capítulo 55

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Capítulo 55


Rhett Owens


Hola.



Vivien me detalla al otro lado de la mesa, y eleva una de sus cejas al ver que he dejado de comer.

──Come.

──No tengo hambre. ──gruño.

──Rhett te ves fatal, tienes ojeras, has bajado de peso y hueles mal. ──elevo mis cejas al escucharla.

──¿En serio?

──Si, tío. Hueles mal. ──grita Cassie desde el mueble. ──. Báñate, no te dejarán entrar al hospital si sigues así.

Mi hermana sonríe levemente.

──¿Estás con insomnio nuevamente?


Asiento bajando la mirada la plato que tengo frente a mí.

──¿Cuánto fue la última vez que dormiste?

──No lo recuerdo. ──susurro.

Mi hermana sujeta mi mano.

──Come algo, báñate... y descansa un rato. ¿Te imaginas que te hospitalicen a ti?

Vuelvo mi vista a ella, está usando psicología inversa.

──Estaría más cerca de ella. ──respondo.

──¡Rhett! ──chilla. ──. Me tienes preocupada, y no solo a mi; Cassie, Alex y Ela...

Me extiende su teléfono para que detalle los mensajes que Ela le a enviando hablando de mi con evidente preocupación.

──Por favor...

Dejo caer mis hombros, y asiento. Tomo el tenedor y llevo un bocado a mi boca bajo su intensa mirada.

Sonríe satisfecha, y se levanta para ir a la lavandería. Cassie por su parte ve su programa favorito en la televisión. El sonido de esta es lo único que me recuerda que existe un entorno.

Unas tollas y algo de ropa desvían mi atención.

──Mi baño está desocupado. Úsalo...

Termino de comer obligando a mi garganta a tragar la comida que siento tan pesada, me levanto y me encamino directo a la habitación de mi hermana.


Muy pocas veces he estado aquí. Voy directo al baño, abro la ducha y espero a que el agua caliente salga para desvestirme y entrar.

La ligereza que siento entra en conflicto con lo que sucede en mi vida en estos momentos, con la impotencia que me domina.

Me quedo un rato bajo el agua. Un rato que parece eterno pero que sé que no lo es... el tiempo últimamente pasa tan lento que agota más de lo normal.

Siento todo eterno hasta respirar...

He lavado mi cabello, y me he dado y buena ducha, seco mi cuerpo y recojo mi cabello y me visto con la ropa que tenía Vivien de mi.

Salgo a la habitación y noto una fotografía en la chimenea que se encuentra en una de las paredes. Me acerco a esta, y es una fotografía de mi padre con mi fotografía de graduación.

──¿Listo?

──Si. Listo.

Vivien se acerca e inhala mi aroma.

──Ahora si hueles rico.

Río con pesadez. Se abraza a mi pecho.

──Te amo, y me encanta escucharte reír aunque sea forzado.

──Yo también te amo, Vivien.

Suavizo mi tono e intento relajar mi cuerpo. Siento que mis músculos han cargado con mucho pesos estos días, y la tensión se siente fatal.

──Tío... tu teléfono suena y suena.

La pequeña entra con mi celular en sus manos, me acerco apresurado con una presión en el pecho, no es una llamada, son unos correos.

Abro uno de ellos, y siento que me quedo sin aire cuando leo de que es.

──¿Rhett? ¿Rhett?

Insiste Vivien a mi lado.

──Es una editorial...

Susurro, y salgo corriendo de la habitación dejando atrás los gritos de mi hermana, tomo las llaves de mi camioneta y subo a esta acelerando el motor al máximo para llegar al hospital.

Ella tiene que saber esto. Me paso algunas luces pero me importa muy poco, sonrío como idiota al entender lo que acaba de suceder. Lo que acabo de leer...

Aparco mal, y bajo corriendo hacia el hospital, subo las escaleras y Ela se detiene al verme llegar al piso.

Solemos turnarnos, no ha dejado a Arielle salvo para ir a ducharse. De verdad que me quito el sombrero ante ella, es una madre increíble.

──¿Rhett? Se suponía que ibas a dormir.

Se preocupa incluso por mí.

──Comí, y me duché. ──respondo, y asiente satisfecha.

──Bueno, algo es algo... pero tienes que dormir.

──Sabes muy bien cuando lo haré. Pero, eso no es importante en este momento.


Le extiendo mi teléfono. Lo toma dudosa y lee el correo, lleva su mano a su boca llena de emoción, sus ojos se llenan de lágrimas.

──¡Quieren publicarlos!

Asiento.

──¡Quieren publicarlos! ──exclamo, y nos abrazamos con fuerza, Ela llora pegada a mi pecho.

Entiendo lo que siente. Lo entiendo...

──Tiene que saberlo. ──musita, dándome el paso que necesito para ir a las condenadas puertas que se han hecho tan familiares estos días.

Toco y como de costumbre me abren la puerta con una amplia sonrisa.

──Faltan Diez minutos.

──Es importantísimo. Prometo que te traigo café. ──susurro, sonríe y asiente.

──Café doble. ──exige.

Me coloco todo lo necesario y me voy directo al cubículo. La mejoría es franca, tanto la inflamación como el sangrado han disminuido, ya no la tiene bajo sedación, ahora solo debemos esperar que ella despierte.

La Dalia ha empezado a marchitarse. Tiene cartas de muchos compañeros de clases, y varios peluches. Muchas personas han venido...

Me siento a su lado, acaricio su mano como siempre.

──Hola, apellido extraño. Tengo una buena noticia. Pero me gustaría darte contigo despierta. Anda... abre los ojos para mí. ¿Si?

Ya el tubo no está en su boca, permanecer solo con la sonda de oxígeno en su nariz y puedo acercarme a su rostro para rozar su nariz con la mía.

──Por favor... te extraño con locura. Ya me bañé, comí algo, y me hace falta dormir. Quiero dormir contigo. Y debemos celebrar lo que va a suceder.

Vuelvo a sentarme.

──Quieren publicar los diarios, Arielle. Dos editoriales han respondido. ¡Mi amor lo lograste! No te imaginas lo orgulloso que me siento. ¡Carajos! Quiero gritar de emoción... pero contigo.

Mueve ligeramente sus dedos pero el doctor explico que es normal ya que le han bajado la dosis de anestésicos, y tienen movimientos involuntarios. Me recuesto a su lado, beso su mano y la detalla embelesado.

Nunca me había enamorado así, este sentimiento es tan único como ella.

Quiero todo con Arielle. Todo...

La enfermera entra y me detalla.

──Veo que te bañaste.

──¿Por qué nadie me dijo que olía tan mal?

Ríe divertida, mientras revisa el oxígeno y la vía de Arielle.

──Porque cargas con mucho...

──¿Cómo ha pasado el día?

──Bien, tranquila. Sus reflejos poco a poco van regresando. Sus signos vitales están estables, cuando menos lo esperes despertará... y ya por lo menos tu olor no la hará huir.

Río con fuerza.

──Eres mala. ──acuso.

──Café doble... Rhett. ──me recuerda divertida.

──Me ha tocado sobornar a la enfermeras... ──musito. ──. Voy a leerte el correo. Coloque como contacto tu correo y el mío, así que me llegó una copia de la respuesta que dieron...

Me acomodo en la silla, y busco el correo. Estoy por comenzar a leer cuando una dulce voz irrumpe mi acción.

──Hola... ladrón... de Dalias.




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