Capítulo 51
Rhett Owens
Susto.
──¿Cuándo terminarán la obra? ──inquiero hacia el grupo de ingenieros.
──Quizás en dos semanas, todo depende del clima... las lluvias han atrasado un poco el vaciado del concreto.
Asiento detallando el cielo casi gris.
Sonrío recordando nuestra danza bajo la lluvia, y me siento un poco culpable al no poder controlarme cuando hablamos por teléfono.
──No podemos seguir atrasándonos, los gastos han estado aumentando. Y los permisos tienen fecha de vencimiento. ──murmuro.
──Por supuesto, Rhett.
Habla Joseph a mi espalda.
──Pueden retirarse.
──¿Puedo hablar contigo? ──pregunta.
Asiento sin girarme a verlo, escucho como la puerta de mi oficina se cierra. Me giro finalmente y Joseph deja caer sus brazos a su lado.
──Me has estado evitando... te escribí hace días invitándote para ir al gimnasio.
──Lo sé. Estaba ocupado.
──¿Pasa algo, amigo?
──No somos amigos, Joseph si no respetas mi relación actual, no lo somos.
Eleva sus cejas.
──Es una niña. Pensé que necesitabas a alguien maduro a tu lado.
Contengo mis ganas de lanzarme encima de él. Tenso mi mandíbula.
──No es una niña, y ella más madura de lo que imaginas. No necesito a nadie, lo tengo todo con ella. Si no tienes más nada que decir, por favor retírate. Y deja de suponer que es lo que necesito, no me conoces lo suficiente para saberlo.
Tomo asiento en mi escritorio, y espero a que se marche.
Mi cuerpo se relaja cuando la puerta se cierra, tomo mi teléfono y marco el número de quien realmente me conoce y sabe lo que necesito para estar bien.
La llamada es desviada al buzón de voz.
Gruño, y vuelvo a insistir pero nada. Es extraño porque su supone que estaría en su casa esperando por mí para abrir las cartas.
En un rato me llamará.
Hago a un lado mi teléfono, he intento concentrarme en mi trabajo y en todos los proyectos que nos han estado llegando últimamente. Hemos cumplido con plazos, usamos buenos materiales y somos responsables por ello la mayoría nos busca.
El negocio va bien. Muy bien...
Noto que ha pasado una hora, y no sé nada de Arielle. Vuelvo a marcar su número mientras comienzo a recoger mis cosas. Salgo de mi oficina, Hilda insiste en que tengo una reunión pero la ignoro entrando al elevador.
Las puertas se abren y me apresuro a ir al estacionamiento. Le doy varias veces al botón del seguro y mi camioneta no hace nada.
──¿Que Mierda? ──gruño.
Me acerco para notar la puerta entreabierta por culpa del cinturón.
──¡Maldita sea!
Se descargó la batería, y fue mi culpa.
Mi teléfono suena en el bolsillo de mi pantalón, lo saco para contestar pensando que será Arielle.
──¡Rhett!
Es Ela.
──Ela, ¿Cómo estás?
──Estamos en la clínica, ven por favor.
──¿Paso algo?
──Solo ven, por favor. Medical center Atlanta.
La llamada se traca y la frustración que corre por mis venas. El aire comienza a faltarme y cualquier escenario catastrófico pasa por mi mente.
Comienzo a correr hacia la avenida sin importarme nada, mi corazón va al mismo ritmo de mis piernas que buscan llegar lo más rápido posible a ese punto donde se encuentra mi Arielle.
El aliento me falta pero mis piernas siguen su recorrido con más fuerza y ganas de nunca llegó a un punto en la avenida donde busco tomar un taxi ya que por más que corra tardaré en llegar y lo que deseo estar rápido a su lado.
Estoy sudado, con las manos y mi cuerpo temblando. Cruzo la avenida, y un auto frena de golpe.
Es un taxi.
Hago señas con mis manos y lo rodeo para subirme en este, mi voz no sale.
Cierro mis ojos por un instante.
──Medical Center Atlanta.
No dice nada al notar mi estado, solo se pone en marcha acelerando el motor lo más que puede. Marco el número de Ela pero no contesta y eso aumenta más mi angustia y preocupación.
Estoy sintiendo en estos momentos lo mismo que experimenta Arielle en un ataque de ansiedad. Mi mente trabaja a mil y mi cuerpo se siente a punto del colapso.
Saco el dinero que tengo en mi bolsillo al verme cerca y mis manos delatan lo que sucede en mi cuerpo, extiendo el dinero al señor y salgo sin que detenga del todo el auto, no me importa nada.
