capitulo 61

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Capitulo 61
Arielle Vanderberg
Utah, y una dura despedida.


Me siento en mi cama con miles de sentimientos acumulados en mi pecho, no sé cómo exactamente describirlos porque se aglomeran haciendo presión en mi pecho, tanta que temo que un ataque de ansiedad tome partido.
Tomo una profunda bocanada de aire y cierro mis ojos.

Estoy a horas de irme, a horas de subirme a un avión y darle un nuevo comienzo a mi vida.

Un cambio de rutina, un cambio de estado y ciudad, un cambio de clima y sobre todo un entorno extraño.

Cuando inicias una nueva etapa llena de cambios el choque suele desestabilizar tu mundo, y el miedo puede apoderarse de ti. En una persona con ansiedad, todo es peor.

Los escenarios que pasan por tu mente, los miedos que sientes tan reales y los síntomas físicos que se manifiestan haciéndote sentir mal, y que impiden que puedas vivir la experiencia de forma agradable destruyen la posibilidad de tener una vida normal, una experiencia que aunque te llene de incertidumbre te da vida.

Abro mis ojos para notar mi habitación casi vacía, varias cajas esperan en la puerta por una dirección de envío y mi equipaje ya está listo esperando por mi.
Un leve carraspeó llama mi atención, el rostro triste de mi madre estruja mi corazón. Apoya todas mis decisiones de vida, y está contenta por el paso que daré pero eso no quita que su corazón sienta dolor porque si hija abandona la casa para seguir su vida.

──¿Rhett ya  viene?

Asiento.

Rodea la cama, y se sienta a mi lado.

──Promete que vendrás en acción de gracias. ──susurra.

──Vendré mamá, vendré cada que tenga vacaciones. ──musito.

Una lágrima corre por sus mejillas, la abrazo con fuerza y me lleno de su amor por mi.

Muchas veces la trate mal, la aleje por mi ansiedad, ella cargo con todo lo malo que implica y aún así se quedó. Ella siempre ha estado para mi, siempre hemos sido ella y yo contra todos.

Y costará no verla en la cocina, dolerá horrores no poder abrazarla cada que se me antoje.

Pasea sus manos por mi cabello rubio, y sonríe sorbiendo su nariz.

──Estoy orgullosa, muy orgullosa de ti. Mi niña ya eres grande… estás haciendo un camino y sé que la próxima vez que te vea serás mi niña la universitaria.

Sonrío al escucharla.

Desvío mi mirada hacia el techo que está lleno de la estrellas que ella puso para mí.

──¿Buscamos estrellas?

Inquiero, mira hacia el techo y sonríe llena de nostalgia. Se recuesta conmigo en la cama, entrelazados nuestras manos y miramos las bellas estrellas que muchas noches me permitieron desconectar mi cerebro y calmar ese corazón a prisa que más de una vez me hizo sentir débil.

──Voy a extrañarte mucho.

──Yo también, mami.

Me abrazo a su cuerpo, y me corresponde con tanto amor que más que hacerme sentir llena de nostalgia, me hace sentir amada.

Nos quedamos en silencio un par de minutos, disfrutando de la presencia de cada una.

Le pedí a Cassie que venga a casa cada que pueda, que le haga compañía y sobre todo que la llene de amor.

Mi madre y ella se han vuelto muy amigas, Cassie ama todo lo que mi madre cocina para ella, y mi mamá ama ver comer a la pequeña Cass.

Me iré tranquila sabiendo que entre todos le harán compañía.

Finalmente nos levantamos, tomo mi rosa eterna la cual se irá conmigo de una vez… y con ayuda de mi mamá bajo mi equipaje.

Es un poco triste dejar mi habitación casi vacía… la verdad es que golpea en el alma. 

Mamá se ofrece a hacerme una taza de té, me siento en la cocina con ella y disfrutamos del te hasta que el tiembre suena.

Rhett ha llegado.

──Pasa…

La puerta principal se abre, y puedo verlo entrar con una caja blanca en sus manos. La observó con curiosidad.

──Te enviaron algo.

Dice, saluda a mi madre para luego dejar un beso en mi cabeza.

──¿Quién?

──La vieja amargada.  

Río al escucharlo. La quiere y mucho, se han hecho grandes amigos.

Abro la caja y sonrío maravillada viendo todas las bufandas que hizo para mí.

──Y esta es de mi parte. ──dice mi novio a mi lado. ──. Para que me recuerdes siempre.

Susurra.

Es turquesa. La amo de inmediato, será mi favorita. Me la coloco en el cuello, y acaricio las fibras de lana. 

──¿Estas lista?

──Si.

Detalla la Dalia eterna y sonríe al ver que la llevaré conmigo, explica a mi madre que llegaremos a un hotel ya que el apartamento lo entregan mañana, y debemos amoblarlo.

──Te enviare la dirección exacta para lo de las cajas cuando nos entreguen las llaves.

──Perfecto. Si necesitas dinero, te pasaré enseguida.

Rhett niega.

──Ya pague todo. No te preocupes por eso. ──insiste a mi madre.

Toma mi equipaje y lo lleva hacia su camioneta. Mentalmente siento que me prepare para este momento, siento que tengo la fuerza suficiente para decir hasta pronto a la casa donde crecí y mi ciudad.

Mi madre me acompaña hasta la camioneta sin soltar mi mano, pensamos que lo mejor sería despedirnos aquí, con calma y sin tanto alboroto.

Un momento que sea nuestro, y no del resto.

Pasea sus manos por mi cabello, me detalla de pies a cabeza y sonríe llena de felicidad y orgullo. Esa es una inmensa carga de energía.

──Nos vemos pronto cariño.

──Nos vemos pronto mamá. Cuando venga quiero pastel, y lasaña.

Ríe.

──Brilla, brilla como sólo tu sabes hacerlo.

La abrazo con fuerza, inhalo su aroma y grabo en mi memoria su calor y su olor para llevarlos conmigo día tras día.
Se aleja de mi para despedirse de Rhett.

──Cuídala.

──Siempre. Nos vemos en unos días.
Asiente. Y vuelve a abrazarme, se aleja con pesar cuando ya me toca subir a la camioneta.

──¡Cariño no dejes de ver las estrellas nunca! Allí estaré. ──dice.

──Yo también estaré allí mamá.

Una dura despedida, un nuevo comienzo.

Rhett pone en marcha la camioneta mientras dejamos a mi madre atrás, puedo verla moviendo su mano con una amplia sonrisa en sus labios.

──Detente.

Le pido al rubio que hace caso al instante, bajo de camioneta, y corro hacia los brazos de quien nunca me abandono.

Mi madre es lo más valioso que existe, y nunca me cansaré de abrazarla.

Nunca.

──Te amo mamá.

──Yo más cariño. Ahora ve… la vida te espera.



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