prefacio

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Prefacio.
Arielle Vandenberg.
Dos años antes



Rio con fuerza mientras voy abrazada con Millie mi mejor amiga de hace años. Caminamos por las calles de Atlanta, específicamente en el downtown Atlanta, es el distrito de negocios central de la ciudad. En su centro está el Parque Olímpico del Centenario, con la Fuente de los Anillos como principal atracción muchos vienen a caminar y a comer por acá, ya que los mejores restaurantes de la ciudad se encuentran aquí.

──¿y tus padres?

Detallo la fuente en al distancia.

──Mi mamá salió con unas amigas, ya sabes… noche de copas y mi papá se quedó en casa trabajando. ──respondo para ser halada del brazo.

──Adoro a tus padres, hacen tan bella pareja. ──dice con el rostro lleno de ilusión.

Niego divertida.

──Empalagan. ──susurro. ──. Es incómodo verlos…

Ambas reímos con fuerza. Caminamos viendo a cada chico guapo que nos pasa por un lado, es viernes por la noche, todo está animado y lleno de vida. El teléfono de Millie suena, revisa su bolsa para mostrarme que es su eterno amor.

Se aleja para contestar mostrándome su perfecta dentadura y sus mejillas llenas de color. Es divertido ver cómo la pone Bruno… aprovecho el momento en el que ella se sienta en uno de los bancos para caminar por la cera repleta de restaurantes.

Muchos enamorados teniendo esa cena romántica de un viernes, el cabello rubio de una mujer llama mi atención, me detengo para detallar al hombre que le extiende su mano para luego llevarla a sus labios, deja un beso lleno de complicidad en ella.

El vestido… me deja sin habla, lo conozco. Es el vestido…

La rubia se sienta junto al hombre, ella muerde su labio con sensualidad hacia él, este acuna su rostro y estampa un beso en los labios de la mujer, un beso pasional, un beso carnal.

Mi corazón comienza a latir con fuerza. Froto mi rostro con fuerza, tengo que estar viendo mal.

No puede ser.

Ella no…

Enfoco nuevamente mi mirada en la pareja, ella ríe y limpia los labios de él quitando la evidencia que ha dejado el beso, las lágrimas sin darme cuenta comienzan a caer por mis mejillas. Doy pequeños pasos hacia el restaurante, ingreso bajo la mirada de los comensales que notan mi rostro lleno de consternación.

──¿Mamá? ──susurro, el aire comienza a faltarme.

Ella gira su rostro de golpe al notar que el hombre que la acompaña pasa sus orbes en mi.

──¿Elle? ──musita tragando grueso, mi mirada va hacia su mano sin anillo.

Llevo instintivamente mi mano a mi pecho, el aire comienza a faltarme, dejo de escuchar mi entorno y un intenso deseo de salir corriendo recorre mi piel.

Se levanta apresurada provocando que la silla caiga llamando la atención de todos. El silencio se hace… me siento observada, un leve mareo golpea e intento sujetarme de la mesa pero lo que hago es tumbar un plata, ella intenta tocarme pero grito con todas mis fuerzas y salgo corriendo del restaurante.

Empujo a Millie que grita mi nombre con fuerza, el aire… necesito aire…

Tengo la sensación de que moriré, que me estoy ahogando y nadie puede hacer algo. Caigo al suelo para ser rodeada por varias personas… unos gritos en la distancia llaman mi atención.

El rostro lleno de lágrimas de mi madre aparece en mi campo de visión, grita pero no entiendo qué, me aferro a su vestido buscando aire, buscando respirar…

Le señalo mi cuello en medio de la desesperación y abre mi abrigo buscando que mis pulmones se expandan.

──Arielle, respira… cariño. Respira…
Su desesperación es evidente, las lagrimas no dejan de correr por mis mejillas y mis ojos comienzan a cerrarse poco a poco.

Respira, Arielle…





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