capítulo 56

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Capítulo 56
Arielle Vandenberg
La playa.



Siento la arena fundirse en mi piel, el cosquilleo causa sensaciones agradables en mi cuerpo. Cierro mis ojos y siento la intensa brisa acariciar mi rostro, el olor a mar relaja mi cuerpo y mi alma.

Esto parece un sueño.

En estas semanas aprendí que la vida es un suspiro. Se va tan rápido como llega, e inesperadamente.

Lo último que recuerdo es que iba de vuelta a casa con mis diarios en el auto, lo demás son pequeños destellos que a veces aparecen, ya sea el golpe en la cabeza, el bajarme del auto y dejarme caer en la carretera… No sé si esos recuerdos son reales pero los siento así, fue el mayor susto de mi vida.  Pasé casi tres semanas en un hospital.

Tres semanas.

Me perdí mi graduación pero mis compañeros y profesores grabaron el momento de mi llamada e hicieron un ovación para mí. Y lo agradezco, se que todos ellos de alguna forma deseaban que mejorará.

Y lo hice.

La voz angustiante de mi madre, las súplicas de Rhett son susurros que me despiertan en la madrugada. Los escuchaba y los sentía, era tan desesperante no poder reaccionar de la manera que quería.

Cierro mis ojos por un instante y recuerdo el momento en el que desperté, y él estaba a mi lado. Su rostro palideció, y sollozo al verme fijamente a los ojos, tuve que tomar su mano para hacerlo sentir que el momento era real, que yo estaba despierta y junto a él.

La confusión me reino por unos momentos, yo solo quería refugiarme en sus brazos, lo extrañaba. Lo extrañaba con locura.

Unas manos me sujetan por la cintura, chillo emocionada, me eleva y me guía hasta la playa haciendo que ambos caigamos en medio de una ola, aguanto la respiración y salgo para tomar aire con una amplia sonrisa, sus orbes azules me observan, si amplia sonrisa hace latir mi corazón con fuerza.

Me hala hacia su cuerpo mientras el mar nos rodea, y abriga con su cálida agua.

──¿Te gusta la playa?

──¡Me encanta! ──chillo guindándome de su cuello.

Me embeleso con su mirada llena de amor hacia mí. Me ama… me ama con cicatrices, con marcas que quizás nunca se borren, con miedos que me abruman y con sombras que me siguen a todos lados.

Acaricio su mejilla con cariño.

──Te amo, Arielle.

──Yo te amo más, Rhett.

──No vuelvas a asustarme de esa manera, por favor.

──Jamás, no quiero que nadie vuelva a sufrir por tu olor.

Ríe con fuerza.

Me pego a su cuerpo con las olas del mar moviéndonos. Pasea delicadamente sus dedos por la pequeña cicatriz que ha quedado en mi frente.

──¿En serio duraste una semana sin ducharte?

Asiente.

──No quería dejarte. Yo… no podía irme y dejarte en esa bendita cama. Odiaba el sonido de la máquina pero carajos sentía un alivio cuando entraba y la escuchaba. Era como que aún había la esperanza de que respiraras de nuevo sola.

Lo detallo, en sus ojos puedo ver que esas semanas para el fueron una tortura.

──Jamás fue mi intención hacerte pasar por eso.

Sonríe débilmente.

──Lo se, mi apellido extraño, lo sé. ──susurra rozando su nariz con la mía. ──. Vamos, es hora de comer algo.

Me suelta y me abalanzo a su espalda, sale conmigo guindada de él como si fuese un mono, y nos guía hasta donde se encuentran nuestras cosas, me bajo con cuidado y lo ayudo a llevar nuestros bolsos.

Entrelazamos nuestras manos, y caminamos hasta la casa que ha alquilado para nosotros, para este fin de semana de escape.

Un escape que es justo y necesario luego de lo que hemos pasado.

Al despertar vi muchas personas familiares a mi alrededor, compañeros de clases, profesores, Vivien con Cassie y Alex, mi madre por supuesto que nunca me soltó, y Rhett.

Es impresionante lo amado y valorado que puedes sentirte al estar rodeado de personas, personas que realmente muestran preocupación, empatía y amor.

Empatía, Un valor que no suele aplicarse en estos tiempos, un valor que ha perdido vigencia y significado. Y por primera vez en largo tiempo lo experimenté de terceras personas, personas que me veían en la distancia pero no se acercaban al no comprender o entender lo que la ansiedad hace en tu mente y cuerpo.

Pude hablar con cada uno de ellos entre esos  con Millie. Quien llena de llanto me pidió perdón, un perdón que no debía darle yo, debía dárselo ella misma.

Siento que he tocado fibras, y que quizás luego de hablar conmigo aplicarán un poco más en su vida la empatía.

Un granito, un solo granito que puedo apostar ayudara a muchos.

Suspiro al ver a Rhett moviéndose en la pequeña casa de playa, tiene un baño, una habitación y sala y cocina lo justo y necesario que se necesita para esta cómodos.

Me dejo caer en el pequeño sofá celeste. Los tonos cálidos te hacen sentir que aún estás en el mar.

En la pequeña cocina Rhett prepara algo para merendar y recuerdo que es hora de mis medicamentos, reviso mi bolso, y noto en este las cartas de las universidades.

He recibido correos pero no he tenido un momento para sentarme a revisar. Saco las cartas y las llevo a la cocina junto a mis documentos.

Rhett se gira a verme.

──¿Tienes dolor de cabeza?

Niego parándome a su lado. Dejo las cartas en la encimera, las detalla en silencio.

──¿Ahora?

──Si.

Deja lo que hace, y limpia sus manos con una pequeña toalla.

──¿Las abres tu o yo?

──Yo. ──eleva su dedo y va por agua para que tome mis medicamentos. Lo hago ante su mirada azulada.

Asiente satisfecho, y me pide abrir las cartas, con manos temblorosas, tomo una larga bocanada de aire y me armo de valor.

No existe nada que haga que me rechacen, nada. Yo lo sé. Yo lo siento… 
Abro la primera. Paseo mi mirada por las letras y a medida que leo mi corazón se dispara con fuerza dentro de mi pecho.

¡Me aceptaron!

──¡Me aceptaron! ──susurro, una pequeña lágrima llena de felicidad corre por mi mejilla.

Rhett sonríe de oreja a oreja y me hala a su cuerpo para cargarme con ligereza.

──¡Felicitaciones amor! ¡Lo sabía! ¡Sabía que lo lograrías!

Acuna mi rostro al dejarme nuevamente en el suelo, y me llena de besos.

──Te amo, vamos a resolverlo.

──Vamos a resolverlo. ──susurro. ──. No quiero dejar de tenerte en mi vida.

──Eso no pasará. Ya te lo dije, buscaremos una manera de resolverlo todo, yo viajaré, tu vendrás y así. ──musita calmando mi alma.

Sé que es necesario este cambio, esta distancia… para lograr lo que quiero.
Darle lo mejor, ser la mejor versión de mi misma.

Recargo mi frente en su pecho, siento sus manos en mi espalda, y mi cuerpo se relaja. Me abraza con fuerza.

──¿Qué quieres hacer para celebrar? Tus diarios serán publicados.

Sonrió pegada a su pecho.

Mis diarios serán publicados, ¡Publicados!

No puedo explicar la emoción que siento ante todo lo que está pasando en mi vida, cosas maravillosas.

Todo se está alineando, todo está tomando su camino.

──Y… ahora serás una chica universitaria.

──Tu chica universitaria.

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