capítulo 33

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Capítulo 33
Rhett Owens
Emociones.


Entrelazo mi mano con la suya y me dejo guiar por ella hasta mi habitación, el condenado body que lleva puesto me ha dejado sin aliento.

Encaje y trasparencias. Su tono de piel, su cabello rubio cayendo por su espalda y sus mejillas sonrojadas es una imagen que guardaré para mí.

Se gira en todo el borde de mi cama.

Sin temor a equivocarme este ha sido mi mejor cumpleaños, y solo han pasado un par de minutos desde que comenzó.

Los regalos, y ella.

Me acerco a su cuerpo, y mis dedos recorren la piel descubierta de sus brazos. Bajo mi rostro en busca de su mirada, deja salir un leve jadeo de sus hermosos labios.

──Me tienes mal, Arielle. ──susurro.
Paseo mi pulgar por sus labios.

──Quiero tomar las riendas. ──dice poniéndome al borde de la cama con sus manos en mi pecho.

Me empuja ligeramente y caigo sentado en esta hipnotizado por sus orbes. Muerde sus labios, y se arrodilla entre mis piernas hala ligeramente el tiro de mi pantalón.

Mi erección es más que evidente. Elevo un poco mis caderas para que baje de este y lo hace sin despegar su mirada de mi.

Siento que me quedo sin aire ante la seguridad que me muestra.

El calor de sus manos rozando mis muslos me obliga a cerrar mis ojos con fuerza.

Maldita sea.

La manera en la que me excito con Arielle no tiene punto de comparación, ni lo tendrá jamás.

Sus pequeños dedos tantean mi pelvis, bajando poco a poco hasta llegar a mi falo necesitado de atención.

Sus dos manos se cierran a su alrededor, y lentamente comienza a moverla. Abro mis ojos para detallar su rostro.

──Me gustas demasiado. ──susurro agitado.

──Tu a mi más.

Sigue masturbándome con sus delicadas manos, llevándome al cielo del placer.
No tiene ni la más mínima idea de lo que causa en mi cuerpo, quiero perder el maldito control apoderarme de ella y hundirme una y otra vez en su ser.

Seca mi alma con su toque, y me deja moribundo y necesitado.

Acuno su rostro con una de mis manos, y la guío lentamente hacia mí falo.

Ella decidirá si quiere hacerlo, y si no estoy bien con ello.

Relame sus labios, y eso me da la repuesta. Quiero verla, no aparto mi mirada de ella. Separa sus labios y me da cabida en su boca, su aliento y su lengua tocando mi piel sensible me hace temblar.

──¡Mierda! ──exclamo casi sin aire.

Cierro sus labios, y sube y baja llenándome de sensaciones y cosquilleos que me hacen gemir en repetidas ocasiones su nombre.

Cierro mi mano en su cabello y la hago bajar un poco más. Me hace perder el sentido, respiro intentando contenerme pero mierda me está haciendo un sexo oral increíble.

La suelto y agarro con fuerza las sábanas.

──Arielle… por favor. ──suplico.

Hace una succión que envía corrientes a mi cuerpo. Pasea su lengua por toda mi extensión y me detalla.

──Ven acá. ──gruño tomándola por sus brazos.

La acuesto en la cama, separo sus piernas y me embeleso observándola en mi cama con su cabello añadiendo color a las sábanas blancas.

Mis dedos van a la fina costura del body, y lo hago a un lado para poder exponer su sexo.

──¿No vas a quitármelo?

──Tenemos toda la noche… el primero será con esto puesto.

Tomo mi polla y la guío hacia su entrada, rozo ligeramente su sexo.

Jadea…

Muevo mi pulgar por su clítoris haciendo pequeños círculos.

──Ah… mmm…

Deseo tanto hundirme en ella, así sin nada de por medio… pero debo ser responsable.

Solo entro un poco y Arielle gime, sentir su humedad y su estrechez es como droga para mí cuerpo.

Quiero más, y más.

Salgo poniendo a prueba mi auto control. Bajo de la cama y ella me sigue.

──¿Qué…?

──Condón. ──musito tragando grueso.
Busco en mi bolso y tomo algunos dejándolos en la mesa. No vamos a dormir… solo si ella me lo pide.

Desgarro un empaque y me lo coloco rápido para subir a la cama nuevamente y tomar mi lugar, expongo su sexo y me posiciono en su entrada para entrar de golpe.

