144- Nadie gana

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Circe despertó. Cómo cada noche, la imagen de ella cayendo de una escoba gritando el nombre de Moody la había acabado despertando. Miró a las estrellas de plástico que brillaban en su techo y recordó lo segura que se sentía antes al mirarlas. Recordó cuando Snape las puso en su cuarto en Hogwarts, asegurándole que nadie le haría daño mientras estuvieran ahí. Pero lo habían hecho.

"Mientras haya algo de luz, no debes tener miedo" le había dicho, pero ahora mismo su mundo estaba lleno de luz y ella seguía aterrada. Ella se había oscurecido para darle luz a los demás y verse de esa manera la estaba matando. Lo había hecho desde hacía años, pero hasta ahora era capaz de verlo.

Todo parecía estar bien, hasta que llegaba la noche y Circe dejaba de tener veintitrés para tener cuatro años, estaba asustada de lo oscuros que eran los cuartos. Sentía que la jaula gigante iba a aparecer en algún momento o que Harry se despertaría a mitad de la noche con dolor en la cicatriz.

Estaba demasiado asustada como para admitir que iba a romper a llorar una vez más, como si el peligro no hubiera desaparecido. El Dormir sin Sueños le ayudaba a veces, pero no esa noche, el recuerdo era demasiado fuerte.

Se acurrucó bajo la camiseta de Percy que llevaba por pijama. Olía a él y se concentró en pensar en eso ignorando el sudor frío que la atacaba todas las noches. Con ese olor fue que se había dado cuenta de que lo amaba, ese olor era una de las razones por las que seguía aguantando ese mundo.

Había comenzado con dolor, estaba trabajando en el laboratorio de Eea sola cuando un dolor dentro de ella la hizo doblarse. Se había arrastrado hasta su varita para enviar un patronus, pero había ardido cada movimiento.

Sentía como si todo fuera a explotarle dentro, se retorcía de dolor y le costaba respirar más que nunca. Le dolía, todo le dolía y ahogó un grito de ardor cuando la puerta del laboratorio volvió a abrirse.

Luego de eso había pasado una semana entera sin poder salir de su cama. Vomitaba violeta a todas horas y lágrimas violetas salían de sus ojos constantemente. Todo le dolía,. El dolor incrementaba cada hora y se retorcía de la mera idea, incluso había tenido que gritar porque las pociones habían dejado de ser suficientes.

Una semana entera en la que el dolor había sido tanto que había acabado desmayándose sin más, sin duda le había sacado más de un susto a su papá, quien se había rehusado a abrir la tienda o a alejarse hasta que ella no volviera a sentirse bien.

Reg había estado investigando al respecto desde hacía un tiempo, así que fue quien les avisó que solo podría revertirse en caso de que quien lanzara la maldición muriera. Pero sería doloroso para la víctima, sin duda la dejaría tirada por días con el interior ardiendo y el vómito saliendo. Con ello descubrieron que Rodolphus Lestrange había muerto, y la maldición con él.

Creyó que eso la mataría, pero no lo hizo y quince días más tarde estaba ahí, preparando el pedido de Amortentia que entregaban mes con mes a Sortilegios Weasley. Era de la mejor calidad y llevaban años trabajando juntos, pero ese día pasó algo diferente. Ese día, su Amortentia tenía olor: Percy Weasley.

Claro que primero se había lanzando al drama en el laboratorio y en casa, alegando que era imposible. Pero no lo era y ella lo sabía. No lo era y eso le gustaba.

Otra de las sorpresas llegó más tarde, cuando Astoria le dijo que estaba embarazada de nuevo. Tenía dos años desde que había nacido el pequeño Frank y habían sufrido bastante porque la maldición de su amiga estaba ya bastante avanzada. Llevaba años trabajando con ella y con su madre para lograr encontrar una cura y habían logrado retrasarla. Así es como Astoria había sobrevivido a tener un hijo, ¿Pero otro? Eso la obligaría a dejar de beber el tratamiento de nuevo, pero es que se veía tan feliz que Circe era incapaz de decirle que no la ayudaría.

Circe recordaba todo eso antes de tratar de volver a dormir, necesitaba saber que todo había valido la pena y que lo que sea que tuvo que sacrificar, había salvado a muchos. Debía saber que el terror que ahora sentía se haría nada a la mañana.

En ocasiones Teddy era lo que la despertaba, yendo a dormir a su lado porque había tormenta o porque tenía miedo de algo. Llevaba dos años viviendo con ellos en "la nueva Casa Black" y ella estaba más que encantada. Amaba a Teddy, lo había hecho desde que lo había visto por primera vez, desde que Tonks le había dicho que nacería. Andrómeda había cuidado de él, pero el niño había pedido a su abuela y a su madrina que lo dejarán vivir con ellos.

Además el niño había decidido que todos eran su familia, por lo que tenía decenas de tíos, muchos abuelos, primos y Rory era ahora su hermana. Eran mejores amigos, le recordaban mucho a ella y Draco cuando tenían esa edad y era bueno saber que se tenían el uno al otro.

Se levantó, quizás podría bajar por algo de comer (su hambre había regresado) y luego haría Filtro de Paz en el laboratorio, jamás había suficiente de eso.

-Lumos.

Murmuró mientas bajaba las escaleras heladas . El pasillo de abajo estaba todo lleno de fotos, fotos que Snape había acumulado por años, algunas que Minerva les había tomado a escondidas, fotos de la vida escolar de Reg, de Harry, de ella misma, fotos de Teddy, de todas las bodas, de Draco con Harry, de Aurora y Teddy, de Circe y Percy, fotos y fotos de momentos bonitos. Esa pared la hacía muy feliz y sabía que ese era uno de los motivos por los que la habían puesto.

Oh y la semana pasada habían puesto la foto de Scorpius, el bebé de Draco y Harry. Era la primera fotografía que habían tomado de él y se veía tan pequeño que parecía más bien un mazapán acurrucado en una manta. Quizás también podría llamarles por el espejo a ver si necesitaban algo de ayuda.

Cuando al fin divisó la cocina, la luz estaba encendida y Circe podía adivinar quién era quien estaba ahí haciendo café.

— Hola, pa.

— ¿Pesadillas otra vez? — Snape vaciaba unas gotas de Filtro de Paz en la taza — ¿Café?

— Si, por favor.

— ¿Cómo dormías cuando estabas con los muggles?

— Ese año solo fingía ser alguien más, jugaba a ser Eileen la muggle que estudia Bioquímica. Solo eso hacia que todo pareciera no haber sucedido, ¿Cómo lo solucionaste tú?

— Bueno, en terapia dicen que el primer paso es aceptarlo.

Circe soltó una risita mientras tomaba su taza de café, aún le costaba imaginar a su papá en terapia. Era la última persona en el mundo de quién creyó eso. Reg también iba, pero a él le emocionaba. Mientras ellos estaban cada quien en su terapia, ella iba con Astoria o Rosalind.

— ¿Aceptar qué?

— Que tienes un problema, algo que puedes mejorar y tú primer paso debería ser admitir que tienes pesadillas por todo lo que pasó. No podías ser la excepción, Harry y Draco también las tienen. Reg las tiene, Lucius las tiene, yo las tengo. Pero si no haces nada en su contra vas a dejarlas ganarte.

— ¿Debería ir a terapia entonces?

— Deberías hacer lo que te haga sentir mejor. Si crees que eso lo arreglaría, hazlo. Lo que creas necesario está bien.

— Lo pensaré, me gustaría volver a dormir cinco horas seguidas. Iba a hacer Filtro de Paz, ¿Vienes?

Harry Potter y la Princesa de Slytherin 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora