capítulo 22

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Capítulo 22
Rhett Owens
Mi Dalia.


No suelto la mano de Arielle en ningún momento, no quiero que sienta o que piense que luego de lo que pasó las cosas cambiarán. Porque no será así, y si llega a hacerlo será para mejor.

Beso ligeramente sus nudillos y sonríe con timidez, caminando hacia la farmacia porque debo ser responsable, debo cuidarla. Entramos al pequeño local.

La acerco a mi cuerpo, y le susurró en el oído al notarla nerviosa.

──Escoge algunas golosinas, yo iré por las pastillas. ──susurro.

Asiente elevando su mirada hacia mí.
Me encamino hacia la parte trasera donde se encuentra el mostrados y el farmacéutico. El hombre me indica que avance y lo hago.

──Buenas noches, ¿En qué puedo ayudarle?

──Buenas noches, necesito la pastilla de emergencia.

Asiente sin más, y se marcha para buscarla, detallo que Arielle tomo algunas cosas y viene hacia mí justo cuando el hombre vuelve con la caja.
Detallo que lleva en sus manos varios golosinas y un jugo pero lo que me hace sonreír con los empaques  de Skittles rojos. Pellizco su mejilla y me guiña un ojo dejándome sin aliento.

──¿Algo más?

──Solo eso, y esto. ──musito extendiendo las cosas.

Le pasó mi identificación y mi tarjeta para que haga el cobro, cuando ya estamos listos, sujeto nuevamente la mano de Arielle nos encamino hacia la salida pero un chico corpulento entra haciéndose el importante y me empuja.

──Se dice permiso. ──gruño, este se planta y mi giro hacia él.

Típico niñito que se cree el mejor por ser jugador de football americano. Puedo apostar que es quarterback.

Relaja los hombros al ver que soy mucho más grande y alto que él, pero su mirada pasa de mi hacia Arielle y su semblante cambia, más cuando nota que estamos tomados de las manos.

──Arielle. ──susurra y me tenso porque el tono que usa no me gusta.

No me gusta para nada.

──Ben, hola…

──¿Se conocen? ──inquiero.

──Vamos al mismo instituto.
──responde mi Dalia con total calma.

──Estas muy cambiada, te ves… bella. ──suelta y siento que el pecho me arde.

──Gracias, nos vemos.

Arielle sale y me hala del brazo me saca alejándome del idiota que no aparta su mirada de ella, aún en la distancia permanece en el mismo sitio con sus ojos en ella.

──¿Quién es él?

──Ben, un chico con el que salí en algún momento, antes de la ansiedad. Como es normal… fue uno de los primero que se alejó. ──responde con calma.

Asiento calmando mi cuerpo, no me gustó cómo la miró y menos como dijo su nombre.

──¿Cómo se toma esto? ──pregunta sacando la caja con las pastillas.

Detallo lo que dice fuera de ella, y es sólo una pastilla. La saco de la caja le pido que abra la boca y la llevo a esta. Su lengua roza ligeramente mi dedo y debo tensar mi mandíbula para controlarme.
Aún puedo sentirla tocando mi cuerpo. Es vitalizante lo que siento.

¡Carajos!

Le doy el jugo, y se lo toma.

──¿Listo?

──¡Listo! Eso es todo, es de un solo paso. La próxima vez usaremos condón. ¿Ok?
Asiente nerviosa.

──¿De verdad te gusto? ──pregunto, doy un par de pasos hacia ella, su cuerpo se pega a mi camioneta quedando atrapada entre está y mi cuerpo.

──Me encanto, juro que no quería irme del apartamento, ese mismo que desde ahora se volverá mi lugar favorito.
Siempre voy a recordar ese momento. Fuiste mia, y eres mia, Arielle. ¿A ti te gustó?

Muerde sus labios, sus mejillas se tornan rojas.

──Mucho, es… fue mágico, lo hiciste mágico. ──susurra. ──. La verdad es que superó mis expectativas.

Baja su mirada y poso mis dedos en su barbilla para que la eleve hacia a mí, ladeo mi rostro en busca de sus labios, y los consigo dispuesto a responderme. 
Su beso me enciende, porque poco a poco Arielle se va soltando, y la timidez la va haciendo a un lado dejando al descubierto a la mujer que tuve en mis brazos hace escasos minutos y me hizo temblar de placer.

──Debo… irme a… Elli’s. ──susurra agitada.

──Lo se. ──murmuro pegado a sus labios. ──. Carajos pero me cuesta soltarte.

Ríe divertida.

──No te rías, me estás volviendo adicto a ti. ──sus manos se pasean por mi pecho, para luego subirlas a mis labios.
Dejo en beso en sus dedos.

──Vamos.



****


La lleno de besos antes de dejarla en toda la puerta de Elli’s ya la noche ha caído, y estoy seguro que su madre se pondrá de histérica, así que insisto en acompañarla hasta dentro del local.
Podemos notar a su madre en la barra, Arielle se detiene y me detalla.

──No es necesario.

──Si lo es, seguro va a reprenderte.

──Me da igual. ──musita hundiendo sus hombros. ──. Nadie va a opacar lo maravilloso de este día.

──Insisto, por favor.

Bufa resignada, y caminamos juntos hasta la barra donde su madre eleva su mirada evidentemente molesta hacia nosotros.

Se baja de la silla, y deja a alguien a cargo de la caja. Nos hace señas a ambos y la seguimos hasta la oficina que tiene detrás de la cocina, cierra la puerta detrás de ambos.

──Lo siento, se nos hizo tarde.

Me da una mirada desafiante pero ladeo mi rostro corrompiéndole.

──Pudieron llamar. ¿No?

──Se descargo mi teléfono mamá. ──suelta Arielle. ──. Estoy bien. Ya estoy aquí. 

Paseo mi mano por la espalda de Arielle, y le sonrío con cariño.

──¿Podrías dejarnos a solas?

Frunce su ceño confundida, traslada su mirada hacia su madre, y vuelve a mi.

──Esta bien. Estaré en la barra.

──Haz el cierre con Jenny.

Asiente y sale. No soy un niño que va a correr y a temblar ante nadie, ella suspira con fuerza y se deja caer en su silla. Soy responsable y más lo seré con Arielle.

──Antes que diga algo, le aclaro. No pienso alejarme de Arielle, la quiero y voy a quedarme.

──¿Por cuánto tiempo? Por qué su ansiedad seguro te hará huir en algún punto. Y allí tendré yo que medicar a mi hija y sacarla del hoyo en el que la dejaras.

Gruño al escucharla.

──¡No voy a dejarla! Voy a quedarme todo el tiempo que ella quiera, y aún si ya ella no me quisiera a su lado, igual me quedaría.

Me escruta con su mirada.

──Arielle tiene 18 años, no sabe aún que quiere en la vida, en unos meses se irá a la universidad. ¿Cómo harán? Quiero saberlo… porque me da curiosidad.
Trago grueso, y guardo mis manos en el bolsillo de mi pantalón.

──Conociendo a mi hija, como ya lo hago… va a entrar en una gran crisis de ansiedad, porque estará enamorada de ti, y ella le tocará irse…  no sabrá cómo hacer, porque va a pensar que la dejaras de querer, porque creerá que le eres infiel, porque ella sentirá que la vida es vacía. ¿Crees que no me importa, Arielle? Si lo hace, es mi hija. Arielle pensará en no irse… ya que lo incierto le causa pensamientos en bucle, y va a depender de ti para no pensar. ──suelta, un ardor me recorre. ──. Va a crear dependencia.

No había pensado en ello. En la universidad…

Arielle va a irse.

──Ella y yo buscaremos una solución a eso en su debido momento, yo ahora solo quiero vivir para hacerla feliz. Tanto como se lo merece. El futuro siempre es incierto, y con ella hay que vivir el presente. Ella no necesita una madre que este pendiente de una condenada medicación que la atonta, ella lo que quiere es apoyo, empatía y estabilidad.
Bufa al escucharme.

──¿Y crees que tú le das todo eso?

──Lo hago, estoy seguro de ello. ¿Qué fue lo que pasó con el papá de Arielle?
Abre sus ojos en demasía.

──¡No es asunto tuyo!

──Si lo es, porque ella es mi novia. Y todo lo que le afecte directa o indirectamente es mi asunto. Su padre la llamo hoy, Arielle se puso mal.  ¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué él desata su ansiedad?

Suspira con pesadez, y gruñe maldiciones entre dientes.

──Nos separamos hace casi tres años. Porque él descubrió que le fui infiel. No sólo se divorció de mi, se divorció de Arielle también. Hizo una familia nueva y se olvidó de ella, de la niña que tuvo conmigo, de la misma a la que el llamaba princesa. El día que se fue… Arielle corrió detrás de él mientras se alejaba y no se detuvo en ningún momento, y la vio… él la vio. ──dice con un quebranto en la voz. ──. Para ella su padre era todo, yo  cometí el error. , ¡Yo! No Arielle. Y él sencillamente la condenó. ¿Qué más paso? No lo sé. Porque ella no me ha dicho nada.

Gruño al escucharla.

──Imagino que el hombre con el que la vi hace días es el mismo con el que le fue infiel a su esposo. ¿No? ──se tensa, lo sabía. ¡Era él! Niego indignado. ──. Usted también se alejó, con su falta de empatía. Arielle está así porque no tiene un fuente de apoyo estable, a veces nuestra propia familia es quien más daño nos hace. Debemos aprender a poner límites, incluso con nuestro padres, eso no nos hace malos hijos. Mírese en un espejo, y detalle a Arielle, es el ser más increíble que he conocido en mi vida. Y haré lo que sea para estar a su lado. Yo no voy a permitir que se marchite, ya la ayudaré a florecer. Hasta luego y buenas noches.

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