capítulo 39

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Capítulo 38
Rhett Owens
Impotencia.


Lanzo todo lo que se cruza en mi camino al suelo.

Me duele.

Me duele el alma y el corazón, me dejó caer al suelo llevando mis manos a mi cabeza, lloro con fuerza como si fuese un pequeño niño. Nada me había dolido como esto.

Nada.

Tomo mi teléfono y marco su número, insisto tanto como puedo… se que ella ahora no quiere contestar pero quiero que sepa que estoy allí. Que estoy para ella.

──Ehh… hola, soy Arielle Vandenberg. Deja tu mensaje después del tono.

Su voz…

Su causa estragos en mi, cuelgo la llamada y vuelve a escucharse su voz.

──Ehh… hola, soy Arielle Vandenberg. Deja tu mensaje después del tono.

──Te amo. Te amo con cada latido. Tus voz es… lo más hermoso que he escuchado. Aquí estoy, amor. Aquí estaré.

Cuelgo la llamada.

Deja caer mi cabeza hacia atrás, esta noche será la más larga de todas, me levanto del piso y me encamino hacia la cocina, busco algo de tomar y lo consigo.

Hilda trajo una botella de vino que no se destapó, la abro y sorbo un largo trago directo de ella. Me encamino con la botella hacia el sofá y me dejó caer en este. Puedo ver en la biblioteca mis libros y su regalo de cumpleaños.

──¿Qué hago…? No voy a darme por vencido. No puedo… ──susurro para mí.

Enciendo la pantalla de mi teléfono y nuestra fotografía se ilumina.

Su sonrisa y ese brillo especial que la rodea resaltan. Arielle es fuerte… y es maravillosa yo lo he visto.

Yo la veo brillar.

Llamo a la única persona que puedo guiarme en este momento, tarda un poco en contestar pero lo hace.

──Es hora de dormir, Cassie. Hasta mañana… te amo. ──dice. ──. ¿Rhett? ¿Todo bien?

──Todo mal.

──¿Arielle? ¿Qué pasó?

──Me quiere lejos. No… yo sé que es por la ansiedad, es la ansiedad. No es ella.

Un fuerte suspiro invade el teléfono.

──Ella buscará la manera de sabotear lo mejor que tiene. Es algo que su mente hace… intentará alejarte, presionarte, incluso lastimarte. Lo que yo vi hoy… fue una Arielle muy distinta a la que tengo años tratando. ──dice. ──. Luego de una crisis Arielle suele retraerse por días. En minutos se armó de valor y salió de una habitación para hacerle frente a su entorno. Tu has logrado más que yo y que el psiquiatra. Dale tiempo… pero no te vayas, no te alejes eso es peor. Si lo haces la ansiedad va a abrumarla…

──No quiero perderla. ──susurro con lágrimas en mis ojos.

──Lo se… ¿Ela sabe de la crisis que le dio?

──Si. Lo sabe. Esta con ella en estos momentos. ──murmuro con dolor.
Quisiera yo estar con ella.

──Ok, Ela no la dejara sola. ──dice. ──. Rhett solo dale tiempo. ¿Ok?

Seco mis lágrimas.

──¿Y si después de ese tiempo ella sigue con la misma idea? ¿Qué hago?

Mi hermana suelta un largo suspiro.

──Respetar su decisión. Dolerá… y mucho pero debes respetar sus deseos. Conozco Arielle, y créeme que lo que menos desea es lastimarte. Su corazón es puro y muy noble.

Trago grueso, y le doy otro sorbo a mi botella.

──Ok.

──¿Quieres que vaya? Puedo hacerte compañía.

──No, estaré bien. Siempre he estado sola. Hasta luego, Vivien.

Tranco la llamada sin esperar que responda mi despedida. Me levando del suelo y me encamino hacia mi habitación, dejo la botella en la pequeña mesa de noche y me dejo caer en mi cama.

Esta noche será larga. Lo sé.

Vuelvo a insistir con su teléfono pero nada, así que me pongo a ver las fotografías que tengo de ambos, con la esperanza de tener más.



***


Entro a su habitación en total silencio, yace dormida en su cama puedo notar los medicamentos que le ha dado Ela, dormirá todo el día…

Me siento con cuidado a su lado y acaricio su mejilla, se le ve tan en paz consigo misma que mi temor se aleja.

──La llevaré en la tarde con Angust. ──trago grueso al escuchar a Ela.

──¿Intento algo?

──No, solo quiero evitar que caiga en depresión. Creo que ha tenido tantas crisis porque dejo los medicamentos. Angust se lo comento una vez… que el dejarlos podría empeorar el cuadro.
Entiendo todo.  Me inclino hacia ella y dejó un beso en sus labios.

──Te amo, apellido extraño. Más de lo que imaginé.

Trago grueso y me levanto con cuidado.

──¿Quieres café, Rhett? Veo que te hace falta…

Asiento, y rodeo la cama pero antes de salir de su habitación, tomo un post it y le dejo una nota junto a la Dalia eterna.
Cierro la puerta con cuidado, y bajo las escaleras donde ya en la cocina Ela tiene servida una taza de café para mí.

Junto a ella están los otros dos diarios.

──Ella me pidió que te los entregara.

