Capítulo 31
Rhett Owens
Feliz cumpleaños.
Fuimos a un almacén de muebles donde Arielle me ayudo a escoger parte de la decoración del apartamento, con la urgencia lo único que despacharan hoy será la cama y las cosas de la cocina que compramos en un tienda.
Todo va en negro…
Con la ayuda del vigilante hemos subido las cosas, estoy acomodando la licuadora negra en su lugar mientras escucho a Arielle hablar con su madre por teléfono excusándose por faltar al almuerzo.
──Seria maravilloso, mamá. Gracias… en serio. ──escucha con atención mientras saca la vajilla negra de su caja. ──. Si, ya te paso la dirección. Y en serio gracias.
Tranca la llamada y me observa.
──Nos traerá comida. ¿No te molesta, verdad?
──No. Es perfecto. ¿Dónde se supone que va esto?
Inquiero tomando la cafetera, se levanta y detalla la encimera.
──Bueno, debería ir allí junto a la licuadora.
──¿Y esto? ──pregunto sujetando la tostadora.
Arielle sonríe alegrando mi alma. Con el pasar de las horas su ánimo ha ido mejorando. Intento mantenerla ocupada y al parecer está dando buenos resultados.
Poco a poco vamos organizando todo lo de la cocina hasta que finalmente me llaman para hacer la entrega de la cama con sus accesorios. Los trabajadores ingresan, Arielle se mantiene en la distancia observando todo, ayudo a los hombres para armar la inmensa cama negra.
Esta nueva etapa me tiene expectante, quiero hacer todo correctamente ya es tiempo. Siempre he intentado complacer a terceros y ahora es tiempo de hacer las cosas para mí y por mí.
Volver no fue como esperaba, fue mejor… porque la tengo a ella. Los hombres se marchan y ella se pone a vestir la cama con las sábanas y cobertores, mi reacción es tomarla por la espalda girar su cuerpo y acunar su rostro.
Me detalla confundida.
──Me gusta esto. ──suelto.
──A mi también. ──dice muy bajito. ──. Mañana es tu cumpleaños.
──¿Mañana? ──me hago de desentendido.
Claro que lo sé.
──Si, mañana es 16 de octubre. Tu cumpleaños.
──No lo recordaba.
──Si, imagino que es así. Ha pasado mucho en estas horas.
Sus manos acarician mis mejillas, y bajan hasta mi cuello para luego posarse en mi pecho.
──¿Qué quieres de regalo de cumpleaños?
──Mi regalo, lo tengo entre mis brazos.
Sonríe, y muerde su labio nerviosa.
──Aparte de mi. ¿Qué quieres?
──Solo a ti, Arielle. Solo a ti…
Se pone de puntillas, y deja un beso en mis labios. Un beso que me enciende, por sus manos viajan a tocar mi piel. Profundizo el beso, y ella me recibe con gusto la pego a mi cuerpo lo más que puedo y su calor me invade.
Nos dejamos llevar por la pasión que empieza a apoderarse del momento.
Me abstengo, me contengo… porque mis ganas de ella me dicen que la lleve a la cama pero no puedo, ahora no.
El sonido del timbre nos detiene, nos alejamos levemente agitados.
──Debe ser… mi madre. ──dice.
Asiento, trago grueso.
──Ábrele, yo… necesito un momento.
Entiende a que me refiero y se sonroja, sale de la habitación e intento calmarme. Paseo mi mirada por la habitación todo está listo, toma la caja que yace en el suelo, y saco la fotografía que me ha acompañado todo este tiempo.
La dejo en la pequeña mesa que hace juego con el color de la cama.
──Y esta es la habitación de Rhett.
Me giro para conseguirme con Ela detallando todo, y Arielle.
──Esta muy bonito. ¿Compraron todo?
──Casi todo. Arielle hizo la selección de colores. ──musito.
──Y están muy lindos, me gustan las paredes blancas y los tonos negros. ──. Les traje algunos emparedados y bebidas, también postres. Puedo ayudarlos un par de horas. ¿Qué falta?
Arielle sonríe levemente al escucharla.
──Bueno, terminamos aquí… nos queda a un la cocina.
──Vamos, entonces.
Le doy un último vistazo a la fotografía y salgo, Arielle me detalla y se que la vio. Acaricio su espalda, Ela saca todo lo que trajo y la verdad es que es demasiada comida, no sentamos en los taburetes que llegaron con la cama y empezamos a comer.
Mi mirada sin poder evitarlo viaja hasta el piso justo frente a la chimenea, los recuerdos de esa primera vez como pareja vienen y debo apartarlos porque tiene efecto en mi. Luego de comer y guardar toda la comida que quedó en el refrigerador seguimos organizando la cocina.
Es mucho pero entre tres el tiempo pasa y todo se termina. Intercambio un par de veces palabras con Ela ya que quiere saber de qué estoy graduado y en qué trabajo. Respondo tranquilo y ella asiente satisfecha ante mis respuestas.
Finalmente se despide y Arielle… debe irse con ella. No me agrada la idea, no me gusta en realidad. Incluso me ofrezco a llevarla pero ella insiste que no quiere que conduzca.
──Debes descansar. Allí tienes suficiente comida, agua y jugos… la cama está lista y mañana traen el resto de los muebles. ──dice tomando sus cosas.
──Por favor. ──insisto como niño pequeño.
Ríe observando a su mamá en la puerta.
──Mañana vengo a primera hora, lo prometo. Tengo que traerle desayuno a mi novio de cumpleaños.
La abrazo a mi pecho y ella pasea sus manos por mí espalda.
──Llámame a lo que llegues.
──Lo haré.
──Te espero en el auto, Arielle. Hasta luego, Rhett.
──Hasta luego. Gracias.
Se marcha y Arielle se guinda de mi cuello.
──¿Qué haremos mañana? ──inquiere.
──Estar acostados todo el día en la cama. ──digo muy bajito, ella ríe.
──Ok, mañana estoy aquí temprano. Descansa. Gracias por este día.
Roza su nariz con la mía, poso mis labios sobre los de ella y me cuesta soltarla pero debe irse.
Se aleja y cierra la puerta, suelto un largo suspiro y detallo el espacio vacío de la sala, mañana traen los muebles que faltan, gracias a la madre de Arielle la nevera ya no está vacía y la cocina ordenada.
Camino hacia mí habitación y empiezo a desempacar mi ropa, y las cajas que quedan. Ordeno mis zapatos deportivos, mis trajes y todo lo que debe ir en el clóset.
Tomo en mis manos una pequeña maqueta que hice de niño con palitos de helado, recuerdo que la lleve emocionado a la oficina de mi padre y puedo asegurar que fue la única vez que lo vi sonreír hacia mí.
La detallo con delicadeza en sus manos, sonrío y me vio directo a los ojos. Tomo su impecable bolígrafo dorado y escribió en ella.
Paseo mis dedos por las letras.
Excelente trabajo, sigue así.
Luego de ese momento pensé que si estudiaba y mostraba interés en su trabajo y en querer ser como él, quizás me ganaría más miradas y sonrisas. Pero nada así sucedió.
Mi madre murió joven, y son pocos los recuerdos que tengo de ella, lo que sé es por Vivien quien obviamente la tuvo más tiempo que yo. Hago a un lado la pequeña maqueta y me dejó caer el cama agotado.
Ya Arielle está en su casa, y me siento calmado al saberla bien y estable. Intercambiamos un par de mensajes.
Mi novia
Estoy feliz por ti, y por esta nueva etapa.
Sonrío al leer su mensaje.
Me hubiese encantado que te quedarás más tiempo.
Mi novia
A mi también. Pero, no quería que salieras tarde. Te quiero mucho, Rhett.
Mucho… en serio. Siento que conmigo las cosas no sean tan fáciles.
Resoplo al leer su mensaje.
Yo te quiero mucho más, no te preocupes por eso, las cosas serán cómo deben ser y yo estaré allí.
Mi novia.
Sé que si.
Estoy sudado, y no quiero seguir ensuciando mis sábanas nuevas, le digo que me daré una ducha sin notar la hora que ya casi es medianoche, dejo el teléfono en la cama e ingreso al baño para lavar mi cabello y cuerpo. Estoy acostumbrado a la soledad.
Salgo de la ducha, cepillo mis dientes y no recojo mi cabello para esperar que se seque. Busco un pantalón de dormir y me lo coloco. Mi teléfono suena con una llamada entrante. Frunzo mi ceño.
Me acerco a mi cama haciendo a un lado la toalla, sonrío al ver que es Arielle.
Son las doce en punto. Llevo el aparato a mi oído.
──Feliz cumpleaños, Mi ladrón de Dalias. Eres lo mejor que me ha pasado en largo tiempo, te quiero muchísimo.
Sonrío al escucharla.
──Gracias, mi apellido extraño. Este será mi mejor cumpleaños, gracias a ti.
──Eso espero.
El timbre suena.
¿Qué?
──Abre, tu regalo está en la puerta.
──¿Mi regalo?
──Si. Lo que pediste… ──dice.
Niego caminando hacia la entrada del apartamento.
──Lo único que pedí de regalo fue a ti. Es lo que quiero para este día. ──quito los seguros y abro la puerta.
Me congelo al notar quién está en el pasillo con una amplia sonrisa en su rostro.
──Aquí estoy… feliz cumpleaños, Rhett Owens.
Bajo mi teléfono y ella lleva en sus manos un pastel con una vela encendida.
──Debes soplar. ──dice.
Es como un sueño verla aquí. Me inclino hacia el pastel y soplo la vela.
──¿Qué pediste?
──Una vida entera contigo.

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Respira
RomanceA veces olvidamos que la vida consiste en tomar un largo respiro y continuar con el camino. Si algo he aprendido es eso... ha apreciar hasta esa pequeña bocanada de aire fresco que inhalas y expande tus pulmones haciéndote sentir vivo y pleno. Vol...