126- La hora del fin

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Por la mañana, Draco había conseguido hacer funcionar el Armario evanescente. Tras mes y medio de trabajos forzados entre ambos niños y Aymer, al fin habían podido hacerlo funcionar de la manera adecuada. Los tres soltaron un grito de euforia, incluso Circe se atevió a fumar un cigarrillo de olor a fresas que Draco había adquirido recientemente. Un día más cerca del último día de Dumbledore, magnífico Merlín.

-Eso me recuerda que debo pasarme por el despacho del viejo en un rato. ¿Vendrás, Aymer?

-Seguro. Le aterro a ese hombre.

-¡Somos unos malditos genios!-Draco seguía saltando de emoción- Hoy salvaremos a Madre, sacarán a Padre y habremos ayudado a Snape. Además Dumbledore se va a matar cuando vea que el guardapelo ya no es el verdadero.

-Viva Reg.

Aunque claro que su buena fortuna no era para siempre, por la noche, dos voces audibles fueron claramente reconocibles para Circe y Aymer que estaban por darle la contraseña a la gárgola del despacho de Dumbledore. La última noche del viejo:

-El profesor Snape cometió un terrible error. La noche que oyó la primera parte de la profecía de la profesora Trelawney, Snape todavía trabajaba para lord Voldemort. Como es lógico, corrió a explicarle a su amo lo que había escuchado porque le incumbía enormemente. Pero él no sabía (era imposible que lo supiera) a qué niño elegiría Voldemort como víctima a raíz de aquel descubrimiento, ni que los padres sobre los que descargaría su instinto asesino eran los tuyos, a los que Snape conocía.

Harry soltó una amarga carcajada.

—No tienes idea del remordimiento que se apoderó de Snape cuando se dio cuenta de cómo había interpretado lord Voldemort la profecía, Harry. Creo que eso es lo que más ha lamentado en toda su vida y el motivo de que regresara... Confío plenamente en Severus Snape, a pesar de todo.

Circe sintió como la sangre le hervía por dentro. Dumbledore acababa de arruinarlo todo una vez más, le había dicho esa cosa horrible a Harry solo para lastimarlo. Para lastimar a todos, para separarlos y ella miró a Aymer con ojos llorosos.

-Lo odio- dijo sin más.

-Ese no es un buen sentimiento.

-No, hace que todo me duela- se llevó la mano a un lado del estómago- Harry va a odiarnos, Aymer. Se acabó.

—¡Pues yo no! —afirmó Harry a voz en grito—. Ahora está tramando algo con Draco y Circe está involucrada. Estoy seguro. Esta noche usted se va a marchar del colegio y seguro que todavía no se ha planteado siquiera...

Entonces se decidieron a entrar, a tiempo para escuchar la cosa más irónica del mundo.

-¿Crees que alguna de las veces que me he ausentado he dejado el colegio desprotegido? Te equivocas. Esta noche, cuando me vaya, entrarán en funcionamiento medidas especiales de protección. Te ruego que no vuelvas a insinuar que no me tomo en serio la seguridad de mis alumnos, Harry.

Circe liberó una risa contagiosa, una llena de coraje pero que sonaba como si hubiera escuchado la mejor broma del mundo.

-No eres capaz ni de mantener medidas antiaparición, Albus- dijo aún sonriendo- No le mientas. Veo que no tienes reparo en compartir información con mi hermano, así que no le mientas. Por lo que más quieras, ¡Deja de manipularlo! ¡Y deja de mentir! Porque es lo mínimo que se merece.

-Circe, Aymer. Buenas noches- el director sonrió- Tengo lo que has venido a buscar. Harry y yo nos iremos en un par de horas y volveremos de madrugada.

-¿Tu lo sabías?- Harry miró a Circe confundido.

-¿Sobre el error de Snape? Si, pensábamos decírleto. No creí que fuera correcto que alguien lo hiciera en su lugar.

Harry Potter y la Princesa de Slytherin 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora