capitulo 60

635 138 17
                                    

Capitulo 56
Rhett Owens
Inspira.

Ariella se acuesta a mi lado con la laptop en sus manos, sonríe al ver la Dalia que me he tatuado por ella, y deja un beso en ese lugar.

──No me desconcentres. ──gruño hacia ella.

Ríe divertida.

──Aja, sigamos.

Detallo la pantalla donde se muestran varios pequeños apartamentos, he insistido demasiado en que no quiero que viva en los dormitorios que al fin e logrado mi cometido.

Ella ha aceptado.

──Me gusta este.

Me muestra uno que queda a escasos 10 minutos de la facultad, es moderno y cumple con todas las comodidades que ella necesita, una habitación cómoda, un buen baño, cocina y sala.

El precio es bueno, y aunque Arielle refuta al notar el costo, yo insisto.

La verdad es que no me importa lo que cueste quiero que ella esté bien. Es lo que más deseo en la vida.

Le he abierto una cuenta, voy a cancelar el año completo de arriendo, evitando con ello a toda costa que se niegue a aceptarlo y viajaré cada que pueda.
Cada que pueda.

Se abraza a mi pecho, y hago a un lado la laptop. Paseo mi mano por su espalda.

──¿Estas emocionada?

Asiente.

──pero siento que estoy siendo tan egoísta contigo y con mamá.

──¿Por qué?

──porque estoy feliz por lo que me espera aunque me llama de miedo, y ustedes están tristes.

──No estamos tristes, estamos felices. Y sabes que es lo me hace más feliz. El hecho de que sin darte cuenta has aprendido a sobrellevar tu ansiedad.
Sonríe.

──Gracias a ti. ──suelta elevando su mirada hacia mí. ──. Gracias por no huir. Por mirarme y por sobre todo querer entenderme. Todos deberían tener a su lado a  alguien así. Tan Rhett Owens…

Pasea sus dedos por mi barba.

──Te amo, Arielle.

──Yo te amo más.

Mis dedos se apoderan de su barbilla, y acerco su rostro al mío para besarla.
Ella me enciende.

Me recuesto en la cama, y me subo sobre una cuerpo. Ambos estamos desnudos desde hace horas, separa sus piernas para mí permitiendo que me adueñe de su cuerpo.

Su gemido eriza mi piel, sus uñas de anclan a mi piel. 

Dejamos de besarnos para fundirnos en una profunda mirada, exponiendo hasta nuestra almas mientras nuestros cuerpo se fusionan.

Disfruto de su exquisito y maravilloso cuerpo, ese mismo que la llevado a experimentar lo que en realidad significa hacer el amor y es el toque de almas.

Ella me entrega todo, y yo lo atesoro.

Sus besos, sus caricias me desesperan al punto que la pasión empieza a tomar fuerza. La velocidad e intensidad va aumentando.

Sus gemidos con los míos llenos de excitación llenando la habitación, amo ver el rostro de Arielle lleno de placer, me gusta que en estos momentos nada más existe que nosotros dos.

Nada más.

Sólo ella y yo.



****


Arielle esta preparando su equipaje en unas horas nos iremos a Utah para cerrar el trato del apartamento y no sólo eso. Ella conocerá finalmente la universidad.

Lamentablemente me tocará regresarme sólo y aunque me deja un vacío en el corazón y en el estómago debo aceptarlo.

Aparco el auto frente al hotel en el cual me hospede a mi llegada a Atlanta. 

Como siempre la pequeña anciana está en la recepción tejiendo una de sus creaciones, eleva su mirada y sonríe en demasía al verme.

──¡El niño rico!

──¡La vieja amargada!

Ríe divertida.

Le extiendo una caja de galletas, y sonríe abriendo la caja el aroma invade el lugar y relame sus labios.

──¿Las hiciste tú?

──Si, me enseñó una vieja fastidiosa. ──suelto rodeando la recepción para abrazarla.

Pasea sus manos por un mechón de mi cabello y lo hala.

──¡Fastidiosa tu abuela que en paz descanse!

Río y me siento a su lado, detallo que está tejiendo una bufanda de color turquesa con pequeño hilos púrpuras que la hacen ver muy delicada y bella.

──La quiero.

Voltea su mirada hacia ese lugar.

──¿Cuánto me vas a pagar? Se que eres millonario conmigo no te vas a poner de tacaño. ──gruñe tomando nuevamente las agujas.

Deja la caja de galletas entre ambos y comienza a comer. Las hice con Arielle…

──Dime cuando quieres. Te hago el cheque de una vez.

──¿Cheque? No seas idiota. Sólo efectivo.

Río con fuerza.

Saco un fajo de billetes de 100 y se los muestro.

──No soy tacaño.

Pone sus ojos en blanco, y empieza a tejer.

──¿Qué hace aquí el niño rico?

──Te extrañaba pero no te lo creas del todo. ──murmuro.

──No hace falta que me lo digas se nota. Me trajiste galletas.

Aliso mi pantalón, y me quedo mirando en un punto fijo.

──Arielle se irá hoy a Utah conmigo pero de regreso me vendré sin ella. ──susurro.

No dice nada solo sigue tejiendo.

──¿Vas a llorar? Porque si es así no tengo pañuelo cerca, y no quiero que llenes la bufanda de Arielle de mocos.

Niego divertido.

Deja las agujas a un lado, y posa su mano llena de arrugas sobre la mía.

──Debes dejarla abrir sus alas.

──Lo se.

Trago grueso.

──Ella volverá a ti madura, dispuesta a comenzar una vida a tu lado, a formar una familia y la tendrás para toda la vida. Porque el amor que se tienen es de esa clase, es el  dicta con fuerza “Para siempre” vas a sostener su mano por largos años hasta el punto donde bajes la mirada y notes unas manos arrugadas por el pasar de los tiempos pero aunque la apariencia de ambos haya cambiado el calor permanecerá siendo el mismo. El mismo que esa primera vez.

Sonrío al escucharla.

──Tienes prohibido morirte. Quiero que estés a mi lado cuando nos casemos.

Bufa.

──Niño rico ya quiero descansar no me jodas tanto.

──Ya te lo dije. ──dictamino.

Sonríe y vuelve a tejer.

──Jamás me perdería eso.

Da las últimas puntadas y me extiende la bufanda.

──Esa es de tu parte, pero estás…

Se levanta y busca una caja con más de ocho bufandas de todos los colores.

──Son de mi parte. Dile que le deseo lo mejor, y no olvide Inspirar. Nadie mejor que ella para eso.

Respira Donde viven las historias. Descúbrelo ahora