capitulo final.

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Capitulo 69
Arielle Vanderberg
Capitulo final.


Un mes sin verlo es demasiado para mi, no podía quedarme este fin de semana en Utah sin verlo…

Tomé el primer avión que salía hasta acá, con miedo y temor me subí me enfoque en mi respiración, en los ejercicios de concentración que me recomendó Gustavo y aquí estoy, frente a él.

──¿Arielle?

Sonrío en demasía ante su sorpresa, todo valió la pena. Corro hacia sus brazos me carga pero me detalla buscando que sea real.

──Soy real. Estoy aquí. ──susurro, acuna mi rostro y me llena de besos desesperados.

──¡Estas aquí! ¡Dios! ¡Estas aquí! ──exclama lleno de emoción.

En sus ojos se acumulan un par de lágrimas, me baja con cuidado y recorre con su mirada, aún sigue sin creerlo.

──¿Cuándo llegaste?

──Hace unas tres horas…

──¿Por qué no me dijiste?

──Porque eso arruinaría la sorpresa, amor. Quería esto… Este momento.

Asiente feliz, paseo mis manos por su rostro, por su cabello y está igual que siempre.

Tan bello, y sexy como sólo él puede serlo.

──¿Todos sabían?

──Si. He estado aquí desde que llegué con mamá, y bueno ahora quiero estar contigo, con mi novio. ──confieso.

Su sonrisa se amplía tanto que sus ojos se cierran.

──¿Cuándo te vas?

──El domingo en la noche. Tenemos todo el fin de semana.

Me abrazo a su pecho, y puedo sentir su agitado corazón golpeando con fuerza en su pecho, la emoción que nos invade es única.

──Te extrañe. Mierda, te extrañe tanto…

Susurra paseando sus manos por mi cabello suelto.

──Yo también te extrañe, tanto que mira dónde estoy. ──respondo. 

Lo guío hasta el café de mi madre, no deja de verme en ningún momento y todos sonríen, y celebran mi llegada.
Mi mamá aplaude feliz, y viene hacia ambos para abrazarnos.

──En serio creí que era por un novio.
Mi madre ríe con fuerza.

──Lo tengo pero no te diré quién es. Chismoso.

Rhett pone cara de escándalo, y río al verlo.

──Me hace feliz verte así, verlos así. ──dice mi madre. ──. ¿Nos vemos en la noche?

Asiento.

──Si, en la noche nos vemos. Yo me lo secuestro ahora…

Dejo un beso en la mejilla de mi mamá, y halo del brazo a mi novio para que venga detrás de mi. Lo guío por la cera hasta el parque donde solíamos comer helado.

──Mierda, me cuesta creer que estés aquí. ──se detiene y me hala a su cuerpo. ──. Te amo.

──Yo te amo más. Me subí a un avión sola para venir a verte.

──Gracias, amor. En serio gracias por esto. ──susurra.

──¡Hola! Tiempo sin verlos. ──musita el vendedor de helados.

Nos giramos hacia donde se encuentra sonriente.

──¿Lo mismo de siempre?

Asentimos al mismo tiempo y nos sirve los helados. Rhett no quita su mirada de la mía, y con ello me doy cuenta que haré esto muy seguido, cada que pueda vendré a verlo.

Recibimos los helados, y volvemos por donde llegamos.

──¿Qué quieres hacer? ──inquiere.

Llevo el halado a mis labios, y mi detallo.

──Quiero hacer el amor con mi novio hasta que caiga la noche, y luego de ello iremos a una cena familiar para después volver a tu apartamento y seguir haciendo el amor…

Traga grueso, y sonríe.

──Lo que quieras, y como lo quieras.
Subimos a su camioneta y nos ponemos en camino hacia su apartamento.

──¿Cómo está semana?

──Bien, entregué en el informe. Lo terminé ayer.

Se gira a verme.

──¿No era para el lunes?

──Si, pero no me gusta estar en el apartamento sin hacer nada, adelanto lo que puedo y así mantengo la mente ocupada, amor. ──confieso.

