99- Pociones curativas

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El lunes Circe llegó unos minutos antes de las seis a la primera clase de Oclumancia, esole daba diez minutos para despotricar contra Umbridge en lo que Harry llegaba y así no estar tan cargada de coraje antes de volver a practicar la dichosa habilidad. Esperaba no haber perdido el toque, la Legeremancia siempre jhabía sido mucho más sencilla.

La habitación estaba más oscura que nunca, incluso era difícil ver la entrada del armario y relucían para el espectador las maravillosas estanterías en las que había cientos de tarros de cristal con viscosos trozos de animales y de plantas suspendidos en pociones de diversos colores.

-¿Es para el efecto drama?- preguntó al entrar- Harry va a querer salir corriendo antes de entrar.

-Así veremos si es capaz de soportar la presión- respondió Snape, que acomodaba en ese momento el pensadero de Dumbledore sobre la mesa del escritorio. Cuando se trataba de enseñar algo, Snape no era fácil, ni siquiera con Circe, mucho menos con Circe y ejercía toda la presión del universo. No tenía paciencia y esperaba que todo ssliera a la primera, Circe no tenía problemas eso, pero estaba segura de que Harry si que los tendría.

-Espero que aguante.

-Debe hacerlo, es por su propia seguridad. Dumbledore cree que existe una conexión mental entre Harry y el Señor Tenebroso que podría ser un peligro para Potter. No sabemos como podría estar usando el jefe esa conexión.

-¿El jefe?- Circe rió.

-Es una broma antigua, lo siento.

-¿Qué tan antigua?

-Regulus Black lo llamaba así.

-Ah, cierto- Circe chasqueó los dedos- que eran amigos. Me debes esa historia.

Entonces la puerta se abrió y un Harry que seguro tenía ganas de salir corriendo de ahí, entró nervioso.

—Cierra la puerta después de entrar, Potter.

Harry obedeció y se sentó junto a Circe, que lo saludó con una mano en cuanto lo vió. Snape se sentó del otro lado de la mesa y comenzó a hablar:

—Bueno, Potter, ya sabes por qué estás aquí —dijo—. El director me ha pedido que les enseñe Oclumancia. Espero que demuestres ser más hábil en eso que en Pociones.

—Sí —contestó Harry lacónicamente.

Circe abrió los ojos impresionada, no sabía que el ataque iba a ser tan directo ni tan rápido. Pero Snape no mentía, Harry era pésimo en Pociones, así que mejor no intervenir.

—Veamos, Oclumancia... Como ya dije en la cocina de tu querido padrino, esa rama de la magia impide que las intrusiones y las influencias mágicas penetren en la mente.

—¿Y por qué cree el profesor Dumbledore que necesito aprenderla, señor? – preguntó Harry.

-Harry, por amor a Merlín- Circe se echó hacia atrás en la silla.

-¿Qué?-Harry reclamó- No lo entiendo, además de ser una rama oscura es algo innecesario.

Snape carraspeó chocosamente y replicó:

—¿Van a dejarme hablar o van seguir alegando estupideces?

Ambos niños guardaron silencio.

-Continúo entonces- Snape los vió de forma amenazante- Esta es la capacidad de extraer sentimientos y recuerdos de la mente de otra persona.

—¿Quiere eso decir que puede leer el pensamiento? —replicó rápidamente Harry.

—Qué poca sutileza tienes, Potter —repuso Snape—. No sabes apreciar los matices. Sólo los muggles hablan de «leer el pensamiento». La mente no es ningún libro que uno pueda abrir cuando se le antoje o examinarlo cuando le apetezca. Los pensamientos no están grabados dentro del cráneo para que los analice cualquier invasor. La mente es una potencia muy compleja y con muchos estratos.

Harry Potter y la Princesa de Slytherin 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora