81- El otro Black

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-¿Conocías a Regulus?

- Si, amigos.

Amigos. Pensar en Regulus hizo que le diera un vuelco el estómago. Ese pobre chico había sido una lapa desde que entró a Hogwarts, un año después que él, era demasiado alegre para su gusto y era el principal ayudante de Narcissa al momento de repartir galletas.

Pobre Narcissa, recordar lo mucho que había llorado cuando murió le dió escalofríos de pies a cabeza. Era el llanto más sincero que había escuchado jamás y realmente jamás entendieron como fue que Reg murió. Decían que los propios mortifagos lo habían asesinado, pero la realidad era que la mayoría estaban en misiones esa noche.

Severus tenía la esperanza de que hubiera huido, ojalá en algún momento se hubiera terminado de hartar y se marchara. A Regulus nunca le gustó hacer todas esas cosas horribles, a veces le daba la impresión de que estaba tratando de derrotar a Voldermort. Claro que también era un mago increíblemente talentoso y dominaba perfectamente cualquier arte oscura.

Entonces algunos recuerdos azotaron su cabeza como ráfagas de pequeños momentos de oportuna felicidad que habían tenido mientras luchaban para el Señor Oscuro. A veces eran solo una bola de chicos reunidos en la Mansión de los Malfoy.

Luego de generar una explosión en el Callejón Diagon junto con Barty Crouch, Severus había decidido que prefería no ensuciarse las manos de esa manera y había optado por encontrar alternativas de ayudar a la Guerra que no implicaran terminar lleno de polvo. Torturar era más lo de Lucius y Nott, opción descartada. Así que había decidido crear algunas pociones de tortura, la mayoría tan horribles que podrían matar a cualquiera y de esa manera podía vivir encerrado en un laboratorio ubicado en el sótano de la Mansión.

- Severuuuus - canturreaba Regulus antes de entrar.

- Hola - saludaba Snape rápidamente, siempre con la falsa esperanza de alejar al chico con su mal humor.

- Sabes, eres la persona más enojona del mundo. Literalmente cualquier cosa te hace enfadar en un tiempo de reacción impresionante.

- Ajá - gruñó Severus manteniendo su atención en el caldero.

- ¿Lo ves? Y de la nada ya estás molesto otra vez, ¿Se trata de un poder especial o algo así?

- Lo dudo.

- Barty viene hoy, creo que se peleó con su padre. Lo de siempre, ya sabes cómo es ese chico, ¿Recuerdas como era en la escuela?- Regulus podía hablar por horas y horas animadamente, sobre cualquier tema, sobre cualquier cosa y una vez que comenzaba a hablar era muy difícil detenerlo- Siempre presionado por sacar las mejores notas, yo siempre he dicho que impresionar a los padres importa pero se perdía todas las fiestas por estar estudiando. Sin ofender por supuesto, sé muy bien que tú también haces eso, de hecho creo que podrías ser un excelente Ravenclaw, amigo.

- Pues que venga a lloriquear sobre sus problemas con su padre - Severus se encogió de hombros - no sería novedad.

- Ya, supongo que todos tenemos problemas con nuestros padres. Algunos con nuestras madres también, siento lo que pasó con la tuya, por cierto.

- Como sea, ¿Tienes lo de Cissy?

Lo de Cissy, otra de las grandes misiones que tenía el grupo era el de conseguir que los Malfoy tuvieran un hijo de una vez por todas. Poco les había faltado para tomar medidas como volverse budistas o sacrificar vacas con tal de conseguirlo.

Esa misión simultánea de la que solo unos pocos sabían, se había vuelto la prioridad para Severus, aunque se esforzaba por ocultarlo del Señor Tenebroso y del mundo en general. No era nada bonito ver a su amiga llorando porque había perdido a uno más, se quedaban con ella tratando de convencerla de que no era su culpa, que todo estaría bien.

Lucius se entristecía también, era menos evidente, por supuesto, pero Regulus y Snape habían sido testigos de lo mucho que le afectaba.

