Capítulo 4
Rhett Owens
Dalia.
Baja de mi camioneta apresurada, me quedo viendo la ventana y sonrió como idiota. Era ella…
──¿Apellido extraño? ──grito haciendo que ría.
──Dime… ladrón de Dalias. ──sonrío al escucharla.
──Hasta pronto…
Asiente con amplia sonrisa.
Ingresa a su casa, y me quedo un rato esperando no se qué, pero la repuesta llega rápido cuando la veo en la ventana asomada como esa noche, sonríe y se despide. Acelero el motor para ponerme en marcha.
Me alejo de su casa con una sonrisa tonta y con una especie de paz instalada en mi pecho, hoy hice algo bueno, ayude a alguien…
Conduzco por la ciudad de Atlanta, el clima es suave en esta época del año y bastante agradable. Mis recuerdos de esta ciudad se ven empañados por una infancia llena de traumas por culpa del hombre que debía cuidarme y protegerme.
Llego al pequeño hotel donde me hospedo, la agradable dueña me recibe en el lobby extendiéndome la llave de mi habitación. El olor a humedad y deterioro es fuerte, las paredes manchadas y las alfombras sucias dicen mucho del tiempo que lleva este hotel.
──Buenas tardes.
──Buenas tardes. ──susurro tomando la llave.
──Aun me preguntó que hace un joven como usted en mi hotel. ──suelta con débil voz.
──¿Y cómo es un joven como yo? ──inquiero lleno de curiosidad.
──Rico… se le nota. ──responde. ──. Y si mi memoria no me falla, su apellido lo he escuchado un par de veces. Conozco a todos en esta ciudad… mis años son muchos.
Camina hacia su silla, ladeo mi rostro y le sonrío con amabilidad.
──Mi apellido es común. ──respondo.
──Si, podrá ser común pero un niño rico con ese apellido no se olvida. ──puntualiza con calma. ──. Le cambié las toallas. Señor rico.
Río subiendo las escaleras. No necesito mucho para descansar, un techo y un calentador son más que suficientes para mí, abro la puerta para adentrarme a mi habitación, mi bolso aún hecho permanece en el suelo.
Me dejó caer en la cama abriendo mis brazos. Quisiera poder dormír, poder descansar, mi cuerpo lo necesita.
Volver a poner un pie en esas empresas que él tanto cuido no será fácil. Nada fácil y si antes conciliar el sueño era difícil, ahora será peor. Lo sé.
Tomo mi bolso y busco algo de ropa deportiva, necesito drenar está energía que corre por mi cuerpo. Me deshago de todo lo que llevo encima para cambiarme rápidamente y marcharme a algún gimnasio que quede cerca. Noto en mi antebrazo las pequeñas marcas que dejaron sus uñas.
Una toalla, mi botella de agua y mi teléfono. Así como entre salgo…
──Este niño rico no para. ──murmura la mujer, río al escucharla.
Salgo sin decir nada, me coloco mis auriculares para empezar a correr hacia el gimnasio que he buscado por internet.
Fix you resuena en mis oídos con mucha fuerza, corro dos kilómetros hasta llegar al edificio con estructura industrial, me acerco a este, en el fondo puedo visualizar un cuadrilátero de boxeo.
Pago el día de gimnasio, y cuando estoy por entrar tropiezo con alguien e intento excusarme rápidamente.
──¡Rhett Owens! ──exclama el moreno corpulento, frunzo extrañado buscando en mi mente. ──. Carajos… ¿En serio? Rhett soy Joseph, Joseph Klaus.
Todo hace click en mi mente.
──¡Joseph! ¡Mierda! ──lo saludo con efusividad.
Toda mi adolescencia viene a mi mente. Compañero de clases y buen amigo aunque no entiendo porque mi mente ha decidido jugarme una mala pasada con él.
──¿Cuándo llegaste?
──Ayer en la mañana. ──respondo. ──. ¿Y tú cómo estás?
──Bien amigo, trabajando para la empresa de tu padre. Lamento mucho su partida por cierto, fue muy inesperado.
Asiento con pesadez.
──Si, muy inesperado.
──Pensé que te vería en el funeral, le pregunté a Vivien por ti. ──suelta. ──. Y mencionó algo de que estabas fuera del país. Me alegro verte. En serio.
──Nos veremos más seguido. ──anuncio llamando su atención, y luego sonríe de oreja a oreja.
──¿Te harás cargo de la constructora? Amigo eso es increíble, me encantará trabajar contigo.
──A mí también.
Soy de pocas palabras, siempre lo he sido… me cuesta soltar sentimientos y expresarme.
──Bueno, bienvenido a casa…
──Gracias Joseph. Te dejo, voy a subir un rato.
Eleva la comisura de sus labios, y golpea mi hombro levemente.
──Subamos, recordemos viejos tiempos.
──Si, porque no.
Nos encaminamos hacia el cuadrilátero, donde esperamos observando como terminan los que están arriba, Recojo mi cabello para que no me estorbe. empiezan a colocarme los guantes, y caliento mi cuerpo, lanzó unos golpes al aire y muevo mis pies de un lado a otro hasta que nos toca subir.
Necesito esto, necesito descargar mi cuerpo.
Joseph sonríe con diversión mientras yo me concentro en lo mío, la carga de presión y energía me recorre.
Llevo mis manos a mi rostro, unos amigos comunes irían a tomarse café, Joseph y yo solíamos jugar a las peleas cuando éramos dos pubertos en crecimiento, así mantenía al margen mis frustraciones. Mi amigo se prepara para recibir mis golpes. Y la descarga fluye hasta mis puños, estampo mi mano enguantada en él, intercambiamos un par de golpes, me pide cubrirme y eso hago, descargo todo, las gotas de sudor recorren mi cuerpo.
Me hacía falta.
Lanzó golpes arriba y abajo, me muevo con agilidad usando toda la superficie del cuadrilátero mientras Joseph se encarga de aguantar mis golpes cargados de ira contenida. Los recuerdos de sus maltratos, sus gritos y sus desplantes vienen a mi mente como pequeños flashes, cegando mi mente y sin percatarme estampo mi mano en el estómago de mi amigo haciendo que este caiga al suelo.
Unas manos me sujetan con fuerza para retenerme, caigo en cuenta de quién está tirado en el suelo intentando recuperar el aire que le falta.
──¡Mierda! ¡Joseph! Lo siento. ──susurro apresurado hacia él.
Niega intentando calmarme.
──Me descuide, fue mi error. ──suelta intentando excusarme.
Busco que me quiten los guantes, y las vendas, lo ayudo a levantarse y nos echan del cuadrilátero.
──Carajos, Rhett sigues teniendo la mano pesada. ──gruñe paseando sus manos por su abdomen.
Me siento fatal.
──De verdad lo siento. ──me lanza un toalla para que seque mi sudor, y eso hago. Tomo mi teléfono y como compensación le ofrezco ir a tomarnos algo.
Caminamos unas cuadras mientras él me habla sobre la empresa de la cual debo hacerme cargo, o quiero hacerme cargo. Noto en la distancia el mismo café al cual fui con Vivien esta mañana, le señalo el lugar y asiente animado.
Entramos en este para ser inmediatamente abordados por una mesoneras, que nos guía hasta una mesa.
──¿Desean algo en particular?
──Algo frío, muy frío. ──pide Joseph con amplia sonrisa.
──Si, por favor. Un té natural helado.
Se marcha tomando nuestro pedido.
──¿Cuándo serás el dueño de Owens Construcciones?
Suspiro con pesadez viendo hacia la ventana que da con la calle principal.
──Hoy en la noche me pondré al día con Alex, debo de ver cómo está todo. Seguramente el lunes me tendrán allá…
──¿Dónde estuviste todo este tiempo?
──Estudie en New York y luego me fui a Canadá por un tiempo hasta que Vivien me hizo volver. ──susurro.
La bebidas llegan y brindamos por volvernos a encontrar. La campana de la puerta suena y mi vista se va justo a ese lugar, las personas que salen no me permiten detallar quién ingresa sólo logro visualizar pequeños destellos… pero su bolso es lo que llama mi atención.
Rodea la barra y conversa algo con quién está en la caja, le entregan un bolsa y se marcha nuevamente por donde entró, pero una mujer mayor la sujeta del brazo impidiendo que siga su curso. Discuten algo entre leves susurros pero ella se marcha ofuscada y aferrada a ese morral turquesa que no suelta para nada.
──Joseph, yo pago esta vez. Lo siento tengo que irme.
Suelto un fajo de dinero hacia la mesa, mi amigo se muestra confundido pero corro antes de perderla de vista.
La noche empieza a caer, y se que debo ir a casa de mi hermana pero por algo no puedo dejar de seguirla. Intento alcanzarla ya que camina apresurada huyendo de algo… tal vez de la discusión.Unas leves gotas de lluvias empiezan a caer, ella se coloca la capucha de su abrigo y corro hasta que mi mano se posa sobre su brazo evitando que de un paso más, se gira aterrada.
──Hola..
Eleva su mirada hacia la mía.
──Hola… ladrón de Dalias.
Sonrío al escucharla. Es bellísima…

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Respira
RomanceA veces olvidamos que la vida consiste en tomar un largo respiro y continuar con el camino. Si algo he aprendido es eso... ha apreciar hasta esa pequeña bocanada de aire fresco que inhalas y expande tus pulmones haciéndote sentir vivo y pleno. Vol...