──No te exijas mucho. ¿Si?

Asiento ante su evidente preocupación.

──Estoy bien. ──susurro tomando su mano, sonríe al escucharme y asiente tranquilo.

No tardamos nada en llegar a su apartamento, me encanta que le preocupe todo lo que tiene que ver con mis estudios.

Recorro con mi mirada la sala, todo está como siempre, me quito mi abrigo y puedo sentirlo detrás de mi.

Me abraza por la espalda, y deja un beso en mi cuello el cual eriza toda mi piel.
Cierro mis ojos disfrutando de su calor.
Me giro para rozar su nariz con la mía, siento su aliento caliente fusionarse con el mío. 

Nos besamos dejándonos llevar por la pasión. Mis manos buscas quitarle su camiseta paseo mis manos por su torso recorro sus tatuajes recordando cada uno de ellos, lleva la cadena que le regalé puesta. Sonrío al notarlo.

Rompe mi camisa…

──No más de dos semanas sin vernos. ──susurra pegado a mis labios. ──. No más…

──No más.

Posa su mano debajo de mis muslos y me carga para guiarme hasta su habitación.

Extrañe todo…

Todo lo que soy se encuentra aquí.

Todo lo que me representa está aquí.

Me recuesta en su cama, detalla la fotografía que tiene de mi en la mesa de noche junto con una pequeña cajita turquesa.

Desvío mi mirada de ese punto al sentir sus manos en mi piel. Se deshace de mi pantalón, y yo busco quitarle el suyo.

El desespero de ambos es evidente, nos necesitamos, nos extrañamos y nos deseamos.

Se mete en mi interior de golpe, gime mi nombre mientras clavo mis uñas en su espalda.

Carajos.

Esto es vivir.

Esto es respirar.

──Te amo. ──jadea uniendo su frente con la mía.

──Yo te amo más.

Sus caderas comienzan a moverse, la excitación de ambos toma fuerza, la pasión nos invade.

Soñé con esto muchas noches…

Soñé con el hombre que amo y con quién pienso pasar toda la vida.

Las caricias nos avivan. 

Mi aliento es suyo, la bocanada de aire que tomo es por él.

Nos gira para él recargar su espalda en la pared, me sienta sobre su regazo para que yo quedé arriba, toma mi mana y la besa, extiende la suya hacia lo que llamó mi atención antes.

──Se mía para siempre, Arielle. Para siempre. A tu tiempo… pero para siempre, voy a esperarte.

Siento que desliza algo por mi dedo, y mi mirada va hacia ese punto.  Un hermoso destello acelera mi corazón.

Oh por dios…

Sonrío viendo lo que coloca en mi dedo.

──¿Mía para siempre? En un futuro que sea nuestro.

──Tuya… para siempre.

Un futuro con él es lo que más deseo, A mi tiempo pero con él. Con ese mismo hombre que me impulso a vivir, con ese mismo hombre que me salvó y me mostro los bellos colores que hacen brillar la vida, y con quién está dispuesto a esperarme.

Mi nombre es Arielle Vanderberg y la ansiedad es parte de mi, y he aprendido que siempre lo será pero solo tiene un pequeño porcentaje en mi vida, la mayoría lo tienen esas personas que amo, que me aman y que me hacen feliz.

Todo será más grande que la misma ansiedad, todo. 

El amor puede todo, el apoyo familiar también, y el hablar de algo que no se toma en serio haciendo ruido y llenando de conciencia marcará la diferencia en la vida de quien menos esperas.

Por ello aprendí que hablar en voz alta, no sólo me ayuda a mi, ayudará a otros también.

Lo más importante de esto es entender que a veces es necesario buscar ayuda, eso no te hace débil, no te hace menos… te hace valiente.

La aprendí, lo entendí y ahora lo digo; Buscar ayuda, hablar y concientizar salvará mentes, incluso vidas.

Una enfermedad mental no te define.

Jamás lo hará.

Lucha, y recuerda; Expande tus pulmones; inhala y exhala.

Sólo respira…


Fin.

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