Fue así como una noche en la que Regulus hacía sus entradas triunfales al laboratorio para soltar algún monólogo al que Severus respondía monosílabos, se les había ocurrido la idea de inventar algo que ayudara a los Malfoy.

Intentaron de todo, incluso remedios Muggles. Severus robaba un poco de las cosas de los frascos de Mulpepper y luego Regulus era el encargado de convencer a Narcissa de beber cuanta cosa se les ocurría, era su prima favorita.

Al final habían conseguido algo útil, funcional y que tardaba un mes en prepararse, Severus había creado muchas cosas pero ninguna le había dado tanta emoción como el día que consiguieron lograr esa.

- Creí que jamás reías, fabricante de niños - bromeó Regulus en el laboratorio.

- No me reí.

- ¡Claro que sí! Deberías hacerlo más seguido o serás viejo y amargado antes de los 30. Vamos, hazlo de nuevo.

Snape había sonreído de mala gana y seguido en lo suyo, mientras Regulus continuaba hablando de lo que haría cuando por fin pudiera tener un ahijado. Estaba eufórico ante la idea de ser el padrino del hijo de los Malfoy, sin importar cuántos intentos y falsas alarmas tuvieran que pasar antes de eso.

- ¡Oye, Severus! - le había gritado un día el chico cuando salía de la tienda de Mulpepper. Seguido pasaba por él a la hora de salida para ir juntos a alguna misión o directamente a la Mansión de los Malfoy.

- Hola, Reg - Snape trataba de bajar su mal humor con ese Black.

- El Jefe (como Regulus apodaba a Voldermort) quiere un elfo doméstico, ¿Será mala idea ofrecer a Kreacher? Ya sabes, podría confiar en mí.

- ¿Ofrecerías a tu amado Kreacher? ¿Quién eres tú?

- Bueno, si lo daña de algún modo, mataré al Jefe con un pretexto sólido.

- ¿Estás loco? No puedes hacer eso.

Regulus había sonreído y encogido sus hombros antes de seguir caminando por el Callejón. La conversación había seguido un curso distinto, tornándose en una serie de burlas contra Bella. Esa chica había perdido por completo la razón y ellos bromeaban seguido sobre eso.

Esa había sido el último día que lo había visto, unos días más tarde la noticia de que Regulus estaba muerto había golpeado a todos. Ya nadie entraba canturreando al laboratorio y la luz del equipo entero se había consumido.

Claro que lo extrañaba, pero prefería no pensar en eso. Una parte de él siempre quedaría en el tintero del laboratorio, marcado con sus iniciales y en los montones de fórmulas anotadas en pergaminos.

Más o menos un año y medio después, los esfuerzos habían dado resultados. Todos estaban reunidos en la mansión esperando a ver al tan esperado bebé de los Malfoy.

Se habían encargado de que Avery, Mulciber y Nott estuvieran en alguna misión en ese momento, Bella molestaba a un grupo de sanguijuelas dentro de una lata para matar el tiempo ( o a las sanguijuelas, lo que ocurriera primero) mientras que Severus trataba de enfocarse en su lectura. No podía, tenía estrés y el filtro de paz se había agotado hacía dos horas.

-¡Es un niño!- exclamó Lucius desde el corredor- ¡Tengo un hijo, damas y caballeros! ¡Esperen a verlo, voy para allá!

Severus se volteó para decirle a Regulus que lo habían logrado, esperó a ver su tonta reacción emocionada y su maldito optimismo. Pero Regulus ya no estaba ahí, así que solo se encontró con un sitio vacío en el sofá a su lado. Tremendo golpe de soledad.

Lucius regresó cargando a un pequeño rubio, Bella fue la primera en gritar de felicidad. Todos sabían la elección de nombres hacia semanas: Draco si era niño, Crésida si era niña. A pesar de todo, Severus sonrió, Regulus no les habría permitido que su muerte opacara la felicidad del momento. Se lo debían. 

Harry Potter y la Princesa de Slytherin 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora