Capítulo 35
Rhett Owens
Caída.
Intento ir detrás de ella pero Vivien me detiene.
──Déjala. Lo que menos desea en este momento es que la vean como una persona ansiosa y tú entrando a esa habitación harás que eso suceda. Dale cinco minutos. ──susurra para mí.
Alex recoge la botella y Joseph seca el vino del suelo. Todos creen que Arielle fue a mi habitación a cambiarse pero Vivien y yo sabemos que no es así.
Muevo mis piernas impaciente, el timbre suena y Stefany se ofrece a abrir.
──Todo iba bien… ──digo hacia mí hermana que me aleja del pasillo.
──La ansiedad es así. Es una montaña rusa…
──Maldita sea. ──gruño cerrando mis manos en puño. Salgo al balcón para tomar un poco de aire dándole tiempo a Arielle.
Hilda y su esposo entran con varios regalos en sus manos, intento sonreír hacia ellos. Stefany viene hacia mí.
──¿Todo bien, Rhett?
──Si.
──Estas increíble, la verdad es que no sabía con que encontrarme al venir aquí y quedado sin palabras. El niño rubio que corría detrás de mí ha madurado y mucho.
──Pasaron años de eso.
──Si, muchos. Ahora tienes novia…
──Si la tengo. Y es maravillosa..
──Lo noto. Te tiene encantado. Pero, no se Rhett no la veo para ti.
Tenso mi mandíbula al escucharla.
──¿Qué edad tiene?
──¿Para que quieres saberlo, Stefany?
──Porque quiere recuperar lo que fue mío.
──No hay nada que recuperar. ──suelto.
Paso por su lado, y me acerco a Hilda para saludarla, recibo sus obsequios con gratitud y aprovecho el momento para excusarme diciendo que los guardaré en mi habitación.
Tocó ligeramente la puerta que se encuentra con seguro.
──Arielle. ──susurro casi al borde del desespero.
Todo sigue su curso en la sala, se escuchan risas y voces… pero el ruido que alivia mi alma es el de la puerta que tengo frente a mí.
Ella aparece con un rostro pasible, se cambió el vestido pero son sus ojos los que toman mi atención.
Están apagados.
──¿Amor, todo bien?
Asiente sin decir nada, intenta salir de la habitación pero la halo metiéndola conmigo.
No estoy en su cabeza pero puedo asegurar que en estos momento ni ella misma desea estar allí.
──Yo no me siento bien. ──dice bajando su mirada al suelo. ──. Yo creo que lo mejor es que me vaya… tengo náuseas y mareos. Yo…
Me acerco a ella dejando los regalos en la cama, huye de mi tacto y eso me duele.
──Rhett, por favor…
──Es mi cumpleaños, Arielle. No puedes hacer esto. No ahora. ──suelto.
No me doy cuenta de lo que digo hasta que sale de mi boca y juro que me arrepiento de cada una de ellas. De cada maldita palabra…
Ella no decide cuando estar bien o mal, no es que ella así lo desee. Es algo que está fuera de su control e insinuar que lo hace a propósito es lo peor que puedo hacer en este momento.
Eleva su rostro y traga grueso.
──Yo no decido cuando estar mal, Rhett. ──suelta.
Mierda.
Froto mi rostro con mis manos lleno de frustración.
──Yo lo sé. Amor, discúlpame no debí si quiera decir eso. Eso… fue un error.
──Nosotros somos un error. ──me congelo ante sus palabras.
Mi garganta se seca.
──No quise decir lo de hace rato, Arielle y se que tú tampoco quisiste decir eso. Entiendo que tú no decides lo que pasa por tu mente y por tu cuerpo. Pero amor no le des cabida… disfrutemos de nosotros, de este día.
──No puedo. ──dice.
──Arielle… ──insisto.
──Te lo dije… te dije que esto pasaría. Mi mente va a sabotear cualquier momento. Te dije que voy a cuestionar todo, te dije que no soy estable.
Niego intentando nuevamente tocarla pero insiste en resistirse.
──¡Y yo te dije que estaría aquí! ──grito perdiendo el control. ──. Carajos…
La puerta es tocada.
──¡Tío! Te estamos esperando, ven… ¡Arielle! ──la voz de Cassie hace que ambos nos enfoquemos en ese punto.
──Voy, Cass.
──¡Tío! ──vuelve a insistir.
──¡Cassie ya voy! ──gruño exasperado.
Giro mi rostro para notar que Arielle comienza a recoger sus cosas, me acerco a ella por su espalda y le arrebato el bolso de las manos.
──No. No te irás. ──digo desesperado.
──Dame el bolso, Rhett.
──¡No! Maldita sea, Arielle. Solo… quédate y hablemos. ¿Si? Les diré a todos que se vayan. Tu y yo hablaremos.
Niega insistentemente, su mirada recorre la habitación cruza sus brazos sobre su pecho y las lágrimas comienzan a caer por su rostro.
Mierda.
──Déjame ir. ──pide quebrando mi alma. ──. Necesito salir de aquí. Solo déjame ir…
Me acerco a ella y Acuno su rostro.
──Inhala… ──inspiro con fuerza para que ella imite mi acción al principio se niega pero vuelvo a insistir y lo hace. ──. Exhala…
Suelta el aire poco a poco.
──Yo…
Estalla en un fuerte llanto, la abrazo con fuerza a mi pecho y vuelve a inhalar para dejar salir el aire al rato.
──Shh…
──¡Rhett! ──la voz de Vivien llega a mis oídos. ──. Abre…
No quiero soltarla, no quiero alejarme pero lo mejor es que mi hermana entre. Con resistencia me alejo del calor de su cuerpo abro la puerta dándole un vistazo a Arielle que intenta calmar su respiración.
Vivien pasea su mirada por ambos y va directo hacia Arielle.
──Eso Arielle. Lo estás haciendo muy bien. Solo respira. Todo fluye… todo es paz. Recuerda que el poder lo tienes tú. Nadie más.
Dice mi hermana, me quedo en la distancia observando cómo le habla y la guía hasta la cama donde se sientan. Me siento impotente y frustrado.
Todo iba bien…
¿Qué mierda paso?
Salgo de la habitación y cierro la puerta. Cassie corre hacia mí al verme.
──Tio… quiero comer pastel. ¿Podemos cortarlo ya?
──Si, claro. ──musito tragando grueso.
Sé cómo ocultar lo que pasa por mi cuerpo y mente. Al llegar a la sala nadie nota nada… todos están tan absortos en sus vidas que no se dan cuenta que en una de las habitaciones alguien está teniendo un ataque de ansiedad, y ese alguien es la mujer que quiero. A veces se nos olvida mirar a nuestro alrededor.
Herimos sin saber las tormentas que se afrontan.
Joseph se acerca a mí y me habla tan normal sobre su día en el gimnasio y los kilómetros que recorrió que me siento asqueado.
¿No se pregunta dónde está Arielle?
No la ve desde que hizo su desagradable comentario.
Entiendo que no puedo controlar lo que dirán las personas, que a veces los filtros no existen y lastimamos con palabras vacías corazones y almas heridas sin imaginarnos si quiera los estragos que causan.
Muchos no entienden la importancia de la salud mental y yo era uno de ellos hasta este instante. Nadie se ha preocupado por ella… nadie a preguntado si está bien y eso hace hervir mi sangre porque no podemos ser tan ajenos y tan indolentes.
Cuando estoy por botar a todos de mi apartamento, las manos de mi hermana tocan mi espalda. Sonríe levemente hacia mí.
──Esta bien. ──dice y relajo mi cuerpo.
Alex se levanta al notar a Vivien, Cassie insiste en el pastel y la verdad es que no deseo cantar el cumpleaños sin ella.
No quiero nada sin ella, me siento malditamente pesado quiero ir por ella cuando me giro sus orbes están en mi.
──¿Vamos a cantar cumpleaños? ──dice, sus mejillas están rojas y sus ojos brillantes por las lágrimas derramadas.
──Si. ──chilla Cassie caminando hacia ella para empujarla hacia mí cuerpo. Cuando sus manos tocan la mías el mundo se estremece.
──Cantemos entonces. ──susurra elevando su mirada hacia mí.
Nadie existe.
Nadie.
Si la vida son sus ojos, quiero vivir en ellos y morir también.
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Respira
RomanceA veces olvidamos que la vida consiste en tomar un largo respiro y continuar con el camino. Si algo he aprendido es eso... ha apreciar hasta esa pequeña bocanada de aire fresco que inhalas y expande tus pulmones haciéndote sentir vivo y pleno. Vol...