Capítulo 24
Rhett Owens
Trabajo.
Aliso mi traje y me acomodo en mi silla colocando mi teléfono sobre mi escritorio.
──¿Qué piensas Rhett?
──Me gusta, me gustan estos proyectos.
Con ayuda de mi cuñado y de mi hermana la oficina fue remodelada, lo único que quedó en el es la maqueta que yace aún en la esquina pedí que la dejarán.
Es un recordatorio.
──Bueno, me voy. ──anuncia Alex. ──. Todo está tomando su camino. Gracias, Rhett.
No digo nada, me concentro en el monitor que me muestra los miles de correos que debo revisar, es demasiado trabajo acumulado.
Hilda ingresa con una taza de café para mí y una gran sonrisa.
──Tiene reunión con Joseph en diez minutos.
Asiento.
──¡Hilda! Necesito un favor… conoces alguna floristería que venda flores eternas.
──¿Cómo así?
Suspiro, y le explico detenidamente lo que quiero. Ella me da el nombre de varias floristerías y se marcha prometiéndome que me enviara los número.
Mi cumpleaños está muy cerca y quiero pasar el día con Arielle pero sé que Vivien está planeando algo también.
──Debo hablar con Vivien.
Marco su número mientras reviso algunos presupuestos de materia prima.
──¡Rhett! El casi cumpleañero.
──Vivien… ¿Estás trabajando?
──Eh.. Si, salgo a eso de las cinco. ¿Por qué?
──¿Puedo ir a cenar en tu casa? Quiero hablar algo contigo.
──¡Claro que sí! Te espero, besos. Cassie amará verte. ¿Todo bien, Rhett?
──Si, todo bien.
Tranco la llamada y recargo mi espalda en la silla. Se que Vivien va a molestarse muchísimo, incluso va a oponerse, la conozco para ella existen límites. Y uno de ellos son sus pacientes.
Me levanto y camino hacia el ventanal, están reparando las máquinas, y moviendo el material hacia el depósito.
La puerta se abre y se que es Joseph. Viene hacia mí para estrechar su mano.
──¡Jefe! Carajos, Rhett. Quien lo diría…
Bufo al escucharlo.
──No debería estar aquí, y ambos lo sabemos. Pero en fin. Cuéntame, ¿Cómo va el proyecto del centro comercial?
──Estamos a tiempo, el problema son los permisos, hablé con los abogados y dijeron que harán lo posible para conseguirlos antes del viernes. Ya los cimientos están listos.
──Entiendo. No podemos atrasarnos más. La multa es alta, y no pienso pagar otra.
──Cambiando el tema. ¿Qué haremos el día de tu cumpleaños? Amigo… años sin celebrarlo juntos. Me conseguí hace días a Stefany. ¿La recuerdas? La castaña con la que perdiste la virginidad en el campamento.
Sonrío al escucharlo.
──La recuerdo. ──susurro.
──Esta interesada en verte. ──niego divertido tomando asiento.
──Tengo novia, Joseph. Y pienso pasar mi cumpleaños con ella.
──¡Amigo te lo tenías guardado!
──Es reciente. Ahora, si me disculpas voy a buscar a mi novia para almorzar. Nos vemos en unas horas.
Tomo las llaves de mi camioneta, y mi teléfono salgo con Joseph de mi oficina.
──Hilda, vengo en dos horas. Cualquier cosa llámame. Por favor.
Me despido de Joseph y salgo rápido hacia el estacionamiento, y conduzco por la ciudad en busca de Arielle que segura ya sale de clases.
No tengo que llamarla porque está esperándome donde siempre, abrazada a su bolso turquesa. Tocó la bocina para que eleve su mirada, y lo hace ampliando su sonrisa.
Viene directo hacia a mí, con una cola alta, un polo blanca y una falda de cuadros. sube a la camioneta y se abalanza para besarme.
La recibo con gusto, sus dulces labios me embriagan.
──Hola, novia. ──murmuro pegado a sus labios.
──Hola, novio.
Vuelve al asiento y me pongo en marcha notando en la distancia un pequeño grupo que nos observa y entre ellos se encuentra el tal Ben. Acelero el motor y nos alejo.
──¿Qué quieres comer? ──inquiero entrelazando su mano con la mía.
──Tacobell. ──susurra. ──. ¿Cómo te ha ido?
──Bien, mucho trabajo pero bien. Aún estoy adaptándome y sobre todo poniéndome al día. Cosa que no es fácil, muchas cosas se han dejado al olvido. ¿a ti como te fue hoy? ¿Fuiste a la sesión con Vivien?
Inquiero.
──Si, fui. Se sorprendió al verme. Le hablé de ti, Sin mencionar tu nombre y de lo que sucedió el sábado. De mi padre…
Asiento. Llevo sus manos a mis labios y dejó un beso en estas.
──¿Cómo te sientes al respecto?
──Bien, tranquila. Me hablo de crear dependencia hacia ti. ──dice muy bajito, muerde sus labios y detalla.
──¿Dependencia?
A mi mente vienen las palabras de su madre.
──Si, ella no quiere que mi estabilidad emocional dependa de ti, quiere que esté bien siempre, estando o no contigo. ──dice. Acaricio su mejilla con dulzura.
──Y eso es lo correcto. Así debe ser. Quiero que estés bien contigo misma. Eso es lo principal.
──Y lo estoy. En serio. ──afirma.
Llegamos a TacoBell, Arielle no desea bajarse quiere comer en el auto y la complazco. Pedimos por el auto servicio y esperamos nuestra comida, le pasó todo y ella con mucho cuidado organiza la comida. Aparco lejos.
──Voy a hablar hoy con Vivien. ──musito Arielle recarga su cabeza en al asiento del auto.
──No lo va a tomar bien. No quiero que deje de ser mi psicóloga.
Suspiro con pesadez.
──Tengo que hablar con ella, no quiero tenerte a escondidas de mi familia, quiero que todos sepan. No tenemos porque ocultarnos. ¿Ok? Intentaré convencerla para que no deje de verte.
Asiente sorbiendo su soda, desvía su mirada a mi camisa cuando comienzo a comer, hace un lado su soda y viene hacia mí.
──Vas a manchar la camisa, y te ves muy… bello. ──suelta dibujando una sonrisa en mis labios, hace a un lado mi saco mientras sostengo mi comida en mis manos.
Sus manos tiemblan un poco, respira fuerte y lleva estás hasta los botones de mi camisa y empieza a quitarlos uno, por uno.
Sigo con la mirada sus movimientos y me tenso al notar su rostro y cuerpo tan cerca de mi.
──Listo. ──dice.
──Bésame, Arielle.
Eleva sus pestañas hacia mí, solo tiene que acercarse un poco más para pegar sus labios con los míos, me deleito con sus labios. Ella los mueve, y busca marcar el ritmo y la dejo, su mano helada por el vaso de soda me hace gemir al tocar mi torso.
Separo mis labios hambriento de ella, y mi lengua busca el encuentro con la suya. El beso se profundiza más, suelto la comida y voy directo a acunar su rostro.
Me enciendo, me pone mal.
Uno de los vasos cae al piso de la camioneta, ambos giramos hacia ese punto, Arielle busca recoger pero niego volviéndola hacia mí.
──Ven acá. Deja eso así.
La tomo de una de sus piernas para que se suba sobre mi cuerpo. Mi erección me está matando.
Su pelvis choca con la mía, la incentivo a moverse y lo hace, se frota contra mi cuerpo perdiendo poco a poco la timidez. Mis manos se cuelan debajo de su camiseta. Jadea pegada a mis labios.
──Quiero… ──susurra. ──. Quiero… hacerlo.
La separo levemente de mi rostro para notar que lo dice muy en serio. Desvío mi mirada hacia nuestro entorno, estamos solos… no hay nadie.
Mierda…
Asiento, llevando mis manos al cinturón de mi pantalón.
──En la guantera están los condones. ──susurro. Ella se estira para alcanzarlos y saca un envoltorio. Al hacerlo su falda se sube dándome un vistazo de la bragas de algodón que lleva.
Subo mi mano por sus muslos y ella se tensa a mi tacto.
Me entrega el envoltorio, y lo muerdo ante su mirada.
──Haz a un lado tú braga. ──susurro y lo hace sin quitar su mirada de la mía, libero mi erección y me coloco el condón no sin antes volver a chequear que nadie nos observa.
──Ven.
Ya sabe que hacer, se sube sobre mis piernas, humedezco un poco mis dedos y los rozo por su sexo que me sorprende con humedad. Está muy excitada.
Cierra sus ojos ante mi tacto, y jadea.
La tomo de las caderas y empieza a bajar, me adentro poco a poco en su ser, hundo mi cuerpo en el asiento ante lo apretada que se siente.
Esconde su rostro en mi cuello.
──Me vuelves loco, Arielle.

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Respira
RomansaA veces olvidamos que la vida consiste en tomar un largo respiro y continuar con el camino. Si algo he aprendido es eso... ha apreciar hasta esa pequeña bocanada de aire fresco que inhalas y expande tus pulmones haciéndote sentir vivo y pleno. Vol...