Capítulo 38
Ela Wins.
Dolor.
Escucho la puerta de casa cerrarse de golpe, volteo mi rostro en busca de Arielle pero solo escucho sus pasos subiendo las escaleras.
Dejo lo que estaba haciendo en la cocina, y me acerco a la ventana de la sala, la camioneta de Rhett está estacionada justo frente a nuestra casa.
La trajo…
Abro la puerta, y este se baja. La luz de la calle alumbra su rostro, sus mejillas están rojas al igual que su nariz y sus ojos… me lo dicen todo.
──Ella me está alejando… ──susurra y una lágrima cae por su mejilla. ──. Yo no voy a irme. No voy a irme de aquí.
Mi corazón se estruja.
Elevo mi mirada hacia la ventana de la habitación de mi hija, no ha encendido las luces, ni la lámpara que normalmente enciende para que la relaje.
Esta mal.
──Rhett, ve a casa. Dale está noche, deja que se calme. Es… ──suspiro con fuerza. ──. Ella buscará alejarte, solo ten paciencia.
──¡Y la tengo! Pero no puedo irme con ella así… su ansiedad le dará razones para alejarse de mi. Y no quiero darle oportunidad a nada. ──vocifera.
Puedo notar la sinceridad en sus palabras, el evidente dolor que siente. Arielle aleja a todos… se aísla y se hunde en un mundo de tinieblas donde es muy difícil sacarla. Sus pensamientos intrusivos buscan dominarla, aterrarla y sobretodo destruirla.
Sé a que se refiere, no podemos permitir que su ansiedad avance más.
──Ven mañana en la mañana. ──susurro acercándome a él.
Se siente impotente, destruido y desolado. La ansiedad no solo afecta a quien la padece, también hace estragos en los familiares y seres queridos.
Afecta tanto que incluso no sabemos cómo afrontar la situación. Pensamos que es simple drama o debilidad. Pero, no es así.
La ansiedad es real, existe.
Vi a mi hija florecer, convertirse en una linda y bella mujer… al punto que los pretendientes llovían, al igual que los halagos y en menos de un segundo, se marchitó. Y por mi culpa…
La vi apagarse poco a poco, la vi consumirse en sus pensamientos, la vi en sus largas noches de insomnio, la sujete en sus mareos, sostuve su mano cuando la migraña llegó. No sabia que hacer. No sabia como ayudarla… no entendía que sucedía porque en ese momento no veía su mundo, solo enfocaba la vista en el mío. En donde un matrimonio se estaba acabando por mi culpa.
Hasta que comprendí, lo que era la ansiedad y eso estaba destruyendo a esa niña con la que muchas reí viendo estrellas en el cielo. Pensé que los medicamentos la ayudarían a sanar.
Para eso son, ¿No?
Para curar… pero estaba equivocada, mi hija no solo necesita medicamentos, un psicólogo y un psiquiatra. Mi hija necesita a su madre… amor, respeto y cariño.
No es llamar la atención, no es necesidad de afecto. Es más…
──Solo déjeme quedarme en la sala… juro que no molestaré. ──insiste Rhett.
Su amor por Arielle es puro, y bonito.
No estaba de acuerdo en esta relación, pero desde que él entró a la vida de mi hija la mejoría es evidente. Incluso conversa conmigo, cosa que no había hecho en largo tiempo. No me pedía favores, no me tomaba en cuenta para sus cosas, no… me contaba nada.
Nos volvimos distantes, y ahora todo ha cambiado por él.
──No es lo mejor en estos momentos. Mañana con gusto te dejo entrar. Déjame ver qué pasa en su cabeza… te llamo si te necesito. ¿Te parece?
Frota su rostro lleno de dolor.
──Ella puede… ¿Y si se lastima?
Trago grueso al escucharlo.
──¿Vivien te lo dijo?
Asiente.
Ese día… es uno que trato de borrar de mi mente. El pánico y la angustia que sentí aún hace helar mi sangre.
──No lo hará. Yo me quedaré con ella. Solo… está al pendiente del teléfono. ¿Si?
──Por favor…
Ruega, y mi instinto de madre me dice que lo abracé y eso hago. La abrazo e intento calmar su dolor.
──Haz caso Rhett. ¿Si? Ven mañana a primera hora. Es momento de darle espacio… no puede abrumarse.
Asiente, y se aleja de mi. Seca sus lágrimas y eleva su mirada hacia la ventana.
──La amo. En serio, lo hago.
──Lo se. No hace falta que me lo digas. Mi hija ha sido recompensada contigo. Vales oro.
──¿Me llamará?
──Lo haré.
Se aleja un poco más calmado, sube a su camioneta y yo regreso a mi casa al escuchar el motor alejándose. Subo las escaleras lo más rápido que puedo, voy directo a la habitación de Arielle. Intento abrir la puerta pero esta trancada.
Toco la puerta pero nada se escucha.
──¡Mierda! ¡Arielle! ──exclamo.
No lo pienso dos veces, voy mi llave.
Cuando Arielle intento quitarse la vida, el psiquiatra me recomendó tener una llave de su habitación para poder entrar en caso de que ella trabe la puerta y eso hice.
Hice una copia. Ella no sabe nada, pero cada vez que tranca la puerta yo entro a revisar que todo esté bien.
Abro la puerta y su cama está vacía, la noche abriga las paredes y la oscuridad es quien gobierna en este momento.
──¿Arielle?
Insisto.
Escucho el agua de la ducha caer, corro hacia al baño para conseguirme con mi hija vuelta un ovillo baja el agua.
Solloza con fuerza, y me apresuro hasta donde se encuentra el agua moja mi cabello, la sujeto con fuerza y la abrazo a mi cuerpo.
Al sentir mi calor hunde su rostro en mi cuello y llora.
Llora con fuerza. Me parte el alma.
──Shhh… ──siseo. ──. Mami está aquí. Mami siempre estará aquí.
Quito de su rostro las hebras doradas que me impiden ver sus hermosos ojos.
Dejo un beso en su frente y la abrazo más a mi.
──No puedo estar con él. Yo no estoy bien.
Cierro mis ojos y dejó caer mi cabeza hacia los azulejos. Me duele, me duele esto… mi niña está sufriendo.
──Yo no soy buena para él.
──Eres más que buena, Arielle. Recuerda mi amor, tu ansiedad quiere alejarte de todo aquello que te hace feliz. No dejes que gane.
──Solo lo veo engañándome, mintiéndome y haciéndome daño… solo veo dolor. No quiero pasar por eso…
Suspiro con fuerza.
──Mami no quiero sufrir.
Las lágrimas corren por mis mejillas, la abrazo y Acuno.
──Como quisiera asegurarte que no vas a sufrir. Quisiera poder decirte cuales serán los obstáculos que te pondrá la vida pero no puedo. Solo puedo decirte que mi Arielle, mi hija es el ser humano más fuerte que existe. Tienes mucho amor para dar, y mucho que recibir. Rhett está dispuesto a lo que sea para tenerte a su lado. Solo él puede decidir lo que quiere, y está muy claro que eso eres tú. Vive… deja que las cosas fluyan. Así debe ser la vida. Un paseo… a ti te ha tocado un poco más difícil pero eso te hace apreciar todo lo bueno que te ha pasado. Enfócate en eso… en lo bien que te sientes, que él se siente al estar juntos. Las risas, los besos, la felicidad. Solo en eso Arielle.
No dice nada, solo eleva sus pestañas.
──Lo siento. Perdóname por todo mamá.
Niego, llorando junto a ella.
──Aquí quién debe pedir perdón, soy yo. Te herí… y los padres no debemos herir a nuestros hijos, solo proteger. Perdón, y mil veces perdón. No te imaginas si quiera lo mucho que me duele.
Acomodo su cabello y los recuerdos de ella corriendo feliz por la casa vienen a mi mente.
La ayudo a levantarse y cierro la llave de la ducha, toma un toalla y la guío hasta su habitación secando su cuerpo. Se siente en la silla de su escritorio, tomo el cobertor y se lo pongo encima. Para encaminarme a encender la lámpara.
Arielle eleva su mirada al techo.
──¿Rhett?
──Se fue pero no porque quisiera. ¿Ok? Hasta me pidió quedarse a dormir en la sala. Te ama, hija.
Asiente con tristeza. Traga grueso, y me señala sus medicamentos.
Los tomo y se los extiendo.
──Mamá vas a resfriarte.
──No importa. Voy por agua, quédate allí.
Salgo de su habitación y busco algo de rápido agua en la cocina, para subir nuevamente, está en la misma posición con la mirada en mí.
──¿Cómo entraste? Yo cerré con llave.
Suspiro.
──Tengo una copia. El psiquiatra me recomendó tenerla.
Arielle solloza y me acerco a ella.
──Mamá, lo siento. Yo pensé que estaba demás en este mundo, solo quería acabar con mis pensamientos.
──Aquí estoy para que me digas lo que piensas, si esos pensamientos vuelven… dímelo. Buscaremos ayuda. Porque este mundo no sirve de nada sin ti. Yo no puedo vivir sin ti. ¿Ok?
──Ok. ──sorbe su nariz.
Se toma los medicamentos con mi mirada en ella. Le busco ropa para cambiarse y con mi ayuda se viste. Me deshago del cobertor y busco uno seco, me siento con ella cuando estoy por cepillar su cabello como cuando era pequeña, Arielle toma una toalla y lo pone sobre mi para secar mi cuerpo.
──Mejor…
Dice con una leve sonrisa.
──Mejor…
Su teléfono en el escritorio suena, ambas sabemos que es él. Mi hija suspira.
──Quiero estar bien para él.
──Estarás bien para él, pero principalmente para ti. ¿Ok?
──Ok.

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Respira
RomansaA veces olvidamos que la vida consiste en tomar un largo respiro y continuar con el camino. Si algo he aprendido es eso... ha apreciar hasta esa pequeña bocanada de aire fresco que inhalas y expande tus pulmones haciéndote sentir vivo y pleno. Vol...