Corro por la entrada buscando la emergencia. Paso a un lado del vigilante y empujo con fuerzas las puertas grises que con señalización de Emergencia, e ingreso.
Todo es un caos.
Médicos, enfermeras y personas.
Recargo mis manos en mis rodillas buscando tomar aire. Una mano me toma por sorpresa.
──Rhett..
Ela me detalla, tiene los ojos rojos y el rostro pálido.
──¿Arielle? ¿Qué pasó?
El vigilante intenta sacarme pero Ela entra en discusión con este para que me deje ingresar y finalmente cede. La sigo en silencio mientras seca sus lagrimas, su silencio me pone más ansioso.
──¿Ela?
──Salió en mi auto, un camión le robo la derecha. Freno pero el auto derrapo.
Siento que mi corazón se detiene por leves segundos.
──Llego inconsciente.
Hace a un lado la cortina, y Arielle aparece acostada en un camilla, tiene un pequeño vendaje en su cabeza y está dormida.
Mi mundo se detiene, me apresuro a verla toco sus manos buscando sentir su calor y allí está. Su mano se cierra en la mía.
Su ropa está con pequeñas manchas de sangre, y el desespero me invade.
──Hola... ──dice muy bajito, Acuno su rostro con cuidado. ──. Hola, ladrón de Dalias.
Sonrío casi al borde de las lágrimas al verla tan frágil.
──Hola, apellido extraño.
──Estoy bien.
Pasea su pulgar por mi mejilla.
──¡Júralo!
──Lo juro, estoy bien.
Asiento uniendo su frente con la mía, sus mejillas con ese tono rosa que suelen teñirlas me calma un poco.
──¿Por qué no me esperaste?
──Porque quiero hacer mis cosas, porque quiero volver a ser la misma de antes. Además... ──abre sus ojos en demasía y busca a su madre con la mirada.
──Mamá. ¿Y lo que estaba en auto?
──¿los diarios?
Asiente.
──Yo los tengo. Me los entrego el paramédicos con tus cosas.
──¿Podrías...?
Ela no dice nada solo sale del pequeño cubículo.
──¿Qué pasó con los diarios?
──Ya verás... ──murmura algo somnolienta.
Paseo mis dedos por su rostro, dibujando su perfil. Si ella me falta... mi mundo colapsaría. Puedo sobrevivir al saberla lejos, lejos por unas horas pero perderla para siempre, sería una catástrofe en mi vida.
──Te amo, Arielle.
──Yo te amo, Rhett. No dejemos de decirnos lo que sentimos. Por favor...
──Jamás.
Ela vuelve y lleva en sus manos un cuaderno turquesa.
Me lo extiende, y Arielle estudia mi reacción al verlo la portada me deslumbra, las letras blanca en cursiva perfecta anuncia un título "Respira" Cuando lo abro detalló que es uno de sus diarios.
Los encuaderno.
──Salí a eso... los quiero publicar.
Elevo mi mirada hacia ella.
──Quiero que el mundo sepa sobre la ansiedad, quiero que entiendan mi mundo, mi mente... quiero ayudar. No quería darle chance a mi mente para renegar de mi idea.
Paseo mis dedos por la portada y entiendo todo...
──¿los demás donde están?
Inquiero.
──Los tengo yo. ──responde Ela.
──Bueno, hagamos que lleguen a donde tienen que hacerlo. ¿Si?
──Si, no dejes que me arrepienta, por favor.
──No lo haré.
Recarga su rostro en mi mano, y cierra por un instante sus ojos.
──Tengo sueño...
Me giro hacia Ela, quién sale en busca de alguien.
──No duermas... hablemos. ¿Si? ¿Quieres escuchar música?
Elle intenta abrir sus ojos con pesadez.
──¿Música?
──Si... escuchemos Coldplay.
No dice nada, solo asiente. Su rostro está más pálido, y me angustia el que quiera dormir cuando tiene un golpe en la cabeza.
Sujeto su mano, y pongo la música a andar bajito para que no le aturda.
──Yellow, quiero escuchar Yellow.
──Ok. Será Yellow, entonces... te amo, Arielle.
──Yo te amo más. ──susurra muy bajito.
Las cortinas se abren e ingresa un doctor. Me aleja de Arielle y busca llamar su atención.
──¿Arielle?

ESTÁS LEYENDO
Respira
RomansA veces olvidamos que la vida consiste en tomar un largo respiro y continuar con el camino. Si algo he aprendido es eso... ha apreciar hasta esa pequeña bocanada de aire fresco que inhalas y expande tus pulmones haciéndote sentir vivo y pleno. Vol...