ¿Cuántos?
──Seis de cada uno.
──¿Quieres el encuadernado con este mismo color? ¿Turquesa?
No lo había pensado pero asiento con una amplia sonrisa.
──¿Y podríamos hacerle una portada?
──Si, si… solo dime qué quieres que diga, y listo.
Me extiende la hoja donde ha anotado mi pedido, y escribo los títulos y mi nombre.
──¿Cuánto tardaría?
──Una hora…
Mamá va a preocuparse, pero aún así le extiendo mi tarjeta y hago el pago.
Decido ir a caminar mientras ella hace el pedido y llamo a mi madre para calmarla un poco.
Llego a la feria de comida, me siento en una de las mesas solo a ver a las personas caminar enfrascadas en su mundo.
──Para seguir mirando personas caminar necesitas algo de tomar.
La voz familiar me hace elevar la mirada.
Millie me extiende una vaso con te helado, mientras ella sorbe el suyo. Recibo lo que me ofrece y se sienta frente a mí.
Ninguna dice nada, solo sorbemos nuestras bebidas hasta que luego de un rato suelta un largo suspiro.
──Estoy viendo a Vivien. ──susurra. ──. Gracias, Arielle.
──¿Por qué?
──Porque cuando nadie estuvo, tu estuviste… y me diste el mejor consejo. Buscar ayuda…
──Solo hice lo que yo necesite en un punto. Solo eso…
Sonrie levemente.
──Me iré New York… me aceptaron.
Sonrío en demasía al escucharla, me levanto sin pensarlo mucho y rodeo la mesa para abrazarla.
──¡Felicitaciones, Millie!
──Gracias, Arielle. Gracias en serio… ¿Y tu?
Vuelvo a mi asiento.
──Aun no abro las cartas…
──Van a aceptarte. Se que si.
──Espero que si.
Pasamos el resto de hora que queda hablando de tonterías, de lo que usara para la graduación, y así… pensé que pasaría mi tiempo de espera mirando lejos pero no fue así. Y lo agradezco.
Millie me acompaña a la tienda de copias, donde ya la chica tiene todo empaquetado y listo para mí.
──Gracias.
──Espero que te guste. Me tomé el atrevimiento de hacer los títulos con blanco.
Asiento, y Millie me ayuda con los paquetes ya que pesan. La indico donde está el auto de mi mamá y guardo todo atrás. Nos despedimos con un largo abrazo.
──Ten cuidado, Arielle. Nos vemos el lunes en el ensayo. Saludos a Ela.
──Seguro, nos vemos el lunes. Besos…
Enciendo el motor, y me pongo en marcha por el mismo camino que vine, mi cuerpo está más relajado ya en este punto y me siento más segura. Tomo la autopista para irme directo a casa… Mi madre no ha dejado de llamarme, y ya se le nota el desespero en la voz, así que acelero un poco... Pero una fuerte bocina me obliga a frenar de golpe haciendo que lo corazón se agite con fuerza.
Mierda…

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Respira
RomanceA veces olvidamos que la vida consiste en tomar un largo respiro y continuar con el camino. Si algo he aprendido es eso... ha apreciar hasta esa pequeña bocanada de aire fresco que inhalas y expande tus pulmones haciéndote sentir vivo y pleno. Vol...