130- La muerte

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A la mañana siguiente, Circe se despertó con la maravillosa luz del Sol que pegaba sobre sus ojos. Las cortinas verde claro estaban atadas en un moño y la apascible calma que sintió por un par de minutos fue interrumpida por el dolor de la maldición. Era una agonía. Una de la cual estaba harta. Se estiró para alcanzar el saco de frascos de Poción Adormecedora que Snape le había hecho y dejado un día antes de la muerte de Dumbledore.

Se sentó en la cama y bebió trabajosamente, el espantoso sabor no le importaba, solo quería librarse de ese ardor interno que parecía querer dejarla sin respirar. Salió y bajó las escaleras hasta el comedor, todo el mundo estaba ahí pretendiendo desayunar.

-Buenos días- saludó con voz apagada y se sentó.

Harry hacía volar por los aires a Teddy para luego atraparlo, haciendo reír al pequeño de cabello turquesa con fuerza cada que lo hacía. Circe no se movió, no quería ver a todo el mundo lidiando con lo que ella no podía. Un tazón de avena apareció frente a ella.

-Come, anda- dijo la amable voz de Andy.

-No tengo mucha hambre- murmuró jugando con la cuchara.

-Lo mismo dijiste ayer, no puedes estar tanto tiempo sin comer. La última vez que lo hiciste fue antier en la cena y mientras estés aquí, seguirás las reglas. Percy, ¿Cuál es una de ellas?

-No saltarse las comidas, Señ..Andy- Percy dijo en tono altivo.

-Solo unas cucharadas, anda- insistió Andrómeda con una sonrisa.

Circe suspiró sin más y probó la avena, era buena y normalmente una de sus comidas favoritas. Sin embargo, comer le costaba mucho trabajo últimamente y en realidad no entendía la razón. Pero comió, si no lo hacía y decidía ignorar las reglas ni Merlín podría salvarla del sermón que Snape le daría.

-Tengo algunas noticias el día de hoy- Regulus apartó al fin su taza de café humeante- así que vendrán algunas.

-¿Qué noticias?-preguntó Harry de inmediato.

-Ya lo verán, no me gustaría arruinarles mucho la sorpresa- dijo estirándose.- Bueno, familia, será mejor si van a alistarse de una vez. Esa mujer es crítica, no querrán estropearlo.

Nadie supo muy bien lo que quería decir o a quién se refería con exactitud, pero la descripción sonaba preocupante, así que en menos de treinta minutos, Regulus tenía a todos sentados en los sillones morados perfectamente presentables.

-Dos más y listo- sonrió el Black bastante complacido y se sentó sobre el suelo- Ahora comenzaré con esto, en lo que se digna a aparecer el resto.

El espacio en la sala estaba despejado y era amplio, Reg cerró las cortinas, dejó sal caer en forma circular, prendió algunas velas rojas, negras y amarillas alrededor del círculo, hiervas caían cerca de las velas mientras Regulus tarareaba un ritmo escalofriante. Aymer estaba ahí también, sentado sobre su baúl sin moverse.

A través del flú, llegó Minerva, luciendo igual o más desconcertada que el resto de las personas en la sala y tras saludar a todos, se sentó. Harry estaba junto a Circe, apeñuscado bajo un almohadón blanco y frente a ellos estaban Remus, Tonks, Teddy y la recién llegada.

Andrómeda estaba en el sillón de usa sola persona, acariciando a Prince y Percy prefirió quedarse de pie detrás de ella. Al segundo siguiente, una llamada a la puerta sacó a todos de su estupor. Snape entró silenciosamente, no entendiendo lo que estaba sucediendo.

Circe se levantó de inmediato para abrazarlo, parecía una eternidad desde la última vez que lo había visto. Lo curioso para todos fue que él devolviera el gesto antes de ir a sentarse con los Potter, pero nadie dijo nada.

Harry Potter y la Princesa de Slytherin 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora