capitulo 66

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Capitulo 66
Rhett Owens.
Un adiós que quema.


Hojea una y otra vez el libro, y sonríe llena de emoción.

──¿Está bello, verdad?
Inquiere hacia mi.

──Si, muy bello. ──Me muestra las páginas, y releo con ella una parte que a ambos nos encanta.

La del concierto, de nuestro primer beso.

Dejo un beso en su cabeza mientras caminamos sin rumbo fijo, solo queremos disfrutar de este momento.

──Estoy muy orgulloso de ti. Pero sabes quién debería sentir muy orgullosa de ti, Tú. Mira lo que has logrado… la ansiedad no define una vida de fracasos y de tristeza, no le diste pie para tumbarte, te adueñaste de su fuerza y te levantaste.
Eso se llama ser resiliente. 

Sus orbes brillan, la chica que antes no podía mantenerme la mirada ahora me descubre el alma posando su mirada en mi.

──Te amo.

Susurra, dejo un beso en sus labios murmurando la respuesta.

──Vamos al apartamento.

Asiente.   

Caminamos hasta el apartamento descubriendo sitios a los cuales ella puede ir cuando esté sola.

Y debo admitir que es un tema que me preocupa un poco…

──¿Le escribiste al psicólogo y al psiquiatra que te recomendó Vivien?

──Si, hoy en la mañana. Tengo cita para el martes luego de la presentación en la universidad con el psicólogo y con el psiquiatra el jueves en la tarde. Ya coloque los recordatorios. ──dice a mi lado, y me empuja levemente. ──. Estaré bien.

Lo dice con tanta convicción que lo creo.

──Ya sabes, sólo debes llamarme… ¿Ok?

──Ok. Te llamaré y sé que le pedirás a la fuerza aérea que te traiga en uno de sus jets.

Río con fuerza al escucharla. De ser necesario hasta les pagaría para que me trajeran con ella, eso ni lo pensaría.
Ella se contagia de mi risa, y se abraza con fuerza de mi pecho. Llegamos al edificio y subimos hablando de lo gracioso que me vería en un jet a toda velocidad.

──Y tu con cara de pánico. ──bromea haciendo una mueca imitándome.

──No seas mala. ──me quejó intentando hacerle cosquillas pero huye corriendo por las escaleras mientras yo busco alcanzarla.

Tropieza levemente y mi corazón está por salirse de mi pecho cuando veo que está por caerse y la tomo en mis brazos.

──Como siempre salvándome. ──dice mirándome a los ojos.

──Dios… ──susurro uniendo mi frente con la de ella dejando ir mi nerviosismo, dándole paso a la tristeza.

──¿Rhett?

Sus manos acunan mi rostro, la levanto mientras ella busca mi mirada.

──¿Rhett?

──Yo…

Entiende lo que sucede, y suelta mi rostro para abrazarme con fuerza, puedo sentir sus lágrimas cayendo en mi hombro.

La cargo y la llevo a su apartamento con ella llorando, y con mi corazón hecho un desastre.

Las horas, la horas no se detienen, el minutero sigue andando alejándome cada vez de ella con su avance. El dolor que cala por mis huesos se intensifica a medida que el segundero da un paso más. En estos momentos quisiera tener el poder de controlar el tiempo, y detenerlo justo aquí, justo con ella en mis brazos donde respirar se siente como una expresión de vida.

¿Qué es amar?

Amar es estar expuesto al dolor en carne viva.

Amar es color. 

Amar es vida y muerte.

Amar es sentir que el mundo puede detenerse sino respiras.

Mi maleta está en la entrada, y ella y yo estamos abrazados en el sofá mientras ambos lloramos en silencio.

Esta es una despedida que quema, que duele y que llena de miedos.

Porque la verdad es que tengo miedo de que ella vea un mundo sin mi, que no encuentre su camino de vuelta a mis brazos, y que descubra que existe mucho más allá fuera pero así es la vida, y así es amor.

Cuando se ama lamentablemente se debe estar listo para sufrir…

Paseo mis manos por su rostro y seco sus lágrimas, sus hermosos orbes brillan haciendo que se vean más bellos de lo que ya son.