Su gemido eriza mi piel, soy aprisionado por sus paredes, me dejó caer sobre su cuerpo, y busco sus labios.

Me recibe con gusto, su lengua me invade buscando la mía, sus manos me abrazan más a su cuerpo al igual que sus piernas las cuales me hunde más en su ser.

Muevo mis caderas al principio lentamente pero poco a poco la pasión y las ganas van tomando partido, y mi cuerpo solo quiere sentirla.

Unimos nuestras frentes mientras seguimos haciendo el amor y es maravilloso perderse en sus orbes.

──Te quiero. Te quiero demasiado…

──Yo también.

Hunde sus uñas en mi espalda. La tomo por sus muslos llevándolos hacia atrás subiendo sus pies a mis hombros y sigo moviéndome.

Verla recibiéndome, es erótico y excitante. Mis manos recorren la tela… que cubre su cuerpo. Ese mismo que pienso explorar toda la noche.

Toda la condenada noche. La tomo de la cintura y la cargo para sentarla sobre mi, su cabello cae a un lado como una pequeña cortina y su nariz roza la mía.

──¿Te gusta? ──mueve sus caderas.

──¡Demasiado! ──gruño hundiéndome en ella.

──¿Así?

Inquiere moviendo sus caderas y asiento disfrutando de lo que causa en mi cuerpo, de como mi piel se eriza y se tensa.

──Si, así.

Hundo mis manos en sus caderas y sigue moviéndose con más fuerza. El desespero va nublando mi mente, y las ganas de derramarme son más intensas.

──Arielle. ──la tomo del cuello y detallo.

Se mueve con más ímpetu al notar que voy a venirme. Y el orgasmo llega con su mirada en mí, tiemblo entre sus brazos y gruño con fuerza. Ella sigue moviéndose y libera su tensión con mi nombre en sus labios.

La abrazo con fuerza a mi cuerpo, mientras manos intentamos recuperar el aliento.

──Después de esta noche me costará mucho dejarte ir a tu casa…



****


Despertar con Arielle desnuda en mi cama puede ponerse en una lista de mis cosas favoritas en la vida.

No recuerdo cuando nos dormimos, solo sé que aprendí más de su cuerpo y con todo lo que hicimos he descubierto lo que le gusta. Si hubiese sido por mí seguíamos durmiendo pero llamaron de la tienda anunciando que los muebles ya estaban aquí.

Arielle se pasea por la cocina calentando algo de lo que quedó ayer para ambos, con una de mis camisetas y su pantalón.

Sonrío viéndola mientras indico donde van los muebles.

Todo ha llegado… hoy podré festejar con todos acá.

Voy a mi habitación y saco los libros de tapa dura de Harry Potter para ponerlos en la pequeña biblioteca que ya han armado. Arielle trae los adornos y los pongo en su sitio.

──Mas que perfecto. ──digo abrazándola a mi cuerpo.

Dejo en beso en su cabello.

──Señor. Todo listo. ──inquiere el supervisor.

──Perfecto gracias. ──susurro buscando algo de dinero para darles de propina. 

Busco en mi billetera, y elevo mi mirada para notar que uno de los ayudantes sigue con su mirada a Arielle quien se muestra completamente ajena a lo que sucede ya que está sirviendo nuestra comida.

Cierro mis manos en puño y estiro mi cuello buscando calmar los celos que se instalan en mi pecho y estómago. Me acerco al supervisor y le extiendo el dinero.

──Gracias.

Contenerme… eso es fácil. Sé hacerlo.

Los guío hasta la salida, cierro la puerta se golpe y doy un largo respiro.

──Casi arrancas la puerta.

──Casi mato a alguien. ──respondo, Arielle deja los platos en el comedor con el rostro lleno de confusión.

──¿Cómo?

──Uno de esos idiotas te comía con la mirada. ──gruño sentándome en una de las sillas. ──. Se me quitó el apetito.

Hago a un lado el plato, y se que ella no tiene culpa pero… estoy lleno de celos.
Rodea el comedor y se para junto a mi para tomar mi rostro en sus manos.

──¿Seguro? Porque pensé que luego de comer algo… podíamos seguir estrenando la cama o este comedor.

Sonrío al escucharla.

──Mia…

──Tuya, ladrón de Dalias.

La tomo de la cintura y la subo fácilmente a la mesa.

──Pongamos a prueba está mesa.


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