Me siento frente a estos. Abro el segundo y ya no hay flores dibujadas en el… solo lágrimas.

──Los leí… hace un mes.

Elevo mi mirada hacia ella.

──Yo… quería entender a Arielle, estar para ella y los leí a escondidas. No es fácil leer lo que pasó hace un año, como ella pensó todo y como se aferró a la idea de que ella no merecía vivir. No será fácil de digerir, Rhett. Quizás cuando leas sus pensamientos te llenes de miedo, porque yo lo hice pero Arielle es mucho más que ansiedad. Mucho más.

Paseo mis dedos por las hojas, y me quedo en una de ellas donde se puede leer en letras rojas.

Quizás ya mi tiempo aquí se ha agotado, la vida de los demás sería mucho más fácil sin mi.

Cierro el cuaderno con fuerza.

──En el tercero, estás tú. ──dice y me tenso. ──. Por lo que escribió cambié mi forma de pensar sobre ti. Eres un buen hombre, Rhett. Gracias por amar a mi hija pero debes pensar… si realmente quieres esto. Porque aunque Arielle supere la ansiedad en este momento, en algún momento volverá nuevamente. Y créeme que deseo que tenga su historia de amor a tu lado, pero debemos ser conscientes y realistas también.

Sujeta mi mano y me sonríe levemente.

──Quiero que ella sea feliz, quiero lo más bello del mundo para ella, mis errores jamás debieron afectarla pero lo hicieron y cargo con eso. No quiero, no deseo que tú cargues con dolor y ella tampoco.

No digo nada, acaricia levemente mi mano.

Nunca había tenido un afecto materno.
Suelta mi mano y sorbe su café, puedo notar que ha pasado mala noche al igual que yo.

──Leí el primero. ──digo. ──. Su ex esposo es un patán de mierda. Tanto usted como Arielle son demasiado para una basura como él.


Suspira largo y tendido.

──Yo le fui infiel. Él  reaccionó a mi falta y toda su ira hacia mí es correcta pero no hacia Arielle. Ellos era muy unidos, demasiado… y fue muy duro con ella. Al culparla, al señalarla y sobre todo al descargarse con ella. Cuando le hablé de la ansiedad de Arielle me dijo que sólo quería que él volviera y la verdad es que no. Lo detesto desde el día en que dejó a mi hija llorando en media calle. ──frota su rostro y deja caer sus hombros llena de dolor. ──. Cuando… ella intento quitarse la vida, lo llame. Y me dijo que era un invento de ambas para arruinar lo que ya tenía. Su nueva familia… Arielle preguntaba por él.

Cierro mis manos en puño, y contengo el aire.

Impotencia…

──Yo… ──una lágrima corre por su mejilla. ──. Yo le decía que el llamaba cuando ella estaba dormida… y le envié unas flores a su nombre.

Mierda.

Seca su lágrima, y se yergue nuevamente.

──Yo haría lo que sea por ella. Anoche lo llame… no contestó. Así que le deje un mensaje, pidiéndole que por favor llamará a Arielle… no lo ha hecho, y no pienso que lo haga.

──No hace falta.

──Lamentablemente, Rhett. A ti y a mi no. Pero a ella, si. ──dice.

Suspiro con fuerza.

──Llévate los diarios, léelos… te llamaré cuando salgamos del psiquiatra.

──Quisiera…

──Ella aún no quiere, Rhett. Solo, espera que ella te llamé.

No es fácil lo que me pide. Quiero tanto verla a los ojos, quiero tanto sentirla y sobre todo hacerle saber que aquí estoy y que aquí estaré.

──Le diré que viniste.

──Gracias.

──Gracias a ti. Lo que he hablado contigo no es algo que se pueda hablar con cualquiera. No muchos empatizan. No muchos entienden… ──dice. ──. Hay tanto desconocimiento, tanta desinformación. Pero bueno…

Me levanto y tomó los diarios en mis manos.

──¿Puedo verla otra vez antes de irme?

──Si, claro.

Sujeto los diarios con fuerza y subo las escaleras, abro la puerta muy despacio aún sigue dormida.

Me quito mi chaqueta y la dejo en el borde de la cama. Me arrodillo frente a ella para pasear ligeramente mis dedos por su rostro.

──Te extraño con locura. Por favor…. Déjame estar cerca de ti.

──Rhett. ──murmura entre dientes aún dormida.

Mi corazón se acelera con fuerza.

──Te… amo.

Sonrío al escucharla.

──Yo también te amo. Yo también te amo. ──trago grueso y juro que quiero despertarla pero debo mantenerme calmado.

Dejo otro beso en sus labios, y me marcho con una leve sonrisa en mis labios.

Ella me ama.

Me despido de Ela y subo a mi camioneta, marco el número de Hilda dejando los diarios a un lado.

Conduzco sin rumbo fijo pensando en lo que escuche de sus labios y que ha calmado mi alma, deseo tanto darme media vuelta y quedarme allí así ella me rechace.

Noto en la distancia el hotel, el mismo donde me hospede por largo tiempo.
Aparco y bajo de mi camioneta, entro a anciana sonríe al verme.

──¡Oh miren quién volvió!

──Necesito… ──intento gesticular palabra pero no puedo.

Deja de sonreír, y saca unas tazas de café.

──Hablemos…

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