El tono ámbar que los pinta es mi color favorito en el mundo.

──Siempre voy amarte. ──susurro hacia ella. ──. El tiempo pasa volando así como lo está haciendo ahora… justo ahora. Espero que la vida no sea tan injusta.

Solloza, y siento que mi alma se quiebra un poco.

──¿Seguirás amándome? ──inquiere.

──Toda la vida… ¿Y tú,? ¿Seguirás amándome?

──Con todas mis fuerzas, porque aunque la vida nos separe, mi corazón siempre estará donde tú estés… allí es donde pertenece.

Acuno su rostro y dejo un fuerte beso en sus labios.

Las despedidas son dolorosas, amargas y fatalistas.

Nunca me había dolido tanto agarrar las llaves de un auto, nunca se había sentido tan fatídico sostener el azar de mi equipaje.

Rodeo todo con mi mirada para asegurarme de que ella estará bien y se que lo estará.

──La gravedad nos unirá. ¿Verdad?

──Lo hará, más le vale que lo haga.
Ríe débilmente.

──Dime que me amas. Por favor… necesito escucharlo en estos momentos.

Pasea sus manos por mi cabello, y recorre el camino que ellas hacen con su mirada hasta llegar a mis labios donde sus pulgares rozan mis labios.

──Te amo.

Uno mi frente con la de ella.

──Te amo, te amo y te amo mi ladrón de Dalias. Tengo algo para ti…

Se encamina hacia la pequeña mesa que se encuentra frente al sofá, y toma una caja que se encuentra allí.

Viene hacia mi secando sus lágrimas.

──Tu me has dado más a mi, de lo que yo he podido darte a ti. Lo mandé a hacer hace un tiempo, no sabía cuándo te lo daría… creo que el momento es ahora. No es nada del otro mundo pero es con todo mi corazón.

Susurra, tomo la caja rozando sus manos, y la abro sin dudar.

Es una cadena de hombre de plata con un dije con nuestras iniciales entrelazadas, fusionándose a la perfección.

──Yo siempre estaré, donde tú estés.
──Pónmela.

La saca de la caja, y me inclino un poco para que ella pueda ponérmela sin problema.

──No voy a quitármela jamás. ──prometo sintiendo como el dije toca mi piel. 

La pego a mi cuerpo, una despedida que quema, un dolor que ahoga y unas innegables de ganas de no soltarla jamás.

Tomo mi equipaje con miles de sensaciones en mi pecho, ella me acompaña hasta la playa baja y entre ambos subimos todo al auto el cual debo dejar en el aeropuerto.

──¿Vas a llamarme? ──inquiere. ──. Necesito una vídeo llamada hoy en la noche, y todas las noches. ¿Ok?

──Ok. ──seco sus lágrimas y la sujeto del rostro. ──. Todas las noches… será nuestra eterna cita.

Solloza con fuerza, y me parte el alma. Sabíamos que esto llegaría pero aún así duele. Duele mucho.

──Mi ladrón de Dalias.

──Mi apellido extraño. 

Beso su frente, su nariz y luego sus labios con sutileza prolongando el contacto.

──No es una despedida.

──No, es un comienzo para un futuro juntos.

Susurra y eso es más que suficiente para mí. Justo es eso lo que ambos buscamos.

Un futuro juntos.

Ella debe crecer y yo debo dejarla.

Ella vendrá a mi, y yo la recibiré con los brazos abiertos, y feliz.

Me alejo con dificultad de ella, y subo al auto. Se abraza a si misma y seca sus lágrimas.

Juro que quisiera borrar esas lágrimas, convertir cada una de ellas en sonrisas y momentos de alegría.

Me aferro al volante con fuerza, y tomo una larga bocanada de aire para encender el motor y arrancar.

Este momento será uno de los más difíciles de mi vida.

Ella en medio de la carretera gritando que me ama.

Detengo el auto de golpe, y bajo de este dejándolo atravesado para correr a sus brazos. 

La cargo con fuerza y la pego a mi cuerpo.

──Volveremos a respirar juntos. Siempre lo haremos.

Prometo, y ella asiente con una gran sonrisa.

──Lo haremos.


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