87- Decretos y Secretos

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A la semana siguiente las cosas empeoraron con Umbridge, quien se había limitado a hacerles la vida imposible y a vigilar muy de cerca a ambos Potter. Sus aburridas clases llenas de lecturas aburridas y de poco provecho parecían tener hartos a todos. Ese sería un año largo.

Astoria y Circe estaban sentadas en el piso jugando Gobstones, era el nuevo pasatiempo que se habían encontrado luego de que la madre de Astoria le enseñara a jugar en vacaciones. Ninguna era muy buena todavía, pero era divertido. La idea era unirse al club de Gobstones el año entrante, por mero ocio.

Hermione se acercó a ellas medio indecisa, como si no supiera por donde comenzar para entablar una conversación con las dos Slytherin que no hacían más que maldecir su mala habilidad para el juego.

-Hola- saludó al fin Hermione. Llevaba bajo el brazo un ejemplar de El Profeta- ¿Podemos hablar?

-Seguro- Circe se giró hacia ella y aunque mantuvo la mirada pesada, se mostró interesada.

-¿Han leído esto?- dijo Hermione y les mostró el periódico.

Ambas serpientes negaron con la cabeza y se acercaron para leer el encabezado:

El Ministerio ha formalizado esta última función con la aprobación del Decreto de Enseñanza n.° 23, que crea el nuevo cargo de Sumo Inquisidor de Hogwarts.

«De este modo se inicia una emocionante nueva fase del plan del ministro para poner remedio a lo que algunos llaman el "descenso de nivel" de Hogwarts —explicó Weasley—. El Inquisidor tendrá poderes para supervisar a sus colegas y asegurarse de que su trabajo alcance el nivel requerido. El ministro ha ofrecido este cargo a la profesora Umbridge, además del puesto docente, y estamos encantados de anunciar que ella lo ha aceptado.»

Las nuevas medidas adoptadas por el Ministerio han recibido el entusiasta apoyo de los padres de los alumnos de Hogwarts.

-¿Qué mierda?- Circe miró atónita a sus dos acompañantes- el Ministerio comienza a asustarme, de verdad.

-¿Al sapo rosa?- Astoria arrugó la nariz- ¿Y eso a dónde deja a Dumbledore?

-Derivado de eso, se me ha ocurrido una idea- Hermione prosiguió- aunque claro que no sé si quieran participar. Harry ha insistido en decirles y aparentemente Neville apoya la idea, así que...

-Al grano, Granger- la presionó Astoria.

-Resulta que se me ha ocurrido que entrenemos defensa contra las artes oscuras, Harry podría enseñarnos. Sería como tener un club secreto- Hermione explicó- y mencionó la habilidad que tenía Astoria para los duelos, además de lo que sucedió con las plumas de Umbridge. Quizá podrían aportar algo.

-¿Cuándo vamos a reunirnos?

-Mañana, aprovechando la salida a Hogsmeade. En Cabeza de Puerco.

-Iremos- Astoria se encogió de hombros, como si no le tomara mucha importancia.

-Vale, pues adiós- Hermione se dio la media vuelta y se marchó dando grandes zancadas.

La puerta del pub se había abierto. Un ancho haz de luz, en el que bailaban motas de polvo, dividió el local en dos durante un instante y luego desapareció, pues lo ocultaba la multitud que desfilaba por la puerta.

Primero entraron Neville con Astoria, Dean y Lavender, seguidos de cerca por Parvati y Padma Patil con Cho y una de sus risueñas amigas. Luego entró Luna Lovegood, sola y con aire despistado, como si hubiera entrado allí por equivocación.

A continuación, aparecieron Katie Bell, Alicia Spinnet y Angelina Johnson, Colin y Dennis Creevey, Ernie Macmillan, Justin Finch-Fletchley, Hannah Abbott y una chica de Hufflepuff, tres chicos de Ravenclaw que, si no se equivocaba, se llamaban Anthony Goldstein, Michael Corner y Terry Boot; Ginny, seguida por un chico alto y delgado, rubio y con la nariz respingona, y, cerrando la marcha, Fred y George Weasley con su amigo Lee Jordan, los tres con enormes bolsas de papel llenas de artículos de Zonko.

Harry Potter y la Princesa de Slytherin 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora